- Un informe realizado durante un fuego de ruedas en Iowa (EE UU) detectó niveles dañinos para la salud en un radio de 1.600 metros llegando en ocasiones a los 11 kilómetros.
- El análisis de la universidad y el departamento de Salud Pública de la ciudad, donde ardió un millón de ruedas, señala que la tasa de emisión de cada incendio “es única”.
- El siniestro de Seseña ha consumido cinco veces más de material: 70.000 toneladas y 5 millones de unidades.
En el incendio de neumáticos de Seseña están ardiendo 70.000 toneladas de deshechos: unos cinco millones de ruedas que emiten una enorme cantidad de diferentes sustancias tóxicas al aire en una zona próxima a viviendas habitadas. Hace cuatro años, en Iowa (EE UU), ardió un millón de neumáticos en un vertedero: la contaminación afectó directamente a un radio de 1,6 kilómetros y se extendió de forma muy palpable hasta 11 kilómetros, según el estudio que realizó sobre el siniestro la Universidad de Iowa y el Departamento de Salud Pública de la ciudad.
El trabajo, publicado en 2014 en Atmospheric Enviroment, concluyó
que “las concentraciones de humo alcanzaron niveles perjudiciales para
la salud en un radio de 1,6 kilómetros” y que esos niveles llegaron en
algún momento hasta los 11 kilómetros. “El incendio supuso una seria
preocupación para la salud pública”, aseguraba el análisis que advertía
que “aunque la tasa de emisiones y la meteorología de cada fuego es
única, creemos que nuestros hallazgos son generalizables”. Esa tasa de
emisiones es importante para establecer la extensión de la contaminación
provocada por la combustión de los neumáticos. Para “grupos sensibles”,
los niveles perjudiciales llegaron hasta 3 kilómetros desde el foco del
incendio.
Las partículas tóxicas
Los neumáticos que ardieron
en el estado norteamericano no estaban en un cementerio pirata como el
de Seseña: eran usados en un vertedero como base de drenaje del
depósito, “una manera de reutilizar las ruedas usadas”, cuenta el
estudio. Con todo, los productos que preocuparon a los investigadores
son los mismos de los que se está hablando ahora en el depósito
toledano: las partículas en suspensión, el dióxido de azufre (SO2) o los hidrocarburos aromáticos.
El estudio resume que un
gran incendio de neumáticos implica una gran complejidad desde el punto
de vista de la salud pública y la calidad del aire: “Desde qué
compuestos hay que controlar o donde colocar los medidores hasta qué
niveles aplicar a la hora de lanzar alertas, acometer evacuaciones,
clausuras o advertencias públicas”. Justamente, esta cuestión sobre la
transparencia de datos e información a la población afectada, sobre todo
del barrio de El Quiñón en Seseña, está siendo uno de los aspectos más
demandados por grupos como Ecologistas en Acción. “El incendio está
controlado pero la nube tóxica no: cuando el viento
no empuja el humo hacia donde están los medidores, estos
tienen registros normales. Pero cuando llega el humo, los datos se
disparan”, aseguran.
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