
Igual que no puede haber franquismo sin Franco, ni castrismo sin Castro,
ni fraguismo sin Fraga, ni estalinismo sin Stalin, no podía haber
marianismo sin Mariano, han decidido los compromisarios con lógica
aplastante
Al final, este mítico 19
Congreso extraordinario popular se redujo a un dilema más sencillo y
básico de cuánto todos preveíamos. Apuntarse a la tesis maríanista de
que lo importante se había hecho bien y la presencia de Pedro Sanchez en
la Moncloa era un accidente, o enrolarse en la ilusión de que los votos
se les habían ido por blandos y volverán cuando se recupere la pureza
ideológica popular.
Se impuso con claridad indiscutible la vuelta a las
esencias de un Partido Popular que, históricamente, solo ha llegado a la
mayoría absoluta cuando se ha apartado de ellas.
Si
alguno tenía alguna duda, seguramente se le despejó al comparar la pieza
magistral impartida por Mariano Rajoy la víspera y el manual sobre cómo
arruinar un buen discurso aportado por Soraya en su intervención. Igual
que no puede haber franquismo sin Franco, ni castrismo sin Castro, ni
fraguismo sin Fraga, ni estalinismo sin Stalin, no podía haber
marianismo sin Mariano, han decidido los compromisarios con lógica
aplastante.
Lo más paradójico es que no les resulte contradictoria esta
fe renovada en un aznarismo sin Aznar.
En el PP parecen convencidos de haber perdido 4 millones
de votos no por la corrupción o las políticas de sufrimiento masivo,
sino por no agarrarse a las esencias, plantar cara a los supuestos
abusos del discurso de género, defender como Dios manda a la familia o
combatir la eutanasia. Y puede que tengan razón.
Seguramente los
millones de españoles que han pagado las políticas de deterioro,
descapitalización y desmantelamiento de la sanidad, la educación, el
empleo o la dependencia, no tenían otra preocupación en la cabeza que la
defensa a ultranza de la libre elección educativa de la familia
española o las cuotas en los consejos de administración.
Calificar el repertorio de frases hechas de Pablo Casado como un
discurso ideológico parece tan exagerado como sostener que el pan del
molde ha supuesto el mayor invento reciente de la humanidad. Solo el
tiempo dirá si buscar un clon de Albert Rivera fue la mejor manera de
pararlo.
O si tienen lógica que un partido con 137 diputados decida su
futuro obsesionado por otro que apenas supera los treinta. Ya se verá.
Solo una cosa parece segura.
Se ha acabado la ficción que ha permitido
gobernar a Pedro Sanchez como si no tuviera sólo 84 diputados y el
Partido Popular, la fuerza con más votos y escaños, fuera a estar sin
líder hasta el final de la legislatura. Hasta ayer al PP no le convenía
ir a elecciones. Ahora ya se puede discutir.
A Soraya
y Hillary Clinton les ha pasado algo parecido, más similar de lo que
muchos están dispuestos a reconocer.
Al parecer no conviene ser mujer y
mandar mucho; te da mala fama. Bastantes compromisarios no han votado
por Casado, han votado contra Soraya; igual que muchos americanos no
votaron por Donald Trump sino contra Hillary.
Cómo se cose o se integra
eso es algo que solo Pablo Casado puede aclararnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION