Por primera vez en 1996, siendo presidente Aznar y ministra Esperanza
Aguirre, se le otorgó la Medalla de las Bellas Artes a un torero
En su brillante ensayo titulado Del asesinato considerado como una de las bellas artes,
publicado en 1827, Thomas de Quincey dejó muy claro, sin lugar a dudas,
que el asesinato es moral y éticamente condenable, y que si aún no se
ha llevado a cabo, estamos en la obligación moral y ética de hacer todo
lo que esté a nuestro alcance para evitar que se cometa. Si ya ha sido
perpetrado, se puede evaluar desde el punto de vista artístico y
estético, sin que esto justifique seguir asesinando.
En relación a la tauromaquia, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España no comparte este planteamiento.
El martes 6 de febrero tuvo lugar la ceremonia de entrega de las
Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes correspondientes a 2016,
con las que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
ha distinguido a diecinueve personalidades y dos instituciones del
mundo artístico y cultural español.
Cinco músicos, tres actores, un
cocinero, dos modistas, un bailarín, una directora de teatro, dos
editores, una poeta, dos instituciones culturales, dos directores
de instituciones culturales... y un matador de toros.
Supuestamente en
nombre de los galardonados, el actor José Coronado señaló que es
obligación de los artistas contribuir a crear una sociedad "mejor, más
justa, sana, unida, culta".
¿Se puede considerar que
lidiar, torturar y matar a un noble animal contribuye a crear una
sociedad mejor, más justa, sana, unida y culta? ¿Justamente ahora que el Comité de los Derechos del Niño se ha pronunciado
en contra de que España permita que los niños, niñas y adolescentes
participen y asistan a eventos taurinos como ya lo ha hecho en otros
seis países?
El 26 de octubre de 1965 los cuatro
miembros de los Beatles fueron al Palacio de Buckingham para recibir
medallas de Miembro de la Orden más Excelente del Imperio Británico
(MBE) de la Reina Isabel II. Dado que la música rock todavía tenía una
connotación negativa en la mayoría de la sociedad, la reacción de muchos
que habían sido homenajeados anteriormente era predecible: varios
devolvieron sus condecoraciones con disgusto.
El coronel Frederick Wagg
fue el caso más emblemático: devolvió las doce medallas que había ganado
en las dos guerras mundiales, renunció al Partido Laborista (cuyo
primer ministro había propuesto la condecoración) y declinó asistir a la
ceremonia. "Condecorar a los Beatles", escribió, "es burlarse de todo
lo que representa este país.
Los escuché cantar y creo que son
terribles". Pero sus protestas no fueron atendidas y la ceremonia, en la
que 189 personas recibieron premios, se llevó a cabo. A pesar de la
formalidad del protocolo, los Beatles firmaron autógrafos para unos
cincuenta destinatarios más, incluido un hombre que le dijo a McCartney:
"Lo quiero para mi hija. No sé lo que ella ve en ti".
Cuatro años más tarde, Lennon devolvió su MBE. "Su Majestad", escribió,
"estoy devolviendo mi MBE como una protesta contra la participación de
Gran Bretaña en la guerra Nigeria-Biafra, contra nuestro apoyo a Estados
Unidos en la de Vietnam y contra la censura de mi canción Cold Turkey.
Con amor, John Lennon". Curiosamente, John Lennon, el beatle más
contrario a obtener el MBE, el propio 'Mr. Anti-Establishment', dio la
opinión más convincente sobre este asunto: "Muchos de los que se
quejaron de que a nosotros nos dieran el MBE recibieron los suyos por
heroísmo en la guerra", dijo, "se los dieron por haber matado a
personas.
A nosotros nos lo dieron por haber divertido a la gente. Creo
que nosotros nos los merecemos más".
España es
diferente. Desde 1970 el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
(anteriormente Ministerio de Educación y Ciencia) concede las Medallas
de Oro al Mérito en las Bellas Artes "a aquellas personas o
instituciones que destaquen en los campos literario, dramático, musical,
coreográfico, de interpretación, etcétera".
Se supone que
estas medallas distinguen "a las personas y entidades que hayan
destacado en el campo de la creación artística y cultural o hayan
prestado notorios servicios en el fomento, desarrollo o difusión del
arte y la cultura o en la conservación del patrimonio artístico". Se ha
condecorado cada año a personas que de una u otra manera, con mayor o
menor mérito, han sido calificadas según esas pautas, con más o menos
polémica.
Por primera vez en 1996, siendo presidente
del Gobierno José María Aznar y ministra Esperanza Aguirre, se le otorgó
la Medalla al torero Antonio Ordóñez. No sé si a alguno de los otros
galardonados se le pasó por la mente que uno de ellos iba a recibir la
Medalla con las manos manchadas de sangre inocente. Si lo hizo no lo
manifestó en público.
Y mucho menos alguien rechazó o devolvió la
medalla. El año siguiente fueron condecorados no uno sino dos toreros:
Santiago Martín Sánchez 'El Viti' y Francisco Romero López 'Curro
Romero'. En 1998 le tocó a Miguel Báez Espuny, y en 1999 al rejoneador y
ganadero Álvaro Domecq Díez .
Con Mariano Rajoy como ministro se
premió Antonio Chenel Albadalejo 'Antoñete', y con Pilar del Castillo a
Rafael de Paula, Manolo Vázquez y Juan Antonio Ruiz 'Espartaco'.
Durante
la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero no cambió el panorama,
ni con la ministra María Jesús San Segundo, que premió a Paco
Camino, José María Manzanares, Enrique Ponce y al crítico taurino Manolo
Molés, ni con Mercedes Cabrera, que hizo lo mismo con José Tomás,
Francisco Rivera Ordóñez y Luis Francisco Esplá. Ángel Gabilondo le
entregó la Medalla a José Miguel Arroyo Delgado 'Joselito', José
Martín-Vázquez Bazán 'Pepín Martín Vázquez', y al rejoneador Ángel
Peralta Pineda.
José Ignacio Wert, responsable también del taurino Plan Pentauro
y que usó su primera comparecencia parlamentaria para defender la
tauromaquia y su promoción como si fueran de máxima prioridad, se la
otorgó a Manuel Benítez Pérez 'El Cordobés', al ganadero Victorino
Martín Andrés y al rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza Cantón. El actual
ministro, Íñigo Méndez de Vigo, ha premiado hasta ahora a Julián López
Escobar 'El Juli' y a Dámaso González Carrasco.
Extrañamente, hasta la fecha ninguno de los otros
condecorados ha mostrado disconformidad alguna con ser puesto al nivel
de personas que se dedican a maltratar animales.
Solo ha habido
devolución o rechazo de las medallas en dos casos: el primero, más
extrañamente aún, cuando los toreros Paco Camino y José Tomás las
devolvieron al ser premiado Francisco Rivera Ordóñez, ya que les invadió
"la sensación de que los responsables de Cultura no habían comprendido
bien las razones por las que se premia al toreo." Esa misma sensación
nos invade a muchos ciudadanos, pero al parecer a ninguno de los
galardonados.
El único caso de rechazo explícito de un reconocimiento de este tipo fue el del músico Josep Soler i Sardà, como muestra
de su desacuerdo con la política del Ejecutivo de Mariano Rajoy en
materia cultural y educativa, argumentando que "aceptar el
reconocimiento sería aceptar la autoridad del Gobierno español, y yo no
quiero saber nada del ministro [José Ignacio] Wert ni del Gobierno de
Rajoy, porque a ellos no les interesa en absoluto ni la cultura ni la
educación".
Ese año, 2013, solo habría compartido la Medalla con el
rejoneador y escritor Ángel Peralta Pineda.
Al año siguiente otro reconocimiento, el Premio Nacional de Música, fue rechazado por el músico Jordi Savall,
por estimar que procedía de un Gobierno responsable del "desinterés y
la incompetencia" en la defensa del arte, que mantiene en el olvido el
patrimonio musical hispánico y que "menosprecia" a los músicos que se
dedican a mantenerlo vivo.
En paralelo, se otorgó el
Premio Nacional de Tauromaquia al fotógrafo especializado en esta
temática Francisco Cano 'Canito', y a otra treintena de creadores les
fueron concedidos los correspondientes premios en sus disciplinas, sin
que ninguno de ellos se percatara de que los estaban poniendo al nivel
de quien promociona y ensalza el maltrato animal.
Ni siquiera Adela
Cortina, autora de Las fronteras de la persona. El valor de los animales, la dignidad de los humanos, a quien le fue concedido el Premio de Ensayo por la obra ¿Para qué sirve realmente la Ética?
El Premio Nacional de Tauromaquia se instituyó en 2011 para "reconocer
los méritos extraordinarios de un profesional en las diferentes
actividades de la tauromaquia durante el año, o de una persona o
institución que haya destacado por su labor en favor de la difusión de
los valores culturales de la tauromaquia durante el mismo periodo.
En
casos excepcionales, debidamente motivados, también podrá otorgarse como
reconocimiento a una trayectoria profesional". Curiosamente incluye
treinta mil euros, mientras que el de Historia y el de Literatura solo
merecen veinte mil.
Volviendo a las Medallas de Oro,
entendemos que a Joaquín Sabina, ferviente taurino, le debe de haber
encantado recibirla junto a José María Manzanares. Lo mismo que a Pedro
Almodóvar junto a Miguel Báez Espuny y Pepe Luis Vázquez en 1998. ¿Pero
cómo se habrán sentido Carmen Balcells y Verónica Forqué junto a Álvaro
Domecq Díaz en 1999? ¿O Daniel Barenboim, Cecilia Bartoli, Alicia Alonso
o María Joâo Pires junto a José Tomás?
¿O Pilar Bardem junto a Fran
Rivera? ¿O Forges, valiente antitaurino, junto a Joselito? ¿O Alaska
que posó en campañas de PETA
y Anima Naturalis contra la tauromaquia y recibió la Medalla junto a El
Cordobés? ¿Y Anne-Sophie Mutter y Jean Reno junto a Pablo Hermoso de
Mendoza? Nunca lo sabremos. Y este año tampoco hubo sorpresa, nadie
mostró disconformidad alguna.
¿Llegará el día en el
que veamos a un galardonado rechazar la Medalla u otro premio por el
hecho de no querer ponerse al nivel de un maltratador de animales? ¿O
que en la ceremonia de entrega se haga alusión a lo absurdo que es
considerar la tauromaquia como una de las bellas artes, y además premiar
a quien se dedica a ella?
Quizás podamos ver algo el próximo año,
cuando Andrés Rábago García, El Roto, que ha poblado nuestro imaginario
colectivo con viñetas antitaurinas y ha ilustrado la obra pionera Antitauromaquia,
de Manuel Vicent, reciba merecidamente la Medalla de Oro al Mérito de
las Bellas Artes 2017.
Aunque en esa ocasión el aludido no podrá
escucharlo, ya que Dámaso González Carrasco, el torero galardonado, lo
ha sido a título póstumo. Y ojalá sea el último.
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