Recuerdo hoy, 20 de mayo, que otro día de primavera, pero en 2014,
escribí el relato breve titulado “Ensalada de piernas con postre de tres
colores y un ápice de moraleja”.
Era un tiempo pasado que debía ser
necesariamente mejor, dadas las circunstancias en que ahora nos
encontramos.
Se trataba, lo del relato, de leerlo en una maratón de cuentos que
los líderes culturales del pueblo donde vivo, Esporles, habían
organizado, dedicando sin remuneración de ninguna clase su tiempo y
esfuerzo por el bien de la comunidad.
Se me pidió, igual que al resto de los que quisiéramos leer algo, que
la duración máxima debía ser de diez minutos. Así de sencilla era la
única ley que rigió en aquel evento literario con título deportivo, y
así lo hicimos.
Esta mañana el diputado Casado ha acudido al Pleno del Congreso sobre
el Estado de Alarma con su relato escrito, siendo plenamente consciente
de que la única ley que rige en esa “maratón”, tan especial y tan
televisada en la que cada dos semanas participa, son los quince minutos
de duración a que debe atenerse todo el que pueda, y además quiera,
decir algo en el hemiciclo.
Pablo Casado no es el presidente del
gobierno y, por tanto, le obliga la misma norma que al resto de grupos
parlamentarios.
Por tanto, tal como hice yo mismo en 2014, tal como hicieron los
diputados Abascal, Echenique y Rufián, que le siguieron en el uso de la
palabra, y tal como cada día hacen millones de personas que tienen que
exponer algo durante un tiempo limitado, Pablo Casado estaba obligado a
preparar un texto cuya lectura en voz alta tenía que durar quince
minutos.
Se trata de algo perfectamente factible para cualquier persona. En su
caso, además, ha tenido tiempo desde el anterior pleno del Congreso
celebrado para lo mismo, pues tuvo lugar hace dos miércoles, el día 6 de
mayo.
Tras presenciar las intervenciones de Sánchez y las de algunos de los
diputados que le han sucedido, he regresado una y otra vez, como un
obseso, a la de Casado, particularmente desde el momento en que debería
haber finalizado su lectura, pasado el minuto quince, hasta que
efectivamente la terminó, más de veinticuatro después de haberla
comenzado.
Si lo desea, usted puede hacer lo mismo que yo en https://www.youtube.com/watch?v=B2lK9qK6Hyk&t=19029s
pero, si no tiene tiempo para andar localizando minutos en ese vídeo,
reproduciré a continuación lo que allí aparece, siempre aproximadamente
en cuanto a los minutos y segundos que se indican:
Minuto 16 y 40 segundos de la intervención de Casado.
Presidenta Batet: “Señor Casado, tendría que terminar, por favor”.
Pablo Casado: “…recuperar la reputación de nuestro país, después de las falsedades remitidas a Bruselas…”.
Minuto 18 y 45 segundos de la intervención de Casado.
Presidenta Batet: “Señor Casado, tiene que terminar, por favor”.
Pablo Casado: “…El vicepresidente segundo llamó corruptos a los dueños de residencias de mayores…”.
Minuto 20 y 30 segundos de la intervención de Casado.
Presidenta Batet: “Señor Casado, le pido por favor que termine su intervención”.
Pablo Casado: “…reemplazar los estados de alarma por medidas menos intrusivas y masivas…”.
Minuto 22 y 25 segundos de la intervención de Casado.
Presidenta Batet: “Señor Casado, tiene que terminar por favor, tiene que terminar ya”.
Pablo Casado: “…y no ser controlado por el parlamento hasta septiembre…”.
Minuto 24 de la intervención de Casado.
Pablo Casado: “…y acabo ya, señora presidenta…”.
Aunque, en realidad, Casado no termina su intervención hasta otro
minuto después, cuando el líder del PP ha conseguido un 66% más del
tiempo de palabra establecido en la norma interna del Congreso para
estos plenos.
Merece la pena comentar algunos detalles que solo se aprecian escuchando el vídeo.
A diferencia de lo que hacen la mayoría de diputados o diputadas
cuando la presidenta les advierte que deben terminar, y que no suelen
abusar más de dos minutos del tiempo establecido, Pablo Casado escucha
hasta en cuatro ocasiones el requerimiento de la presidenta del Congreso
sin inmutarse lo más mínimo, “como si oyera llover”, que habitualmente
se dice de los maleducados que desprecian las advertencias.
Pablo Casado decide él, solo él, y cuando a él le da la gana, en esta
ocasión cuando ya ha sobrepasado su tiempo legal en más de nueve
minutos, el momento en que terminará su intervención, habiendo
transcurrido un minuto y medio desde el cuarto requerimiento de Batet.
Para que quede claro quién manda allí.
Al no emitirse más que una señal de TV del Congreso, un consenso
autoritario contra la libertad de prensa de sus 350 miembros, es
imposible apreciar gestos y actitudes que nos podrían informar más y
mejor de lo que realmente ocurre allí.
Por ejemplo, una de las preguntas que nos hacemos es la siguiente:
¿cómo es posible que la presidenta Meritxell Batet, tercera autoridad
del país, creo, y probablemente más difícil de remover que el propio
presidente del gobierno, esté dispuesta a parecer, ante millones de
personas, como poco más que la secretaria de un jefe al que le está
pasando una llamada telefónica, mientras el ni le coge el teléfono ni le
dice que le diga al interlocutor que llame más tarde, o que ya le
llamará él?
¿Por qué no se atreve Batet a cerrar el micrófono al jefe de la
oposición? ¿Está esperando acaso que alguien le haga un gesto
previamente convenido desde algún escaño en particular?
Solo Echenique hizo, que yo recuerde, una referencia irónica, pero
muy de pasada, al abuso de Casado consentido por Batet.
Entonces es
cuando nos preguntamos cómo es posible que el resto de diputados le
perdonaran a la presidencia esa actitud hacia un Casado incumplidor del
reglamento del Congreso, mientras miles de personas están siendo
multadas cada día por no haberse aprendido la maraña de normas que se
amontonan, unas sobre otras, durante la construcción de la “nueva
normalidad”.
El demonio se oculta en los detalles.
Pablo Casado, aún joven, nos ha
regalado muchos y muy preocupantes avisos a lo largo de una carrera
política que ya es lo suficientemente extensa como para concluir que le
falta, desde siempre y para siempre, lo que hay que tener para, al
menos, respetar ese principio al que tantas veces ha recurrido para
reclamar cárcel contra adversarios políticos por hacer política.
Sí, es ese que dice que el Estado de Derecho significa que el respeto
a la ley es condición necesaria para que exista la democracia.
Incluso es probable que en su partido haya líderes de los que tienen
asumido, de verdad y contra sí mismos si fuera preciso, ese respeto
esencial a la ley del que, casi cada vez que abre la boca, Pablo
Casado
demuestra que carece.
Mientras en el PP, en caso de que quieran hacerlo, encuentran un
relevo para este peligro, quienes podrían terminar convertidos en los
verdaderos responsables de la degradación de la democracia y su
conversión en una dictadura de hecho, serán todos y cada uno de los
políticos que no reaccionan con firmeza y eficacia ante los abusos de
quienes llevan el autoritarismo pintado en cada gesto, y les resulta
imposible ocultar cada vez que utilizan la palabra.
Pablo Casado es un peligro para el Estado de Derecho
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION