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sábado, 10 de octubre de 2020

Jorge Javier Vázquez: "No me obsesiono con la gente a la que no le gusto"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Regresa al Teatro Campos de Bilbao con la obra 'Desmontando a Séneca'

 
 

El mediático presentador recala en la capital vizcaina con la comedia 'Desmontando a Séneca' en la que divaga sobre lo breve que es la vida y lo importante que es vivir el momento. Las tablas del teatro Campos acogen desde este viernes el montaje dirigido por Juan Carlos Rubio. "Hemos tenido que ampliar tres funciones más. Estamos encantados con la acogida", confiesa Vázquez. En una entrevista concedida a DEIA, Jorge Javier reconoce que el teatro "engancha" por ese contacto directo con el público que no aporta la televisión en la que lleva 25 años: "Me da mucha energía sentir a la gente cerca", lanza. 

 

Se sube al escenario para desmontar al filósofo Séneca. ¿Un reto?
Lo es, pero si estoy muy contento es porque me dejo llevar por la gente que tiene criterio. He tenido esa fortuna.

 

¿La fortuna hay que buscarla?
Hay que saber detectarla, aunque no me gusta utilizar el término suerte. He sabido detectar cuando el talento llegaba a mi lado y es importante rodearte de personas con talento, que te cuestionen y que te hagan dudar. Por eso Juan Carlos Rubio es el autor de las tres obras que he hecho y confío plenamente en él.

 

¿Contento con el resultado?
Sí, mucho.

 

¿El ictus que sufrió en 2019 le ha servido para dar forma a este montaje?
Sí, por supuesto. La obra se desarrolla en torno al discurso sobre la brevedad de la vida.

 

¿Con la que está cayendo con la pandemia tiene el montaje más sentido ahora?
Mucho más. Después del estado de alarma cuando volvimos a ensayar y nos dimos cuenta de que la obra tenía mucho más sentido ahora, hay una serie de reflexiones que nos ponen los pelos de punta. Para la función todo lo que ha pasado nos ha venido muy bien porque se habla de la brevedad de la vida, de la importancia del aquí y el ahora, de no malgastar nuestra vida, de no pensar en lo que sucederá dentro de un año.

 

Carpe Diem.
Es que uno de los problemas que tenemos es que vivimos colgados del pasado o pensando en lo que vamos a hacer dentro de tres años. 

 

¿Esta obra le ha ayudado para coger fuerza a nivel personal?
No te puedes ni imaginar todo lo que me ha ayudado. Cuando me dio el ictus y pusieron en mis manos el texto para mí fue una escuela de vida.

 

¿Hay un Jorge Javier antes y después del ictus?
Me ha marcado mucho más de lo que imaginé. Como no tuve ninguna secuela pensé que no había sido muy grave, que había sido algo puntual. Fue con el tiempo cuando los médicos me dijeron que fue muy grave y que podía haber muerto, cuando fui tomando conciencia de que la muerte no solo les pasa a los demás; nos va a pasar a todos sí o sí. Cuando tomas conciencia de eso es cuando te entran muchos miedos.

 

Vivimos para morir.
Pero hay que mirar de frente y valorar lo que te ha pasado. Lo que no puedes hacer es romper el ala y vivir como si nada.

 

Pero es una persona fuerte, ¿no?
Llevo muchos años yendo a terapia psicológica. Por eso todo esto me ha servido y la terapia ha sido importante para entender las cosas y asumirlas.

 

Jorge Javier es un hombre televisivo cien por cien. El teatro es otro mundo completamente diferente. ¿Cómo lo lleva?
Es una sensación que no había experimentado nunca. Porque en la televisión hablas a una máquina, pero en el teatro tienes al público allí, escuchas a la gente.

 

¿El teatro engancha?
Muchísimo. El teatro engancha por esa energía que recibes continuamente del público.

 

¿'Desmontando a Séneca' es una comedia en la que también se llora?
En la obra lloramos de emoción, reímos... Antes de que comience la función el regidor, Manolo Alvarillo, viene y me dice: ¡Buen viaje! Y es que un viaje en el que te montas en un coche, tienes la ruta, pero no sabemos cómo se va a desarrollar. No sabes cómo va a ser el público, cómo va a desarrollar.

 

Regresa a Bilbao con casi un lleno absoluto.
De hecho hemos tenido que ampliar tres funciones. En principio la función iba a ser el viernes y sábado. Y lo hemos ampliado a dos funciones más el domingo y una el lunes.

 

Con la que está cayendo es motivo para estar contento, ¿no?
Muchísimo. En Bilbao siempre me acogen bien. Recuerdo en una Semana Santa con  lleno cuatro días. Fue maravilloso y en otra ocasión, el año pasado, con gran éxito me quedé a un mes de actuar en el Palacio Euskalduna porque me dio el ictus. Tuve que suspender la función.

 

¿Y qué tiene Jorge Javier que tanto gusta al público?
Ja, ja. No te voy a contestar.

 

Algo tendrá, ¿no?
No sé, no sé, a ver... Llevan viéndome muchos años y habrá mucha gente que diga: "¡A ver qué hace este en el teatro!". Lo que me gusta es que la gente que venga a verme no sienta que utilizo mi popularidad para hacer teatro. De que te vaya bien depende de muchos factores.

 

Pero no está obsesionado con gustar a todo el mundo.
Yo soy tal cual. Si uno deja de ser como es llega un momento en el que se te cae la máscara. Estoy convencido de que en otra época mi manera de trabajar no habría funcionado.

 

¿Lo dice por la madurez?
Sí, y también  porque supongo que cuando empecé tampoco era un presentador al uso. Antes era un presentador más agarrado a la norma, menos espontáneo.

 

Sí, sí, porque espontáneo es un rato.
(Risas) También vivíamos en otra época en el país.

 

Le voy a leer una frase: "Si pasas una mala racha, no te folles a un facha".
¡Ay! Ja, ja. Esa frase la solté una noche y estaba relacionada con el famoso 'Merlos Place'  en pleno estado de alarma con Marta López. La frase se hizo viral.

 

Va otra: 'Sálvame' es un programa de rojos y maricones. ¿Cómo se queda?
(Risas). Durante la pandemia había  barrios de Madrid en los que ponía: Somos la resistencia, rojos y maricones. Era maravilloso. Había una que me mandaron que coincidió con la fiesta del orgullo que este año no se pudo celebrar. Rojo y maricón y tan orgulloso de ser español como tú. Ja, ja.

 

¿No le importa que se le vea el plumero a nivel ideológico?
¿Por qué? Habrá gente a la que no le guste, pero es imposible gustar a todo el mundo. No me obsesiono con la gente a la que no le gusto. Contra eso no puedes hacer nada.

 

¿Se arrepiente de algo que haya hecho?
Lo de arrepentirse lo veo como una cosa inútil porque cuando haces algo lo haces porque quieres. Repasar lo que he hecho y arrepentirme me parece un ejercicio poco fructífero. Hay que pensar por qué hiciste eso, no volver a caer en los mismos errores.

 

¿Amigo de sus amigos?
Esa frase me parece redundante. Porque se es amigo o no se es.

 

Bueno, algunos van de amigos y luego te la pegan.
Entonces nunca fueron amigos. Hombre, un amigo te puede fallar una vez, pero de manera puntual.

 

En esta vida hay que saber liberarse de cargas y malos rollos. ¿Lo hace?
Uno de los grandes aprendizajes del ser humano es ir liberándose de pesos que no te aporten nada y de mochilas que te impiden avanzar o que no te reportan satisfacciones.

 

¿Hay líneas rojas que no se deben pasar?
Bueno, creo que llegado un momento ya sí.

 

El público de Bilbao es muy exigente.
Me parece muy bien. Es lo normal. Ir al teatro es muy importante. Están dedicando una parte de su vida a ver algo que quieres que te entretenga. Es normal que se exija. En Bilbao hay mucha tradición teatral y es un público que está acostumbrado a ver muchas funciones.

 

Me encanta la palabra resiliencia. 
Gracias a esta función he aprendido lo que es la resiliencia. Cuando se decretó el estado de alarma nos suspendieron todas las funciones previstas. Empezábamos una gira brutal y la tuvimos que suspender... Lo teníamos todo listo y estando en Madrid me llamó el director para decirme que todo se paralizaba. 

 

Y ahí aprendimos que no se puede luchar contra cosas que se nos escapan de las manos. No merece la pena sufrir. No nos queda otra que aceptarlo. La aceptación es un término que me encanta. Tenemos que aprender a aceptar y a aceptarnos.

 
 

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