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jueves, 3 de diciembre de 2015

Embargan a un jubilado por ampliar un metro su cocina.

 
 
 (La Voz de Galicia).- El Concello le multa con 4.778 euros, pero cobra 341 al mes y no tiene «ni para gas»
 

Vive en una infravivienda llena de ratas y humedad en la parroquia de Casteláns, en el monte de Covelo. Domingo Alonso tuvo que emigrar con 17 años a Buenos Aires y estuvo toda la vida trabajando como un burro. Ahora, en su vejez, con 77 años solo tiene una mísera pensión de 340 euros de Argentina y otra de un euro con ochenta céntimos mensuales que le concede el Gobierno español.

Quería volver a su aldea. Como la casa de sus antepasados estaba en tan malas condiciones pidió una ayuda a la Xunta. La Consellería de Asuntos Sociais le dio una subvención de 1.317 euros para mantener la habitabilidad de la vivienda y para dotarla de un mobiliario básico. Con el dinero arregló un poco el cuchitril y se hizo una pequeña cocina que actualmente no llega a los dos metros de ancho. Las obras de rehabilitación se iniciaron cuando Domingo se encontraba todavía en Argentina. En el 2000, el arquitecto municipal visitó la obra denunciada, situada en el barrio Arrroteña, y acreditó que además de las obras para las que se concedió la licencia «se ha realizado un ampliación de la vivienda. Dicha ampliación se está ejecutando mediante un forjado de hormigón que vuela aproximadamente un metro sobre las antiguas paredes. Lo ejecutado se valora en 50.000 pesetas».

El arquitecto añade en su informe que esta ampliación no es susceptible de legalización por encontrarse la construcción fuera de ordenación. «Constituye por lo tanto, según la Ley del Suelo de Galicia, una infracción grave. Deberá ordenarse la paralización y demolición de lo ampliado y tomar las medidas previstas»

Con el regreso a la aldea en el 2002 las relaciones familiares se deterioraron. Su hermana tiene otra finca y una casa que linda con su muro. Domingo cree que su sobrino, Odilo Álvarez, que fue concejal del BNG, «aspiraba a quedarse con mi finca» y «como no se la quería vender me hizo la vida imposible y me denunció». Además le puso al lado siete perros «que ladran por las noches y no puedo dormir».

Como el hombre no tiró la casa en estos quince años, el ORAL le impuso tres multas que suman, con los intereses, 4.778 euros. «Me embargaron la cuenta del banco», señala el jubilado, que solo cuenta con su pequeña paga. «No tengo dinero para encender el gas y tengo que cocinar con leña», relata en la exigua cocina de su casa. Su situación, con la llegada del invierno, es tan precaria que no dispone de dinero para calentarse y se abriga con mantas en una casa llena de humedad.

El Estado español solo le concede una pensión de 1,80 euros porque, aunque estuvo 14 años trabajando en España, «me contrataban y me despedían y no sé cuánto tiempo estuve cotizando», señala. Domingo Alonso pidió al Ministerio de Empleo una rehabilitación del complemento de mínimos por residencia en España pero la Seguridad Social le contestó que no estaba acreditado que tuviese residencia en España porque en esa época estuvo pasando más de 90 días en Argentina, donde está el apartamento en el que viven sus hijos. «Fui a visitarle y tuve una depresión y me quedé más de tres meses porque el médico no me aconsejaba viajar», recuerda.

Ahora, además de embargarle la cuenta, el Concello le pide otros 7.379 euros para llevar a cabo la demolición de la cocina ilegal.

«El Ayuntamiento me pide, además, 7.300 euros por la demolición parcial de la cocina»

Domingo Alonso

(Imagen tomada de La Voz de Galicia)





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