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lunes, 1 de mayo de 2017

La AP fuerza la reapertura de la causa de acoso sexual de López Madrid (compiyogui) a la doctora Elisa Pinto


Nada puede resultar más esperanzador que el hecho asimilado de que la justicia cumple con su cometido, especialmente cuando se tiene constancia de que un particular investigado forma parte de una alta sociedad intocable en la práctica. 


 Pero, por desgracia, en el caso que nos ocupa tampoco es como para tirar cohetes, porque lo que sí resultaba un auténtico escándalo era el archivo de una investigación con evidencias hasta para aburrir.

Por hacer un resumen muy superficial, el caso, según se desprende de la investigación, sería algo así:
   
Un ejecutivo de alta cuna y yerno de uno de los hombres más ricos del país visita por un problema médico a una reconocida dermatóloga; la habitual de los famosos y las familias con apellidos compuestos de Madrid. En el transcurso del tratamiento se obsesiona con ella e intenta establecer una relación íntima, primero con excusas referentes a su relación por el tratamiento en curso, y más tarde, intentando pasar al ámbito personal.


 Al no lograr su objetivo ‘por las buenas’, pierde la compostura y se suceden los mensajes de audio de carácter sexual: «Me estoy tocando para ti desde hace media hora»; «quiero oír tus gemidos, doctora». Y también los de amenazas: «No sé si te han quedado las cosas claras, churri, pero esto ya va a ser como yo quiera»; «te puedo destrozar la vida»; «tarde o temprano vamos a acabar en la cama».


 Así hasta el día en que la doctora, al ver que no podía solucionar el problema de forma discreta porque el acoso sigue aumentando, denuncia la situación. A partir de ese momento las amenazas pasan a otro nivel: «Esta semana hemos seguido a tus hijos. El mayor fue a casa de un amigo el miércoles.


  Ten cuidado la casa no es muy segura. Podría entrar cualquiera»; «lo peor no será que te matemos, lo peor será que matemos a uno de tus niños. Te dejaremos vivir para que te arrepientas toda la vida».


 Hasta que de las palabras se pasa a los hechos y tanto la amenazada como su familia empiezan a sufrir el acoso de sicarios, presuntamente policiales, llegando Elisa Pinto a ser víctima de dos agresiones con arma blanca delante de su hijo de diez años.


  Sin entrar en el caso aparte de lo sucedido en materia judicial, esta sería grosso modo la crónica de lo denunciado.


Pero recomiendo escuchar el magnífico programa del periodista Álvaro de Cózar (Premio Porquet de periodismo por esta misma investigación, que forma parte de «V, las cloacas del Estado»), con algunos interesantísimos cortes de audio.

   ***
 
En cuanto a la sorprendente –y repentina– decisión de archivo de la causa por parte de la jueza Belén Sánchez sin permitir a la denunciante aportar pruebas decisivas y no dejando practicar diligencias imprescindibles, y justo tres días después de conocerse los afectuosos mensajes entre el denunciado López Madrid y los reyes de España, cada cual puede pensar lo que considere oportuno.



Lo satisfactorio es que la Audiencia Provincial haya enmendado la plana a la jueza, y la obligue a reabrir el caso y practicar todas esas diligencias que había impedido, incluyendo la rueda de reconocimiento a la que tendrá que acudir como investigado José Villarejo, el conocido como ‘comisario de las cloacas’, y presunto ejecutor de uno de los apuñalamientos.

En este caso hay muy pocas cuestiones que no avergüence un poco calificar de ‘presuntas’. Y no imagino siquiera por lo que habrá tenido que pasar la doctora Elisa Pinto con toda la maquinaria del poder contra ella, contra la víctima de un depravado.
 
 Pero lo que de verdad me estremece es pensar, si a Elisa Pinto le ha podido suceder esto, qué ocurrirá en los casos en los que la víctima no sea una persona con contactos al más alto nivel, y conocida y respetada en los círculos de la alta sociedad.

Para echarse a temblar en este estercolero de país.


 Pepito Grillo





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