Escribir, opinar libremente en este país, cada día es más difícil, y
cuando te pones ante el teclado, de forma inconsciente también es como
si estuvieras ante un juez dando explicaciones de que lo que has dicho
no es un insulto, sino que cuando escribiste que tal o cual político es
un «túzaro» era para darle más fuerza al artículo, más énfasis, pero que
en ningún momento querías menospreciarlo porque no hablas de su
persona, sino de cómo actúa en la vida pública, que son dos cosas muy
diferentes.
Y entonces, pues dependes de la interpretación del juez que te toque: unos, la mayoría, con amplitud de miras; y otros, cortos, pero que muy cortos, que se guían solamente por el Código Penal cuando olvidan una de las premisas fundamentales de la lex legis: la intencionalidad.
Por eso, lo de respetar las sentencias, pues tiene sus límites porque el juez por ahora no es Dios, algunos de los argumentos que hacen son auténticos disparates y piensas que al jurisconsulto no le vendría mal repasar de nuevo algunos temas de la carrera o salir un poco más a la calle y escuchar a la gente que, por otra parte, es sano y edificante.
Pero también es difícil opinar cuando el personal actúa con una mente cuadriculada, obtusa, y carece de libre pensamiento, como si al decir algo lo estuvieras atacando directamente cuando solamente se trata de una opinión, de tu parecer, de lo que crees, de lo que consideras, sin que ello suponga que tenga que asumir tus ideas.
Y es que la opinión se va creando y moldeando con la aportación de otras, analizándolas, y así mejorar la que puedes tener pues siempre hay puntos de vista en los que no habías caído o de los que no te habías percatado. Es lo bueno que tiene el intercambio de pensamientos.
Pero en este país no es así; en este país, si escribes algo contra el PP, ya creen que eres del PSOE o de PODEMOS; si lo haces contra el PSOE eres del PP y así todo: Un imposible, en el que además hay muchos lectores que actúan como forofos, como hooligans, notas en ellos como un resquemor, un cierto aire cavernícola en la que muchas veces hay insultos de por medio cuando lo que tendría que haber es un sano diálogo.
Me imagino que eso se debe a que somos una democracia joven y venimos de donde venimos, a que nos falta un gran camino pero muy muy largo para saber lo que realmente es el civismo y el respeto muto; supongo, que eso llegará algún día con las nuevas generaciones y esperemos que sea más pronto que tarde.
……………
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