Rajoy logra aparcar al reprobado Fernández Díaz como presidente de una
comisión en el Congreso. Entre todos, le pagaremos la subida de sueldo
al exministro acusado por espiar a opositores
Cuenta Fernández Díaz que fue en Las Vegas donde
tuvo "una experiencia personal muy intensa" y se convirtió para seguir a
Cristo. Después, llegaron las medallas a la virgen que tuvimos que
pagar entre todos. Es curioso, porque el mismo Fernández que hizo tan
fácil esa conversión celestial, no ha asumido, aquí en la tierra, que
debería convertirse a la vida mundana y dejar de cobrar una pasta en un
cargo público.
No es que queramos castigar a
Fernández Díaz. Él, que predica la moral, debería comprender que no es
digno de este puesto alguien acusado de grabar a opositores siendo
Ministro del Interior. Esto, que es gravísimo en democracia, no ha
ocurrido en el infierno, ni en Venezuela, ha pasado en España.
Aun así,
el todopoderoso Rajoy no se conforma con que Fernández siga como
diputado. Le ha puesto la medalla de presidir una comisión en el
Congreso. Ha bendecido al ministro de las escuchas con un plus de 20.000
euros. En total, le pagaremos unos 85.000 euros al año.
Primero iba a ser el PSOE el monaguillo de semejante
alumbramiento. Fue cuando Antonio Hernando nos dijo que había un pacto
con el PP y que no iban a proponer o votar a un candidato alternativo.
Luego, algún socialista tuvo una conversión como la de Las Vegas y
concluyó que comulgar con Fernández era mucho flagelo.
Demasiado para el
PSOE castigar a los presidentes de comisión sanchistas y elevar a los
altares al exministro al mismo tiempo. Así que, al final, Rajoy, que
ahora va de dialogante, coloca a Fernández Díaz en Peticiones, que no
requiere votación.
Ruega por nosotros, te pedimos, que ya sabemos que a
Dios rogando…
Fernández Díaz cita a San Pablo y nos
dice que "donde sobreabundó el pecado, sobreabundó la gracia".
Sobreabunda el bochorno que presida una comisión, reprobado y pendiente
de investigar por espionaje. Sobreabunda la gracia, pero de chiste, que
el PP diga que no absolver a Fernández sería "populismo como el
venezolano". El mundo al revés. No va a gustarle a San Pablo.
Hay otro santo, San Agustín, con el que Fernández Díaz dice sentirse
"identificado por las cosas que cuenta de cuando era un golfo". Señor
Fernández, piense usted en aquel espíritu de conversión. Con 66 años,
hace ya casi 40 que empezó a cobrar de la política y acaba de darnos un
triste ejemplo.
Después de pillarle con las escuchas, debería haber
pedido perdón, haber hecho penitencia y haberse ido a su casa. Habría
tenido más tiempo para recibir a Rato, volverían a hablar "de Twitter" y
hasta podría acompañarle a rezar, como tanto le gusta, al Valle de los
Caídos.
Ahora, señor Fernández, no cuente ya con su
ángel Marcelo, aquel que le ayudaba a aparcar. Marcelo también se ha ido
al paro, porque Rajoy acaba de quitarle el puesto. Ahora, es Mariano el
que le ha buscado a usted un buen aparcamiento.
Pero dígale a don
Mariano qué es pecado: quitarle el curro a Marcelo y que tengamos que
seguir pagándole a usted semejante aparcamiento.
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