Billy el Niño disfrutó con su trabajo,
según relatan sus víctimas. Los calabozos de la Dirección General de
Seguridad (DGS) en la Puerta del Sol retienen historias de torturas en
las que el expolicía condecorado de la Brigada Político Social (BPS)
participaba con “especial ensañamiento”, según queda recogido en muchas
denuncias.
Las fechorías quedaron grabadas con nombres como el
‘pasillo’, el ‘repasito’, el ‘saco de golpes’ o la ‘bañera’. Y una de
sus favoritas, y más crueles: el colgamiento de una barra.
Así lo cuentan sus víctimas en las siete
querellas presentadas hasta el momento contra Juan Antonio González
Pacheco, alias Billy el Niño. La extrema violencia policial queda
acreditada con las declaraciones de represaliados en la dictadura de
Franco.
La humillación, el debilitamiento y la violencia psicológica contra los detenidos eran prácticas habituales, como muestran los documentos testimoniales a los que ha tenido acceso eldiario.es.
La humillación, el debilitamiento y la violencia psicológica contra los detenidos eran prácticas habituales, como muestran los documentos testimoniales a los que ha tenido acceso eldiario.es.
Estos
eran algunos de los ‘trabajos’ y fechorías preferidas del torturador
franquista Billy el Niño.
El ‘pasillo’.
El detenido pasa entre dos filas de agentes policiales que golpean con
porras, vergajos, puños americanos, patadas y puñetazos.
El ‘repasito’.
Propinar fuertes golpes, sin dejar marcas en el cuerpo, con guías
telefónicas y porras de goma. Táctica empleada entre interrogatorios.
Colgamiento de una barra.
Esposado por la muñeca delante de los tobillos, el detenido queda
suspendido por la articulación de las rodillas. La postura deja
expuestos los glúteos, genitales y plantes de los pies para ser
golpeados. El dolor es muy intenso. Provocaba abundantes hemorragias y
presencia de sangre y coágulos en la orina durante meses. Una de las
prácticas más usadas por los agentes de la BPS por la extrema posición
de vulnerabilidad y la nula posibilidad de defensa.
‘Saco de golpes’.
Billy el Niño bautizó así a los puñetazos y patadas repetidas en el
cuerpo de sus víctimas que descargaba con movimientos y gritos copiados
del kárate y las artes marciales. Le “encantaba” propinar estas palizas
pronunciando los nombres de las técnicas empleadas para mostrar su
pericia en la materia, según el relato de las víctimas.
La ‘bañera’.
Introducción de la cabeza en aguas “extremadamente sucias y
nauseabundas” hasta el práctico ahogamiento del detenido. Cuando la
víctima llega a perder el conocimiento siente la sensación de que va a
morir.
Apagar cigarrillos. En la cara o en la cabeza.
Golpes en la cabeza. Con una guía telefónica. Sin marcas. Origina intensas cefaleas.
Una de los objetivos en las
sesiones de tortura era evitar daños irreversibles y golpear sin dejar
marcas. Cuando era posible. Con un doble propósito: no minar del todo la
resistencia física y psicológica de la víctima y eludir pruebas ante
posibles denuncias de los sometidos a castigo en los calabozos de la
madrileña Puerta del Sol.
Pero también se negaba agua y comida, o el sueño, a presos desnudos que acaban manchados por sus propios excrementos.
Pero también se negaba agua y comida, o el sueño, a presos desnudos que acaban manchados por sus propios excrementos.
Las torturas de la BPS
tenían su propio protocolo. A los golpes durante la detención y el
traslado en vehículo policial seguía el encierro y aislamiento. Luego
los intensos y continuados interrogatorios. E incluso médicos que
comprobaban las constantes vitales y el estado de resistencia de los
apresados.
Encierro y aislamiento. Una celda con un petate y una manta. No permitir el contacto con familiares ni abogados durante el periodo de detención.
Interrogatorios.
Constantes bajadas y subidas desde calabozos a salas de interrogación.
Alternar estas situaciones provoca desorientación forzada y desubicación
espacio temporal. Las prácticas quedan prolongadas durante horas para
derrumbar a los apresados y obtener información de sus actividades.
Porque la dictadura
respondía a las manifestaciones antifranquistas con más acciones
represivas. Y en ese escenario uno de los actores principales fue Billy
el Niño. El torturador que nunca ha sido condenado por sus acciones. Ni juzgado, pese a las querellas.
Al contrario, González Pacheco mantiene una medalla al mérito policial con un incremento del 15% en su pensión.
Radiador. La víctima queda esposada a un radiador. El calor acaba produciendo aturdimiento, mareo, fatiga.
Debilitamiento. No proporcionar agua o bebida alguna. Escasa o nula alimentación. Negar el descanso. Duchas de agua fría.
Humillación.
Despojar de la ropa para mantener desnuda a la víctima. No permitir
realizar las necesidades fisiológicas ni el aseo, a las mujeres
incluyendo el periodo de menstruación.
Violencia psicológica. Insultos y amenazas. Coacciones indicando posibles daños a familiares y compañeros.
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