José Luis Balbín con su característica pipa en un programa de 'La Clave'. / TVE
El programa 'La Clave' de TVE cumple cuarenta años y, hoy más que nunca, es digno de ser revisado. En pleno posfranquismo, trataba temas como el marxismo, el aborto o la homosexualidad
El otro día tuve la suerte de estar presente en el
justo momento en el que el hijo de unos amigos dijo sus primeras
palabras. Fueron estas.
- Oye perdona déjame terminar que yo a ti en tu turno te he dejado hablar.
Esto es un chiste, claro, pero lo que relata bien podría haber ocurrido dado el guirigay mediático (tanto televisivo como internético) al que asistimos en los últimos tiempos. Por eso sorprende tanto regresar a los añejos vídeos del programa de tertulias La clave,
que cumple este año cuatro decenios. Algunos se pueden encontrar en esa
cueva del tesoro, en ese gabinete de curiosidades, que es la web de
RTVE. Tal vez lo que más sorprenda al espectador actual es el ritmo
pausado y respetuoso del debate, incluso cuando lo que se trataba era
peliagudo; también esa prosodia engolada que de ser utilizada hoy
señalaría a un pedante cultureta, pero que era común en aquellos años a la hora de hablar de las cosas serias.
Comenzaban con unos rótulos pixelados que hoy resultarían muy modernos dado el regreso a la estética de la Game Boy
Allí no se encontraban los continuos mohines de Paco Marhuenda o la cínica sonrisa de Eduardo Inda (que, como la de los niños, no tiene precio). Tampoco el "y tú más", el falaz argumento ad hominem
o las alineaciones sesgadas y partidistas que a veces tenemos que
soportar en algunos programas de debate, sobre todo en canales como Intereconomía o 13 Tv, donde las diferentes tendencias no son justamente representadas. Por supuesto, nada que ver con los coloridos sainetes de Sálvame.
Si ahora la tele es superficie y espectáculo, no había entonces nada de
espectacular en la pantalla. Aunque sí la determinación de escuchar y
profundizar.
Los viejos programas de La clave, que dirigió y presentó en dos etapas el periodista José Luis Balbín
(una entre 1976 y 1985 y otra entre 1990 y 1993, esta vez en Antena 3),
comenzaban con unos rótulos pixelados (que hoy resultarían muy modernos
dado el regreso a la estética de la Game Boy) y una sintonía como de terror (compuesta por Santiago Bernaola, autor también de la de Verano Azul)
no se entiende muy bien por qué, pues aunque a veces los temas que se
trataban en esta tertulia, como veremos, daban un poco de miedo, por lo
general se hablaba de las polémicas más candentes en aquellos años de la
Transición (y había muchas).
Al comienzo se pasaba una película relacionada con el tema, elegida por el crítico cinematográfico Carlos Pumares, que más tarde obtendría vociferante fama televisiva en Crónicas marcianas.
Al comienzo se pasaba una película relacionada con el tema, elegida por el crítico cinematográfico Carlos Pumares, que más tarde obtendría vociferante fama televisiva en Crónicas marcianas.
"El programa fue retirado varias veces de la parrilla y se prohibieron algunos", reza en la web de RTVE
Son notorios, por ejemplo, los programas dedicados al marxismo (en el que estaba presente Tierno Galván y en el que se enzarzaron en una intensa discusión un jovencísimo y soberbio Bernard-Henri Lévy y un maduro Santiago Carrillo) o al anarquismo (con la presencia de la mítica militante y exministra Federica Montseny). Otros temas impensables antes de la muerte del dictador serían las drogas, el aborto, la pena de muerte o la homosexualidad.
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La clave era una muestra de que una puerta se
abría en España y que por ese hueco entraba la luz. Causó cierto
revuelo un programa dedicado a un asunto del que se prefería no hablar
demasiado como el Opus Dei, y otro relacionado con la OTAN. Y aquel legendario debate dedicado a 'las folclóricas' cuando una incombustible Lola Flores dijo que tanto significaba para ella la bata de cola
que deseaba que se la metieran en el ataúd (que le metieran en el ataúd
la bata de cola, tuvo que explicitar). "El programa fue retirado varias
veces de la parrilla y se prohibieron algunos", reza en la web de RTVE.
Sorprende que se dedicase un espacio tan serio a temas esotéricos como la brujería o los platillos volantes
En tiempos un poquito más escépticos como los que
vivimos también sorprende que se dedicase un espacio tan serio a temas
tan esotéricos como la brujería o los platillos volantes. Pero en más de 400 programas hubo de todo. Por allí pasaron personajes de todos los colores y disciplinas como Gustavo Bueno, Julio Anguita, Fernando Sánchez-Dragó, Alfonso Guerra, Antonio Escohotado, Blas Piñar, Ian Gibson, Olof Palme o Severo Ochoa. En una tertulia en torno a la figura de Lucifer participaba una señora que aseguraba haber sido víctima de una posesión diabólica.
Lo que definitivamente diferencia este programa (y otros de la época) de los actuales es que entonces se podía fumar en el plató y en La clave
el manejo del cigarrillo y del humo formaban parte, como un florete, de
la coreografía con la que el intelectual trataba de apuntalar sus
argumentos. ¿Postureo ochentero? Probablemente sí. Hasta el propio director, Balbín, que ganó el premio nacional de Televisión
el año pasado, fumaba en pipa, una pipa que formaba parte de su
personalidad y de la del programa: aquel ambiente neblinoso acabó por
identificarse con la línea reflexiva del programa.
Tal vez lo que humeaba eran los engranajes de las cabezas pensantes. Podemos mirar con condescendencia los programas de La clave,
poner la media sonrisa ante la ingenuidad de aquellas noches o la
exacerbada curiosidad de una sociedad que se desperezaba, decir que era
denso y lento, pero probablemente era una tele mejor que la que ahora se nos ofrece.
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