El origen del PSOE debe situarse en el
seno de la historia del movimiento obrero español dividido entre
anarquistas y socialistas, en conflicto en la Federación española de la
Primera Internacional.
Desde el primer Congreso celebrado en Barcelona
en 1870, la Federación española se decantó por no colaborar con los
partidos existentes, considerado como burgueses. La mayoría catalana en
el Congreso impuso su orientación anarquista. La Federación intentó
sobrevivir en medio de la represión emprendida por Sagasta,
alarmado por la Comuna de París Se prohibieron sus reuniones, se
cerraron periódicos y muchos líderes fueron detenidos. Lo que no
consiguió fue ilegalizar la AIT porque el Supremo se lo impidió alegando
que era una medida anticonstitucional.
En diciembre de 1871 llegó a
España el yerno de Marx, Paul Lafargue, al poco tiempo
de la derrota de la Comuna y para intentar que el marxismo prosperase en
el movimiento obrero español. Contactó con éxito con miembros
madrileños de la AIT, como Pablo Iglesias, que en 1870
había sido nombrado por los tipógrafos madrileños, junto con otros dos
compañeros, delegado del consejo local de la Internacional. Lafargue
escribió una serie de artículos en “La Emancipación” donde defendió la
necesidad de que se creara un partido político de la clase obrera.
En 1872 se celebró el Congreso de
Zaragoza, que fue disuelto por el gobierno. Al poco tiempo, la
Federación Madrileña expulsó al núcleo marxista de la capital, que fundó
la Nueva Federación Madrileña. El movimiento obrero español estaba en
auge, en pleno Sexenio Democrático, y sobre todo con la proclamación de
la Primera República, pero el golpe de Pavía y la posterior dictadura de Serrano
fueron letales para todas las organizaciones obreras.
En enero de 1874
se decretó la disolución de la Internacional. En ese mismo año, Iglesias
sería elegido para dirigir la Asociación General del Arte de Imprimir, y
comenzó a madurar la idea de fundar un partido. La Nueva Federación y
los tipógrafos madrileños estarían en el origen directo del Partido
Socialista.
El Partido Socialista Obrero Español
nació el día 2 de mayo de 1879 en la madrileña calle de Tetuán, en una
fonda a espaldas de la Puerta del Sol. En aquella taberna se reunieron
veinticinco personas: dieciséis tipógrafos, el núcleo principal del
nuevo partido, dos joyeros, un marmolista, un zapatero, cuatro médicos y
un doctor en ciencias. En ese mismo día se nombró una comisión
organizadora dirigida por Pablo Iglesias. Hasta su
muerte, acaecida en 1925, lideró el partido. El manifiesto y programa de
la nueva formación política reclamaba la emancipación de los
trabajadores, la instauración de la propiedad social y la posesión del
poder político por parte de la clase obrera. Incluimos una parte del
mismo.
Insertamos el Programa del PSOE del 9 de julio de 1879:
“Considerando que la sociedad actual tiene tan sólo por fundamento el antagonismo de clases;
Que éste ha alcanzado en nuestros
días su mayor grado de desarrollo, como bien claro lo revela el cada vez
más reducido número de los inmensamente ricos y el siempre creciente de
los inmensamente pobres;
Que la explotación que ejercen
aquellos sobre éstos es debida únicamente a la posesión de los primeros
de la tierra, máquinas y demás instrumentos de trabajo;
Que dicha posesión está garantizada por el poder político, hoy en manos de la clase explotadora; es decir, de la clase media.
Por otra parte:
Considerando que la necesidad, la
razón y la justicia exigen que el antagonismo entre una y otra clase
desaparezca, reformando o destruyendo un estado social que tiene sumidos
en la más espantosa miseria a los que emplean toda su vida en producir
riqueza que poseen los que en muy poco, o nada, son útiles a la
sociedad;
Que esto no se puede conseguir más
que de un solo modo: aboliendo las clases y con ellas los privilegios y
las injusticias que actualmente reinan y creando en su lugar
colectividades obreras unidas entre sí por la reciprocidad y el interés
común;
Que las transformaciones de la
propiedad individual en propiedad social o de la sociedad entera es la
base firme y segura en que ha de descansar la emancipación de los
trabajadores.
Que la poderosa palanca con que
éstos han de remover y destruir los obstáculos que a dicha
transformación de la propiedad se opongan ha de ser el Poder político,
del cual se vale la clase media para impedir la reivindicación de
nuestros derechos.
Por todas estas razones, el Partido Socialista Obrero Español declara que su aspiración es:
Abolición de clases, o sea,
emancipación completa de los trabajadores. Transformación de la
propiedad individual en propiedad social o de la sociedad entera.
Posesión del poder político por la clase trabajadora.
Y como medios inmediatos para acercamos a la realización de este ideal, los siguientes:
Libertades políticas. Derecho de
coalición o legalidad de las huelgas. Reducción de las horas.
Prohibición del trabajo de los niños menores de nueve años, y de todo
trabajo poco higiénico o contrario a las buenas costumbres, para las
mujeres. Leyes protectoras de la vida y de la salud de los trabajadores.
Creación de comisiones de vigilancia, elegidas por los obreros, que
visitarán las habitaciones en que éstos vivan, las minas, las fábricas y
los talleres. Protección a las Cajas de socorros mutuos y pensiones a
los inválidos del trabajo. Reglamento del trabajo de las prisiones.
Creación de escuelas gratuitas para la primera y segunda enseñanza y de
escuelas profesionales en cuyos establecimientos la instrucción y
educación sean laicas. Justicia gratuita y Jurado para todos los
delitos.
Servicio de las Armas obligatorio y universal y milicia
popular. Reformas de las leyes de inquilinato y desahucios y de todas
aquellas que tiendan directamente a lesionar los intereses de la clase
trabajadora. Adquisición por el Estado de todos los medios de transporte
y de circulación, así como de las minas, bosques, etc., y concesión de
los servicios de estas propiedades a las asociaciones obreras
constituidas o que se constituyan al efecto.
Y todos aquellos medios que
el Partido Socialista Obrero Español acuerde según las necesidades de
los tiempos.
Madrid, 9 de julio de 1879.
Alejandro OCINA, Gonzalo H. ZUBIAURRE, Victoriano CALDERÓN, Pablo IGLESIAS.”

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