Se habla mucho de que no hay una política común en Europa. Y es verdad. Pero lo que no se dice es que en cuanto a lo económico, la Unión Europea es un crisol de territorios cada vez más desiguales.
Poco se habla estos días de economía. Temas tan importantes
como los atentados yihadistas o el crimen perpetrado contra los refugiados
hacen que el impacto mediático sea de baja intensidad fuera de esos
acontecimientos.
Por eso, resulta que ha pasado casi inadvertida una medida
tomada en Alemania. Y es que el gobierno de la Sra. Merkel ha decidido, como si
de algo normal se tratara, aumentar las pensiones de los alemanes en un 4,25%para los jubilados del oeste y en un 5,95% para los del este.
Se trata de una medida que contrasta con lo que ocurre en otros países europeos, sin ir más lejos el nuestro. Recordemos que ya hace dos años en los que este magnífico gobierno, que tanto cuida a sus ciudadanos, ha autorizado la subida de las pensiones en un 0,25% o sea veinte veces menos que en Alemania. Por no hablar de Grecia, donde las pensiones se han visto reducidas de forma exagerada en los últimos años.
Esta es la Europa solidaria que tanto admiramos. La Europa
de la Sra. Merkel, la misma que ha forzado el retraso de la edad de jubilación
a los 67 años en España (mientras ellos la han adelantado a los 63) y a la que
le parece excesivo lo que cobran los jubilados hispanos. Es la Europa de los poderosos,
la que impone la ley del más fuerte. La que comanda Alemania, con su dama de
hierro al frente, y que no hace sino implantar limitaciones a otros países,
mientras ellos se benefician de ello.
El principal destino exportador de Alemania es la Unión
Europea, donde españoles, portugueses y griegos, entre otros, nos hinchamos a
comprar productos germanos para su beneficio y ninguno para el nuestro.
Es el país a donde van muchos de nuestros jóvenes capacitados y cualificados,
expulsados de España por su imposibilidad de acceder al mercado laboral. Y todo
a cambio de casi nada.
Esta institución nos muestra lo fácil que es, cuando la
organización es asimétrica e injusta, imponer la ley del más fuerte, la del pez
grande que se come al chico. Porque impera la insolidaridad y la avaricia.
Porque se produce un capitalismo salvaje que condena a los países más débiles a
ser clientes, cuando no criados, de los más ricos.
Y ahí la tienen ustedes, la Sra. Merkel, esa gobernanta que
mientras que, por un lado, ordena recortes, ajustes y demás condicionantes
asfixiantes a los países del sur, por otro, sigue beneficiando a los suyos con
aumentos que no hacen sino incrementar la desigualdad entre los distintos países.
Mientras Grecia se ahoga, Portugal sufre aguadillas y España flota como puede;
el Reino Unido se plantea salirse para poder obtener más beneficios, Francia hace lo
que le da la gana sin someterse casi a los recortes, y Alemania sigue creciendo a
costa de los demás.
Verdaderamente se trata de una unión maravillosa, y esto es
en lo tocante a la economía. Podríamos hablar de derechos humanos o de otros
valores que día a día se están conculcando para ruina social de este
territorio, cada vez más viejo, más inhumano y más desigual. Quo vadis Europa!
Salud y República
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