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lunes, 10 de julio de 2017

El síndrome de Noé cuando el amor por los animales acaba en maltrato



No es la primera vez que una persona empieza a acumular un número excesivo de animales en su domicilio. Comienzan recogiéndolos de la calle, les permiten que críen, camada tras camada, son incapaces de deshacerse de ellos, de reconocer que no pueden alimentar a 50 bocas, ni mucho menos darles la atención sanitaria que merecen. 


Es el síndrome de Noé, un trastorno que, lejos de ser un hecho aislado, se repite constantemente por la geografía española, pero que no es noticia hasta que algún vecino se queja y las administraciones toman medidas.



Sin ir más lejos, sólo la Federación de Asociaciones Protectoras de Animales (Fapam) ha rescatado en los últimos cuatro años cerca de mil animales procedentes de personas con este síndrome. Esta semana desalojaron a 50 perros de una casa de San Sebastián de los Reyes, Madrid. Su dueño los tenía en el interior de una habitación rodeados de todo tipo de suciedad, con sarna, parásitos. Muchos presentaban problemas óseos por falta de movilidad.


Hace cinco años ya le habían incautado 79 canes. «Pedimos a las administraciones que se encarguen de vigilar a este tipo de personas. El 99,9%, aunque hayamos desalojado, vuelve a tener muchos animales», denuncia Mati Cubillo, presidenta de Fapam, quien asistió al desalojo del vecino de San Sebastián.


«El propietario lloraba desconsoladamente, él quiere mucho a sus 50 perros, y el hecho de no poder tenerlos le supone un tremendo dolor», cuenta Cubillo, quien recuerda que son sólo cinco animales los permitidos por la ley española. «La última vez le dejaron nueve perros, un error por parte  del Ayuntamiento. Esta vez le dejarán cinco, a los que esterilizaremos de manera gratuita», reconoce Cubillo.



De hecho, Fapam correrá con los gastos de los 45 perros que no podrán quedarse con su dueño.


«Normalmente están en muy mal estado de salud, por lo que lo que suele ser muy caro su tratamiento veterinario». Para Cubillo, lo importante es que alguien vigile que estas personas están bien y que, pese a su «amor» por los animales, no los vuelven a acumular. «Es un tema muy delicado, ya que no se les inhabilita a tener animales porque se deprimirían aún más, pero sí que suelen ser reincidentes».

Indalecio vivía con 140 perros en una furgoneta
 
El «récord» de animales acumulados por una persona y recogidos por Fapam está en 160 perros. Cubillo recuerda con especial emoción cuando tuvo que acudir al rescate en una finca en Portillo de Toledo. Indalecio, de 75 años, vivía en una vieja furgoneta rodeado de perros enfermos que había ido recogiendo de la calle. «Nos dijo que dos perros le salvaron la vida a los 10 años del ataque de un toro y que prometió que cuando se jubilara recogería a todo can que viera abandonado».


 «Había acumulado 140 perros, los adoraba, dormía con ellos pese a que tuvieran sarna. Le he visto compartir su comida con ellos», explica Cubillo. Sin embargo, también cuenta la peor parte para los animales: «Una hembra paría, y al minuto un hombre se comía a su cría».


 

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