La excursión al Valle del Baztán y cueva de Zugarramurdi nos hace viajar a otra época. Podemos salir de Pamplona con un sol radiante y al llegar al Valle del Baztán encontrarnos con las nieblas que se agarran con fuerza a los valles del norte de Navarra durmiendo
casi todas las noches en sus ríos y bosques arropando al Basajaun, a
las Lamias, a las brujas y a todos los seres que se encuentran cómodos
en este ambiente de poca luz proclive al misterio, al temor, a las
leyendas y a creencias profanas.
Pero es en Zugarramurdi donde se encuentra el gran
templo de todos estos personajes nocturnos, una enorme cavidad escondida
entre el bosque al pie de las montañas, atravesada por un pacífico
arroyo, el cual fue bautizado como la Regata del infierno. Te puede
parecer un lugar paradisíaco en un soleado día de verano o un rincón en
el que jamás te atreverías a ir en soledad una brumosa tarde invernal.
Akelarre: Las Brujas de Zugarramurdi
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Cueva de Zugarramurdi, lugar de celebración de akelarres
No sabemos que actos se hacían en la cueva de Zugarramurdi
a principios del siglo XVII, pero sí sabemos de que fueron acusadas
numerosos vecinos de la zona gracias al Auto de Fe publicado por Juan de
Mongastón. De las actas podemos extraer las acusaciones y confesiones
que se consiguieron a base de torturas.
“En la noche de San Juan iba el demonio con todos los brujos a la
iglesia para hacer ofensas y ultrajes a la Santa Cruz y a las imágenes
de los santos. Confiesan haber destruido campos y frutos, matar y hacer
mal en personas y ganados. Se transformaban en puercos, cabras, ovejas y
otros animales, se les acusa de hundir seis navíos y levantar por los
aires un molino.
Acudían volando a los akelarres, besaban las partes
vergonzantes del demonio al tiempo que expulsa una ventosidad de muy
horrible olor, allí reniegan y blasfeman de Dios, de la Virgen, de todos
los santos y del bautismo”. (¿Estaría allí Willy Toledo? )
Se acompañan de sapos endemoniados, Beltrana Fargue daba el pecho a
su sapo. Confeccionan venenos desollando sapos, mordiendo sus cabezas y
mezclándolo todo en una olla con sabandijas que sacan de las iglesias, y
con el agua verde y hedionda lo cuecen hasta confeccionar polvos y
hacer ungüentos ponzoñosos, (Los inicios de la cocina vasca), que usan
para destruir los frutos, matar o hacer mal a los ganados o a las
personas, untándoles y diciendo: “el señor te dé mal de muerte.”
A los niños les chupan por el seso y por su natura y con alfileres y
agujas les pican las sienes y les van chupando la sangre, diciéndoles el
demonio: “Chupa y traga eso, que es bueno para vosotras”. María de
Iriarte confesó ahogar a nueve criaturas y matar con ponzoñas a tres
hombres y una mujer.
A María Presoná y María Juanto el demonio les
reprendió por no hacer males, así que concertaron en matar al hijo de
una y a una hija de la otra echándoles polvos en un caldo que les dieron
a comer. Estefanía de Tellechea confiesa haber matado a una nieta suya,
pues le ensució cuando la tenía en brazos. (Vaya carácter…).
A pesar de estas historias, Zugarramurdi es un lugar ideal para ir con niños, eso sí, no los perdáis de vista a la hora de hacer la comida….
HISTORIAS DE NAVARRA
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