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sábado, 15 de abril de 2017

Las miserias de Caperucita



Nuestra infancia se escribió condicionado por renglones de lo blanco y lo negro, lo puro y lo impuro, a un lado el bien y al otro lado el mal, Caperucita Roja y el Lobo Feroz. 


  Y, sin embargo, a poco que fuimos creciendo, descubrimos las miserias de Caperucita y comprendimos el acto del Lobo Feroz.


Y fue entonces que, un fuerte golpe nos estalló en el rostro porque nada era como nos dijeron que era.


 Damos cuenta en esos instantes que nos alejaron del Lobo Feroz no por miedo a ser devorado por él, sino para que no nos contara la versión de los sucesos, su versión de los sucesos, y también para que ello no originara sospechas sobre las miserias de Caperucita.


Y es que, el lobo más malvado es capaz de morir por cualquiera de los miembros de su manada, también es capaz de lamer la herida de otro miembro mientras postrado en el suelo se debate entre la vida y la muerte; y toda caperucita es capaz de odiar sin motivo, engañar para configurarse mayor protagonismo con los sucesos con los que pretende convencer, o posicionarse en alguna idea para que le redunde en un beneficio más elevado.


Nadie nos avisó que todo eso es así, que no hay lados donde solo brote o se fragüe la verdad primera y la verdad última, ni tampoco lados oscuros donde únicamente se origine la maldad del universo y se forje la mentira o el engaño. Si solo escuchamos la versión de Caperucita, nunca comprenderemos que hay más allá de los actos del Lobo Feroz.


 Poco a poco hemos ido descubriendo los hechos verdaderos de lo sucedido en la casa de la abuelita, así como que la casualidad no fue lo que llevó al cazador a transitar cercano a la misma.


Poco a poco hemos encontrado la realidad, aunque nos duela, poco a poco hemos encontrado nuestras propias miserias.




 Andrés Exposito




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