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lunes, 5 de septiembre de 2016

La chapuza del déficit bloquea las 17 comunidades y los 8.000 ayuntamientos



Bruselas impide que preparen sus presupuestos al retrasar hasta noviembre la aprobación de los techos de gasto y Hacienda agrava el panorama al ocultar qué cantidades recibirán de los impuestos



¿Para qué sirve la mezcla de cal y arena? Para pocas cosas. Uno de los pocos usos que se le conocen consiste en servir de letrina para animales domésticos como los gatos. Absorbe sus malos olores pero causa irritación al animal si este se tumba a menudo sobre ella. 


Bruselas ha optado, ante la evolución del déficit, por aplicar arena encalada, o cal enarenada, a su mascota española: le ha perdonado la multa que le correspondía por saltarse sus límites y le ha puesto unos nuevos, aunque con un calendario que, en la práctica y unido a la indolencia del Gobierno en funciones, va a impedir que las administraciones españolas dispongan en fecha y forma de los presupuestos para el año que viene: no pueden elaborarlos sin conocer los techos de gasto.


Estos los establecen las Cortes tras proponérselos el Gobierno por indicación de Europa. Sin embargo, el papel que pone en marcha la maquinaria no saldrá de Bruselas hasta entrado noviembre, cuando --cosas de la burocracia y los palacios-- las cámaras autonómicas y la mayoría de los ayuntamientos carezcan de margen de maniobra para aprobar sus cuentas en lo que quede de año.



Es decir, que aunque, en una decisión de claro tinte político, haya eludido imponer nuevos recortes al conjunto del Estado, Bruselas está bloqueando de hecho la gestión de las 17 comunidades autónomas y las más de 8.000 diputaciones, comarcas y ayuntamientos en los que está estructurada la Administración local española. Los dueños de la casa andan más cómodos tras haber hallado la fórmula para evitar los efluvios malolientes. Aunque saben que el gato va a acabar sufriendo una irritación, también intuyen que, por irritado que esté, el minino no araña.

Bruselas está bloqueando de hecho la gestión de las 17 comunidades y las más de 8.000 diputaciones

El 27 de julio, la Comisión Europea, tras constatar que España incumplía por segunda vez sus objetivos para embridar el déficit, tal y como ya ocurrió en el periodo 2009-2012 tras haber superado por primera vez el 3% del PIB, imponía, tras perdonar una multa que los expertos estimaban en unos 2.000 millones de euros, unos nuevos topes. Con un amplio margen de maniobra para este año, en el que el límite sube del 2,8% al 4,6% el PIB para acercarse a la implacable realidad, aunque con una previsión de recorte drástico para los dos siguientes ejercicios: debe bajar al 3,1% en 2017 y al 2,2% en 2018. 


Los recortes del gasto público supondrán unos 8.000 millones de euros, calculan los burócratas comunitarios.


Una decisión fundamental que no termina de serlo


Por chocante que resulte, esa decisión de los sabios europeos es inaplicable en España. De hecho, todavía no es formalmente una decisión. Para serlo requiere que el informe en el que la Comisión establece las nuevas condiciones sea ratificado por el Ecofin, el órgano de gobierno comunitario que agrupa a los ministros de Economía y de Hacienda de los 27.

Los recortes del gasto público supondrán unos 8.000 millones de euros, calculan los burócratas comunitarios

Ninguno de sus miembros va a oponerse al criterio de los comisarios, básicamente porque el artículo 7 del Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza les obliga, desde 2012, a votar a favor. 


Pero, en cualquier caso, eso no ocurrirá antes del 8 o el 16 de noviembre, fechas para las que tienen señaladas sus próximas reuniones. Los próximos viernes y sábado (2 y 3 de septiembre) mantendrán un encuentro informal, lo mismo que harán una semana más tarde los presidentes de Gobierno, mientras que el 10 de octubre y el 7 de noviembre se celebra una reunión del Eurogrupo. Pero ninguno de esos foros está habilitado para avalar las tesis de la CE. En el mejor de los casos, Europa no podrá comunicar a España antes de la primera quincena de noviembre los nuevos límites del déficit.


¿Y quién recibirá la carta? Para entonces habrá finalizado la cuenta atrás que comenzará este viernes con la previsible no investidura de Rajoy, por lo que, salvo que alguien haya sido investido presidente antes del 30 de octubre, le llegará a un ejecutivo en funciones y con unas Cortes disueltas cuya Diputación Permanente carece de potestad para tramitar la ley orgánica que, desde la modificación del artículo 135 de la Constitución, se requiere para fijar “el déficit estructural máximo permitido al Estado y a las Comunidades Autónomas, en relación con su producto interior bruto”.


 La reforma constitucional exprés de 2011, ejecutada de común acuerdo por el PSOE de Zapatero y el PP de Rajoy, sigue haciendo prisioneros por sus evidentes contraindicaciones para la estructura que, en principio, iba a sanear.


Si el país no está en precampaña y cuenta con un ejecutivo plenipotenciario, será este el que deberá remitirla y negociar los apoyos que necesite --176 de los 350 diputados-- para aprobarla y para su posterior ratificación en el Senado. Solo después de disponer de ese texto legal puede el Ministerio de Hacienda distribuir el techo de cada Administración, en una decisión que se oficializa en el Consejo de Política Fiscal y Financiera.









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