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martes, 15 de noviembre de 2016

La primera del portavoz del gobierno: Íñigo Méndez de Vigo



Ya ha subido al estrado. Este viernes pasado hizo su primera comparecencia seria (la del viernes anterior fue su presentación). Ahora empiezo a entender por qué el portavoz del gobierno es el ministro de Educación y Cultura. No hay nada más que escucharle.

No tuvo mucha suerte. Él, que salió a lucirse, se encontró con un día aciago. Ni más ni menos que habían muerto tres personajes famosos, a los que debía hacer referencia en la comparecencia semanal. De Paco Nieva, dijo poco (al menos no se equivocó).


La cosa se puso bonita cuando anunció que con las canciones de Cohen hemos bailado muchas generaciones. Yo, francamente, que soy un gran seguidor de Cohen, creo que este tío no sabía ni quién era. Escuchando a Cohen puede uno relajarse, reflexionar, pensar, llorar, disfrutar con su música y poesía, pero bailar es harto difícil, salvo que fuera la danza de la muerte.


Pero no terminó ahí la cosa. Cuando quiso referirse a Perico Fernández, también fallecido, le confundió con otro boxeador: Pedro Carrasco (nueve años mayor), y en un alarde cultural único y jactancioso se puso a disertar sobre su vida y sus triunfos. Todo equivocado. Otro error incalificable.

Habría que pensar que el ministro de Cultura en un país debería ser medianamente culto, y éste, a la primera de cambio, ha pegado dos patadas a la enciclopedia de mucho cuidado. Un desastre que no debería haber ocurrido. ¿Es tan difícil prepararse las intervenciones? Porque si esto sucede con algo poco importante, pero fácil de evitar, ¿qué ocurrirá cuando sean noticias transcendentes?


Y es que, francamente, a este gobierno la cultura le importa un pito. Este tipo, nuevo portavoz que debe demostrar un poco de valía en su nuevo cargo, ni tan siquiera ha consultado, para hablar de estos personajes importantes, una enciclopedia, o la misma Wikipedia. En un alarde de yo soy yo, y para qué preparar nada, se ha encontrado con su realidad: la ignorancia.


Ahora, podemos reírnos y dar gracias porque estos errores sean leves y de mínima consecuencia, salvo probar su ignorancia y su incapacidad, pero ya veremos cuando se trate de cuestiones serias.
Por cierto, ¿no es este el ministro de Educación y Cultura? ¡En qué manos hemos caído!


Salud y República


 


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