Ahora que tengo su atención, señores, quería hablarles de algo.
Quién arrebata el Giro a quién. Quién ha ganado en
Cannes qué. Cómo Pedro Sánchez es el diablo y dónde. Puigdemont ha dicho
qué. Quién ha perdido contra el Barça y cómo. El rey también ha hecho
cosas. Hasta Mariano ha dicho algo, y mira que está siempre bien
escondido.
Estos son titulares de las noticias que han acaparado las portadas de
los principales periódicos de nuestro país el lunes, que despertábamos
tras un fin de semana con una asesinada cada pocas horas.
La prensa, al igual que muchas otras esferas, es cosa de
ellos. Ellos lo cocinan y ellos se lo comen.
Luego muchos no entienden
cómo es posible que las mujeres leamos en menor proporción la prensa y
nos dediquemos más a los libros.
Hombre, nosotras tenemos unas cuantas teorías, pero ustedes no están escuchándonos.
Los señores no leen si no son otros señores los protagonistas. Los
señores tampoco escriben si tienen que hacerlo para hablar de nosotras.
Los señores no oyen, no escuchan, no miran, no les importa.
Sólo nos
prestan atención si hay foto, y depende de cómo sea la foto. La de la
contraportada del AS, por ejemplo, sí les interesa. No saben por qué nos
matan, la mayoría hasta niega que nos maten por ser mujeres.
Pero es
curioso cómo no les importan estos temas, ¿no? Parece como si supieran
que ellos nunca serán protagonistas de estas noticias. Al menos no como
víctimas. Ni aun siendo victimarios consiguen ser el sujeto activo de
los titulares.
"Hallan a una mujer estrangulada", "muere una mujer
desangrada", "fallece una joven en Vigo", "tres mujeres se sumaron este
fin de semana a la lista de asesinadas". Sólo somos protagonistas
activas dentro de los periódicos de los señores cuando, precisamente, no
hemos hecho absolutamente nada.
Si los señores de
los medios pusieran bien grande en sus portadas (tanto en papel como en
digital) todos y cada uno de los feminicidios, sería un tema muy difícil
de esquivar para los demás señores lectores. Se encontrarían cada
semana con una o varias asesinadas. En los morros. Una semana. Otra
semana. Otra semana. Un mes. otro mes. Un año, dos años, cinco años.
Así. "Un hombre asesina a su mujer", "un hombre mata a su expareja", "ya
son 900 hombres los hombres que han matado a sus mujeres desde que se
contabiliza". "Casi mil hombres han dejado huérfanos a cientos de niños y
niñas al matar a su madre". "Estas son las cifras de los hombres que
han matado a sus hijos e hijas para hacer daño a su madre". Cada semana
de cada año.
Yo he crecido viendo portadas así cuando
ETA mataba. Con 10 años ya estaba completamente sensibilizada con el
tema, bastaba con echar un vistazo al periódico de mi padre o ver
empezar un telediario. Recuerdo aún muchas de las caras de los más
buscado de ETA. Nombres, apellidos, edades. También la pena que
cumplirían los que eran detenidos.
También cuándo iban a salir de la
cárcel. Los culpables eran perseguidos por la prensa incluso habiendo
cumplido condena. Así crecí, así me informaban los medios, era imposible
escapar a la realidad. Así que sí, los señores saben hacerlo. Pueden
hacerlo. Tienen el poder de no dejar que nadie escape a la realidad.
Si los señores que dirigen periódicos, que dirigen telediarios, que
deciden los titulares a leer en la radio... vaya, si los señores en
general, hicieran su trabajo, poca gente se atrevería a decir en voz
alta "tampoco sabemos por qué la ha matado" o "a lo mejor tenía
problemas mentales", como ahora podemos leer y escuchar cada vez que
matan a otra mujer.
Señores de los medios, hombres
como ustedes están matando a mujeres porque son mujeres. Y mientras
ustedes nos invisibilizan, mientras disfrazan nuestra realidad de
unas líneas escondidas en la página 82, mientras esconden sus vergüenzas
a 20 scroll down en sus medios, están colaborando
con los que luego empuñan el arma.
Tengan claro que ustedes son
colaboradores necesarios del sistema que hace que nos maten, de ese
sistema que luego normaliza que se culpe a las víctimas de su propia
muerte.
Las asesinadas no se suman a ninguna lista,
señores, son los vivos quienes hacen sumas y listas.
Y son ustedes
quienes tienen la obligación de dar la relevancia que merece al hecho de
que la mitad de la población sufre violencia por parte de la otra
mitad.
Se cuentan por miles los casos de maltrato al año, así que hagan
las sumas para calcular cuántas víctimas tiene la lista de mujeres
agredidas y vejadas. Calculen las violaciones y calculen los
asesinatos.
A ver si es posible, señores, que
informen en portada de las condenas por asesinar a una mujer, sáquenlos
en los medios al salir de prisión, comparando el antes con el después,
que se vean las canas, las arrugas, la pérdida de peso, como hacían con
ETA.
Que a otros señores se les grabe en la retina cuál es el castigo si
osan levantar la mano a una mujer. Creen conciencia, porque su trabajo
es ése. Y hablen de cómo es la vida de los huérfanos que dejan los
asesinos.
Escriban, como está claro que saben hacerlo, de cómo eran esas
mujeres, a qué se dedicaban, qué cosas les gustaban. Cuenten sus vidas
en prensa, en radio y en televisión como si les importara.
Hagan su
trabajo como si hubiera 46 millones de personas en este país, y no sólo
23.
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