Rodeada de montes y en algunas ocasiones cubierta por la niebla que
se posa con suavidad sobre el valle; así se nos muestra esta bella
localidad alavesa pertenenciente a la cuadrilla de Zuia y tan cercana a los límites de Bizkaia y Gipuzkoa.
En sus orígenes, allá por el siglo XII, Aramaio era bizkaina y no fue hasta el año 1.498 en que se incorporó a territorio alavés.
Cuentan las crónicas que el 8 de agosto de 1905 el joven rey Alfonso XIII visitó Aramaio para saludar a su profesor de Ciencias, Don Francisco de Paula Arrillaga, que solía veranear en la casa de los padres. Ya de vuelta se detuvo a contemplar el valle desde Kurtzeta y fascinado por la panorámica, el monarca que ya era muy viajado, dicen que dijo:
“Esto es como una pequeña Suiza”
Formado por siete barrios y rodeado de montes como el Amboto, el Udalaitz o el Besaide, Aramaio es palabra vasca que podría significar “colina al final del valle”. La mayor parte de su población se concentra en el barrio de Ibarra.
Aquí en 1827 se construyó un balneario donde las gentes curaban sus problemas de piel o de circulación tomando baños de las aguas sulfurosas y ferruginosas de sus manantiales. El balneario ya no existe, pero una bañera de piedra en el parque de igual nombre recuerda aquellos tiempos.
Aunque si de algo presumen en Aramaio es de su tobogán, el más largo que hayamos visto nunca. Ubicado a la salida del colegio es habitual que los niños descarten las escaleras para bajar a la plaza y abandonen el recinto escolar deslizándose por el interminable artefacto.
Un tobogán interminable en el barrio de Ibarra en Aramaio
Si visitáis Aramaio con niños, tened por seguro que nunca se olvidarán de este precioso valle.
Aquí cuenta la historia que nació Lope de Aguirre, el conquistador que viajó en busca del Dorado, y fue también aquí donde el sacerdote y guerrillero carlista, apodado el cura Santa Cruz, huyó tras deslizarse por el balcón del ayuntamiento donde permanecía preso de los liberales.
Para su huída se sirvió de varias tretas y utilizó las vendas con las que le habían curado para, bien anudadas, deslizarse balcón abajo.
Un baserritarra de la zona que era carlista y que le encontró en el río le ocultó en una cueva de muy difícil acceso, donde unas fotos un rosario y un libro recuerdan hoy al guerrillero.
De allí el cura carlista huiría a Francia, para acabar sus días en Colombia de misionero.
En el paseo por el casco histórico de Aramaio nos encontramos la ermita de Santa Ana; el crucero de la Piedad del siglo XVI; y la iglesia parroquial de San Martín, de estilo neoclásico y construída a principios del XIX.
Fachada de la iglesia de San Martín en Aramaio
Esta última, con planta de cruz griega, está considerada como una de las obras más interesantes del neoclasicismo alavés.
De Aramaio parten multitud de rutas y senderos para bordear o subir los montes cercanos, y a vuestros hijos les encantará, después de lo del tobogán (que no se os olvide) si les acercais a Olaeta.
Allí encontrareis un Parque al aire libre, el Hontza Extrem con actividades para gentes con ganas de aventura a partir de 4 años. Tienen escaladas, tirolinas, puentes que se balancean…
Como en una peli de Indiana Jones.
Y como la historia es ir a pasar el día y hay que comer os sugerimos algunos restaurantes por la zona.
La sidrería Iturrieta, es un lugar con preciosas vistas donde fabrican su propia sidra, y tiene una campa ideal para que jueguen los niños. En temporada de sidra sirven el típico menú, además de otro adaptado a los más peques.
El restaurante Dukiena, es de los de toda la vida. Pero es que además ofrece menú del día, excelentes plato combinados, y unos sanjacobos de no olvidar.
En la sidrería Untzueta encontrareis también un menú, y si estais de antojo, degustad alguna de sus especialidades a la parrilla.
http://bit.ly/1cRT4zU
En sus orígenes, allá por el siglo XII, Aramaio era bizkaina y no fue hasta el año 1.498 en que se incorporó a territorio alavés.
Cuentan las crónicas que el 8 de agosto de 1905 el joven rey Alfonso XIII visitó Aramaio para saludar a su profesor de Ciencias, Don Francisco de Paula Arrillaga, que solía veranear en la casa de los padres. Ya de vuelta se detuvo a contemplar el valle desde Kurtzeta y fascinado por la panorámica, el monarca que ya era muy viajado, dicen que dijo:
“Esto es como una pequeña Suiza”
Formado por siete barrios y rodeado de montes como el Amboto, el Udalaitz o el Besaide, Aramaio es palabra vasca que podría significar “colina al final del valle”. La mayor parte de su población se concentra en el barrio de Ibarra.
Aquí en 1827 se construyó un balneario donde las gentes curaban sus problemas de piel o de circulación tomando baños de las aguas sulfurosas y ferruginosas de sus manantiales. El balneario ya no existe, pero una bañera de piedra en el parque de igual nombre recuerda aquellos tiempos.
Aunque si de algo presumen en Aramaio es de su tobogán, el más largo que hayamos visto nunca. Ubicado a la salida del colegio es habitual que los niños descarten las escaleras para bajar a la plaza y abandonen el recinto escolar deslizándose por el interminable artefacto.
Un tobogán interminable en el barrio de Ibarra en Aramaio
Si visitáis Aramaio con niños, tened por seguro que nunca se olvidarán de este precioso valle.
Aquí cuenta la historia que nació Lope de Aguirre, el conquistador que viajó en busca del Dorado, y fue también aquí donde el sacerdote y guerrillero carlista, apodado el cura Santa Cruz, huyó tras deslizarse por el balcón del ayuntamiento donde permanecía preso de los liberales.
Para su huída se sirvió de varias tretas y utilizó las vendas con las que le habían curado para, bien anudadas, deslizarse balcón abajo.
Un baserritarra de la zona que era carlista y que le encontró en el río le ocultó en una cueva de muy difícil acceso, donde unas fotos un rosario y un libro recuerdan hoy al guerrillero.
De allí el cura carlista huiría a Francia, para acabar sus días en Colombia de misionero.
En el paseo por el casco histórico de Aramaio nos encontramos la ermita de Santa Ana; el crucero de la Piedad del siglo XVI; y la iglesia parroquial de San Martín, de estilo neoclásico y construída a principios del XIX.
Fachada de la iglesia de San Martín en Aramaio
Esta última, con planta de cruz griega, está considerada como una de las obras más interesantes del neoclasicismo alavés.
De Aramaio parten multitud de rutas y senderos para bordear o subir los montes cercanos, y a vuestros hijos les encantará, después de lo del tobogán (que no se os olvide) si les acercais a Olaeta.
Allí encontrareis un Parque al aire libre, el Hontza Extrem con actividades para gentes con ganas de aventura a partir de 4 años. Tienen escaladas, tirolinas, puentes que se balancean…
Como en una peli de Indiana Jones.
Y como la historia es ir a pasar el día y hay que comer os sugerimos algunos restaurantes por la zona.
La sidrería Iturrieta, es un lugar con preciosas vistas donde fabrican su propia sidra, y tiene una campa ideal para que jueguen los niños. En temporada de sidra sirven el típico menú, además de otro adaptado a los más peques.
El restaurante Dukiena, es de los de toda la vida. Pero es que además ofrece menú del día, excelentes plato combinados, y unos sanjacobos de no olvidar.
En la sidrería Untzueta encontrareis también un menú, y si estais de antojo, degustad alguna de sus especialidades a la parrilla.
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