Rajoy ha vuelto a hacerlo, por supuesto. Rajoy ha
vuelto a actuar en representación de ese PP al que muchos españoles
siguen votando sin importarles su corrupción sistémica, su política de
recortes, los continuos escándalos de sus cargos. A menos de una semana
de las elecciones y en plena primera operación salida de vacaciones,
Rajoy ha sacado 8.700 millones de la hucha de las pensiones.
Lo hizo con
el oscurantismo que caracteriza su gobierno: casi de noche y sin
haberlo mencionado en el Consejo de Ministros celebrado unas pocas horas
antes ni en la rueda de prensa posterior.
Rajoy ha
vuelto a romper la hucha de nuestros escasos ahorros y haya sacado 8.700
millones más destinadas a cubrir las pensiones de los españoles que han
cotizado al Estado durante toda una vida de trabajo, poniendo en
peligro su supervivencia, la protección de su futuro. Esta es la
presunta seguridad por la que han apostado los votantes del PP, esos que
los analistas, los medios, los comentaristas aseguran que han votado al
PP por “miedo” a los podemitas. Pues aquí tenemos uno de los primeros
nuevos síntomas de esa enfermedad nacional llamada mieditis que nos
obligará a todos a padecer más abusos.
Rajoy ha mentido durante la campaña electoral en lo
relativo a los datos de un empleo que es basura y no cotiza, y oculta
ahora unos datos sobre la caja de la Seguridad Social que bastan para
que no pueda gobernar: que en esa caja queda poco más de 25.000
millones. Según los expertos, queda para menos de dos años. Rajoy no
debe gobernar sin que los españoles conozcan estas cifras a través de
titulares gigantes que ocupen portadas y abran telediarios. Es una
cuestión de vida o muerte y los españoles que le han votado deberían
explicar al resto las motivaciones de esa papeleta suicida depositada en
una urna bomba que nos lleva a todos por delante.
¿Cómo es posible que sean precisamente ellos, los jubilados mayores, los
pensionistas, quienes mayoritariamente han votado al PP? Pues porque
estos desalmados peperos les han inoculado un virus letal, se diría que
venezolano. Pero no lo han hecho solos.
Han tenido la inestimable ayuda
de unos medios cómplices que les han hecho el ruido mientras ellos
hacían un trabajo sucio del que también serán cómplices quienes pacten
con ellos y del modo que sea faciliten su gobierno, abstención incluida.
¿Qué sentido tiene que el PSOE critique duramente el hachazo a las
pensiones, que durante la campaña electoral la cuestión de las pensiones
fuera -con razón- una de sus armas arrojadizas, si luego va a favorecer
que sigan los del hacha en el poder?
Tiene más razón
que un santo Iñigo Errejón, el secretario político de ese coco llamado
Podemos que tanto tonto miedo ha provocado, cuando señala la hoja de
ruta del PP: hacer el sistema insostenible y luego privatizarlo.
Es de
lo que lleva alertando la nueva formación desde sus orígenes
quincemayistas. Es lo que lleva denunciando una gran parte del
electorado español.
Que los antisistema son ellos: los corruptos, los
mentirosos, los ladrones. Pero los españolitos piensan, qué miedito que
me lo digan, oye, me da más miedito oírlo que sufrirlo. Y aquí seguimos:
al borde, cada vez más estrecho, del abismo.
En los
cuatro años de gobierno anterior, el PP se gastó 50.000 euros de los
fondos para pagar el déficit que él mismo generaba. No ha sido
suficiente que nos robaran así para mandarlos a la trena o, al menos, a
la oposición parlamentaria. Rajoy debería explicar qué va a pasar cuando
se acaben definitivamente los fondos, y no queda tanto para ese
extremo. Pero no lo hará. Rajoy no solo no explicará sino que callará o
mentirá. La única solución sería impedirle que siga gobernando.
Qué
tragedia que quienes podrían hacerlo intercambien también los intereses
de todos por los suyos propios. Quizá sea un suicidio también. De lo que
no cabe duda es de que, aunque en minoría lo van a tener más difícil,
ese suicidio nos llevará también a todos por delante.
Pero qué soberbia
venezolana la de Iglesias, oye.
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