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La capital del mundo más afectada por el coronavirus
Una de las ciudades del mundo que más sufre la pandemia de covid-19 es Madrid: el número de muertos en la región donde se encuentra la capital de España supera el total de fallecidos en China.
Occidente no aprendió nada; la Unión Europea, tampoco. Las élites
mundiales, incluidas las europeas, tan partidarias de la no intervención
estatal, en lugar de dejar caer a los que habían errado, hicieron todo lo contrario. Lo hicieron porque, en teoría, dejarlos caer hubiera sido un drama. Mentira. El drama estaba cerca de acontecer.
El austericidio europeo
En
Estados Unidos se rescataron a los bancos con 700.000 millones de
euros. Fue el principio del fin. En España el rescate a los bancos se
quedó en 60.000 millones de euros y en Italia 17.000 millones solo en
2019. Ello se debió a que Europa decidió rescatar a los bancos en lugar de a los ciudadanos. O mejor dicho, a costa de los ciudadanos. Y a quien se opuso le puso un revólver en la cabeza.
Grecia fue
el primero en plantarse. Por momentos pareció que lo conseguiría, pero
fracasó. Su movimiento era clave para el resto de países europeos,
pendiente de si aquella pequeña rebelión surtía efecto, por lo que
durante semanas el Viejo Continente contuvo el aliento. Lo contuvo entre
amenazas propias de mafiosos, pues la Unión Europea puso sobre la mesa
la opción de asfixiar a Grecia.
Dejarlos morir, literalmente, de hambre.
Conmigo o muertos. Los griegos doblaron las rodillas y suplicaron a su
maltratador europeo que el castigo no fuera muy severo.
Perdieron
un 20% la renta por habitante solo entre 2010 y 2015, aumentaron el
desempleo hasta el 27%, la pobreza llegó a niveles insoportables y la
deuda pública se disparó.
En Italia se aprobó un
primer ajuste presupuestario de 79.000 millones de euros en 2011 y un
segundo de 30.000 millones de euros en 2013. La deuda quedó pagada, pero
Italia, literalmente, contempló la escasa belleza de la ruina moderna:
40% de desempleo juvenil, tasas de crecimiento escasas y auge de la
ultraderecha.
Ultraderecha que ya cabalga en la Unión Europea con serias
aspiraciones a tomar las riendas.
El problema que se vive en España o Italia, casualmente
dos de los países más afectados por las medidas de austeridad, no es ni
siquiera el número de muertos y enfermos, sino la incapacidad para
controlarlo
España
recortó a nivel estatal en diferentes sectores 44.448 millones de euros
solo entre 2009 y 2014, incluida la sanidad pública y tras diez años de
recortes, España estaba invirtiendo en Sanidad el 5,9% de su PIB,
mientras que en Europa se invertía el 7,5%, lo que provocó escasez de
personal sanitario, como enfermeras (5,7 por cada mil habitantes,
mientras que la media europea es de 8,5 y hay países como Noruega que
tienen 17).
El Sur de Europa vivía una de las situaciones más ruinosas de las últimas décadas, pero los bancos franceses y alemanes cobraron, que era el objetivo de la Unión Europea, las bolsas volvieron a funcionar y la prima de riesgo desapareció de la escena.
Por
estas medidas, entre 2010 y 2018 solo Alemania creció en la Unión
Europea por encima del 2% –Irlanda y Luxemburgo, también, pero por ser
paraísos fiscales-–, el resto de países quedó estancado en niveles de
crecimiento inferiores al 2%. El parón de la economía no fue la única
consecuencia del austericidio, pues los niveles de desigualdad y pobreza
alcanzaron niveles que ya casi ni se recordaban.
En España había
en 2019 2,2 millones de niños en riesgo de pobreza, uno de cada tres;
en Italia había 1,2 millones de niños, uno de cada cuatro; y en Grecia
más de medio millón, uno de cada tres.
La mayoría de estas cifras se
obtuvieron tras los recortes provocados por la crisis entre 2008 y 2014:
Grecia pasó de 104.000 a 597.000 de niños en riesgo de pobreza y España
aumentó su cifra en 800.000. No es casualidad que Grecia, Italia y España ocupen en la actualidad los puestos tercero, cuarto y sexto en el poco digno ranking europeo de pobreza infantil.
Los muertos
Hasta
ahora, los que sufrían los recortes eran solo los pobres o los hijos de
los pobres, ese Tercer Mundo que convive en el mismo vecindario que las
élites.
Los que esperan para recoger bolsas de comida en centros de
caridad o acuden a comedores sociales mientras los más pudientes arrojan
al cubo de la basura aquello que ya ni son capaces de comer.
Sin embargo, el virus lo cambió todo. El sistema ha sido tan esquilmado que no ha sido capaz de soportar ni siquiera un virus muy contagioso, pero escasamente letal,
porque el problema real no es el virus, sino la falta de medios para
controlar, soportar y curar.
El problema que se vive en España o Italia,
casualmente dos de los países más afectados por las medidas de
austeridad, no es ni siquiera el número de muertos y enfermos, sino la
incapacidad para controlarlo y el número de personas que enferman y
fallecen a la vez (en España han muerto más de 10.000 personas, pero
durante 2019 fallecieron más de 420.000). Muchas de ellas porque no
tienen medios suficientes para ser tratados.
El desmantelamiento ha provocado que los países
europeos, especialmente los rescatados, los conocidos como PIGS
(Portugal, Italia, Grecia y España) carezcan de recursos económicos y
capacidad estatal para afrontar este virus
UE: Portugal critica a Países Bajos por su postura frente a posibles ayudas
El primer ministro de Portugal, António Costa, calificó de "repugnante" la postura del gobierno neerlandés respecto al caso del coronavirus en España.
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Se
levantan hospitales de campaña y se contrata personal sanitario y se
intenta desesperadamente comprar material sanitario o respiradores
mientras millones de personas malviven sin ayudas.
Esta situación ha provocado que España e Italia amenacen, ahora sí, con incluso romper la baraja si la Unión Europea no cede en su pretensión de no mutualizar el daño económico
causado.
Postura a la que se ha sumado recientemente Portugal de forma
explícita cuando su primer ministro, António Costa, calificó a Holanda
como "repugnante" por afirmar que el problema de los países del Sur de
Europa era que no estaban suficientemente preparados y no contaban con
recursos. Algo por lo que, después, el primer ministro holandés se
disculpó.
Pero lo cierto es que los niveles de desigualdad económica, pobreza e
infraestructuras educativas y sanitarias son muy dispares, tanto entre
los estados como dentro de los estados, lo que ha sido provocado en gran parte por las medidas austericidas que perjudicaron a los países de la Europa Meridional,
recortaron su gasto público y social y ayudaron al desmantelamiento del
aparato estatal en favor de concierto y privatizaciones.
Desmantelamiento que comenzó durante los años noventa.
Ello ha
provocado que los países europeos, especialmente los rescatados, los
conocidos como PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) carezcan de
recursos económicos y capacidad estatal para afrontar este virus, a
diferencia, por ejemplo, de Alemania, con mejores niveles sanitarios y
económicos para afrontar con mayores garantías la pandemia.
Así,
mientras España no llega a 5.000 camas de cuidados intensivos antes de
la crisis, Alemania con menos del doble de población contaba con seis
veces más camas para cuidados intensivos (28.000); y mientras España
solo hacía unas decenas de miles de pruebas de detección a la semana,
Alemania realizaba un millón.
Debido a ello, seguramente, la letalidad del virus en uno y otro país son casi antagónicas
(España, 10%; Alemania, 1%), igual que la situación de su sistema
sanitario: colapsado en España, pero en situación normal en Alemania.
La Unión Europea asoló el Sur de Europa con su austeridad, hoy recoge los cadáveres del austericidio.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España
Luis Gonzalo Segura
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