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jueves, 24 de marzo de 2016

El suicidio europeo ante Turquía - Thierry Meyssan


Durante la conferencia de prensa del 18 de marzo de 2016, parecía que el presidente de la Unión Europea, Donald Tusk –un polaco que defiende los intereses de Alemania–, trataba de apaciguar la cólera del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker –un súbdito de Luxemburgo que defiende los intereses de Estados Unidos–, bajo la mirada socarrona del primer ministro turco, Ahmet Davutoglu.

Al firmar con Turquía un acuerdo –por lo pronto ilegal a la luz del derecho internacional– para frenar la oleada de migrantes, los dirigentes de la Unión Europea dan un nuevo paso en lo que podríamos llamar su pacto con el diablo. Gran parte de los 3 000 millones de euros asignados a Ankara irán a parar al financiamiento de los yihadistas y, por tanto, incrementarán la cantidad de migrantes que huyen de la guerra. Por cierto, al levantar, en los próximos meses, la exigencia de visas a los ciudadanos turcos, los europeos instituyen de hecho la libre circulación entre los campamentos de al-Qaeda y Bruselas. Al imponer a los pueblos de Irak y Siria la amenaza y la opresión de los yihadistas, a los que financian indirectamente, y al abandonar al pueblo turco entre las garras de la dictadura del presidente Erdogan, los europeos sientan las bases de un amplísimo enfrentamiento del que ellos mismo acabarán siendo víctimas.


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Al precio de 500 millones de euros, Recep Tayyip Erdogan hizo erigir el palacio más grande dedicado a ser residencia de un jefe de Estado en todo la historia del mundo. El “palacio blanco”, referencia al color de su partido –el AKP– abarca 200 000 metros cuadrados y dispone de todo tipo de instalaciones, entre los que se hallan búnkeres ultramodernos de alta seguridad con comunicaciones vía satélite. 
• En tercer lugar, el presidente Erdogan está utilizando poderes que se ha arrogado, en violación de la Constitución turca, para convertir el Estado turco en padrino del yihadismo internacional. En diciembre de 2015, la policía y la justicia turcas lograron comprobar que el propio presidente Erdogan y su hijo Bilal mantenían vínculos personales con Yasin al-Qadi, el banquero de al-Qaeda. Así que el presidente turco destituyó a los policías y magistrados que se habían atrevido a «atentar contra los intereses de Turquía» (sic), mientras que el propio Yasin al-Qadi y el Estado turco emprendían un proceso judicial contra el periódico de izquierda BirGün por haber reproducido mi editorial titulado «Al-Qaeda, eterno auxiliar de la OTAN». 
En febrero pasado, la Federación Rusa entregaba al Consejo de Seguridad de la ONU un informe de inteligencia que demostraba el apoyo que el Estado turco aporta al yihadismo internacional, en violación de numerosas resoluciones de ese mismo órgano de Naciones Unidas [8]. Yo mismo publiqué un estudio detallado sobre esas acusaciones, estudio que fue inmediatamente censurado en Turquía [9].





La respuesta de la Unión Europea 




La Unión Europea había enviado una delegación encargada de supervisar las elecciones legislativas turcas de noviembre de 2015. Esa delegación pospuso durante mucho tiempo la publicación de su informe, para acabar publicando una breve versión edulcorada de ese texto.
Presas del pánico ante la respuesta de sus poblaciones, que están reaccionando duramente ante la entrada masiva de migrantes –y, en el caso de los alemanes, ante la abolición del salario mínimo provocada por esa oleada de migrantes–, los 28 jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea han preparado con Ankara un procedimiento para que Turquía se encargue de resolverles el problema. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, señaló de inmediato que la solución adoptada viola el derecho internacional. Pero, incluso suponiendo que sea posible mejorar las cosas, no es ese el problema fundamental.


La Unión Europea se ha comprometido:

a pagar a Turquía 3 000 millones de euros al año para que ese país ayude la Unión a enfrentar sus obligaciones… pero no establece ningún mecanismo de verificación del uso que dará Ankara a esos fondos;
a eliminar la exigencia de visas a los turcos para entrar en los países de la Unión Europea [10] –medida que debe entrar en vigor en sólo meses, quizás incluso en unas pocas semanas; 
a acelerar las negociaciones sobre la adhesión de Turquía a la Unión Europea –lo cual será a mucho más largo plazo y menos probable que la medida sobre la eliminación de la exigencia de visas.

En otras palabras, cegados por la reciente derrota electoral de Angela Merkel [11], los dirigentes europeos se limitaron a buscar una solución temporal para frenar el flujo de migrantes, sin tratar de resolver la causa del problema y sin tener en cuenta la infiltración de yihadistas que puede producirse a través de ese flujo.




¿Qué hemos hecho?


El antecedente de Munich 

 
En los años 1930, las élites europeas y estadounidenses consideraban que la URSS, debido a su modelo, representaba una amenaza para sus intereses de clase. Y por eso apoyaron colectivamente el proyecto nazi tendiente a colonizar el este de Europa y a destruir los pueblos eslavos. A pesar de los repetidos llamados de Moscú a la creación de una gran alianza contra el nazismo, los dirigentes europeos aceptaron entonces todas las exigencias del canciller Adolfo Hitler, incluyendo la anexión de los Sudetes. Así surgieron los acuerdos de Munich (1938), ante los cuales la URSS se vio obligada a adoptar una política de “sálvese quien pueda” que la llevó, por su parte, a firmar el pacto germano-soviético (1939). Ya era demasiado tarde cuando algunos dirigentes europeos, y más tarde estadounidenses, por fin se dieron cuenta del error que habían cometido y finalmente se decidieron a aliarse con Moscú en contra de los nazis.


Y hoy estamos viendo la repetición de los mismos errores. Las élites europeas ven en la República Árabe Siria un adversario, ya sea porque defienden el punto de vista colonialista de Israel o porque abrigan la esperanza de recolonizar el Levante para sí mismas y de apoderarse así de las gigantescas reservas de gas aún sin explotar que existen en esa región. Por eso apoyaron la operación secreta de Estados Unidos tendiente a provocar un «cambio de régimen» y fingieron creerse la fábula de la «primavera árabe». Al cabo de 5 años de guerra a través de intermediarios, viendo que el presidente sirio Bachar al-Assad sigue en Damasco a pesar de los miles de veces que se predijo su dimisión, los europeos deciden ahora financiar con 3 000 millones de euros al año el apoyo que Turquía aporta a los yihadistas. Según la lógica de las élites europeas, ese financiamiento tendría que llevarlas finalmente a la victoria y poner fin a la ola migratoria. Y ya será demasiado tarde cuando se den cuenta [12] de que, al eliminar la exigencia de visas a los nacionales turcos, han autorizado la libre circulación entre los campamentos de al-Qaeda en Turquía y Bruselas [13]. 


La comparación con el fin de los años 1930 viene a nuestra mente sobre todo porque en el momento de los acuerdos de Munich el Reich nazi ya había anexado Austria, sin que ello provocara ninguna reacción notable de parte de los demás Estados europeos. Hoy en día, Turquía ya ocupa el noreste de Chipre, país miembro de la Unión Europea, y una franja de varios kilómetros de profundidad en Siria, territorio sirio que incluso administra a través de un walli (prefecto), nombrado expresamente por Ankara. No sólo la Unión Europea guarda silencio sobre esos hechos sino que, con su actitud, estimula a Ankara a proseguir con su política de anexiones, que de hecho viola el derecho internacional. La lógica común del canciller Hitler y del presidente Erdogan se basa en la unificación de la «raza» y la purificación de la población. Hitler quería unir las poblaciones de «raza alemana» y purificarlas excluyendo a los elementos «extranjeros» (judíos y roms), Erdogan quiere unir las poblaciones de «raza turca» y purificarlas excluyendo a los elementos «extranjeros» (kurdos y cristianos). 


En 1938, las élites europeas creían en la amistad del canciller Hitler. Hoy en día creen en la del presidente Erdogan. 


Thierry Meyssan

[1] “Next operational steps in EU-Turkey cooperation in the field of migration”, Voltaire Network, 16 de marzo de 2016.
[2] «La miopía de la Unión Europea ante la estrategia militar de Estados Unidos», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 27 de abril de 2015.
[3] «La falsa “crisis de los refugiados”», por Thierry Meyssan, La República(España) y Red Voltaire, 7 de septiembre de 2015.
[4] «Hacia el fin del sistema Erdogan», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 15 de junio de 2015.
[5] «La Turquía de hoy continúa el genocidio armenio», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 30 de abril de 2015.
[6] «Discours de Vladimir Poutine pour le 70e anniversaire de la Victoire de la Grande Guerre Patriotique », por Vladimir Putin, Réseau Voltaire, 9 de mayo de 2015.
[7] «La Unión Europea abandona a los defensores de las libertades en Turquía», por Can Dundar, Le Monde (Francia) Red Voltaire, 19 de marzo de 2016.
[8] «Informe de la inteligencia rusa sobre actual apoyo de Turquía al Emirato Islámico», Red Voltaire, 18 de febrero de 2016.
[9] «Cómo apoya Turquía a los yihadistas», por Thierry Meyssan,Red Voltaire, 22 de febrero de 2016.
[10] “Roadmap towards a visa-free regime with Turkey”, Voltaire Network, 16 de marzo de 2016.
[11] “Alternative für Deutschland nimmt kein Blatt vor den Mund”, por Ian Blohm, Übersetzung Horst Frohlich, Strategic Culture Foundation (Rusia),Voltaire Netzwerk, 12 de marzo de 2016.
[12] «Carta abierta a los europeos atrapados tras la cortina de hierro israelo-estadounidense», por Hassan Hamadé, Red Voltaire, 24 de mayo de 2014.
[13] “Israeli general says al Qaeda’s Syria fighters set up in Turkey”, Dan Williams, Reuters, 29 de enero d
e 2014.
 

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