El grito, obra de Edvard Munch, es una genial manifestación de angustia.
En aquella fantasmagórica pesadilla el miedo a los despidos inunda cada lugar de trabajo, la incertidumbre cala muy hondo en las personas que desempeñan su labor en cualquier empleo. En mi trabajo la gente acude con caras largas, se percibe tristeza, impotencia, pero sobre todo mucho temor a que llegue la siniestra decisión que te haga verte sin nada en la calle, con derecho a unos pocos días por año de indemnización y una hipoteca que pagar, hijos a los que alimentar y una vida por delante que se avecina terrible y sin salida.
Hoy aunque estemos en primavera se percibía un ambiente tenso y sobre todo mucho miedo en cada compañer@. Todo el mundo corre cuando se aproximan los minutos del fichaje, te sientes vigilado, casi no puedes hablar en los pasillos hay miedo, mucho miedo y tu lugar de trabajo ya no es el lugar alegre de libertad de expresión y felicidad. Prevalece el terror a verte sin nada, que al tecnócrata de turno le de por pulsar el botón de tu despido. La indefensión es total y ya ni siquiera los juzgados de lo social pueden salvarte del caciquismo feroz. Flota en el ambiente una sensación de que todo lo que digas podrá ser utilizado en tu contra, no te fías y vez caras cómplices con el poder, con la empresa y ya todo lo que dices es a media voz y mirando que no estén cerca quienes filtran toda la información. Seres sin escrúpulos que viven de medrar, de pelotear y de chivar cada detalle, cada mirada, cada comentario, cada palabra escrita o pronunciada. Se mueven entre mesas y ordenadores, vigilan el coto privado de los que piensan que todavía debe existir la esclavitud.
Tantos años de luchas obreras en todo el planeta para acabar así, luchas implacables desde los años en que los héroes de Chicago entregaron sus vidas por la jornada de 8 horas. Siglos de consecuciones históricas que parecen desaparecer en una nueva legislación laboral diseñada a la medida de una patronal cada día más siniestra, conchabada con un gobierno que está imponiendo un nuevo régimen de terror dirigido desde una Europa manchada de miles de suicidios de personas desesperadas, de reformas y recortes sociales a los sectores más desfavorecidos, los que pagan el pato de un sistema abocado a su propia destrucción, la que viene de la respuesta combativa de los pueblos alzados.
Éste será inevitablemente el camino.
Nota: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Hoy aunque estemos en primavera se percibía un ambiente tenso y sobre todo mucho miedo en cada compañer@. Todo el mundo corre cuando se aproximan los minutos del fichaje, te sientes vigilado, casi no puedes hablar en los pasillos hay miedo, mucho miedo y tu lugar de trabajo ya no es el lugar alegre de libertad de expresión y felicidad. Prevalece el terror a verte sin nada, que al tecnócrata de turno le de por pulsar el botón de tu despido. La indefensión es total y ya ni siquiera los juzgados de lo social pueden salvarte del caciquismo feroz. Flota en el ambiente una sensación de que todo lo que digas podrá ser utilizado en tu contra, no te fías y vez caras cómplices con el poder, con la empresa y ya todo lo que dices es a media voz y mirando que no estén cerca quienes filtran toda la información. Seres sin escrúpulos que viven de medrar, de pelotear y de chivar cada detalle, cada mirada, cada comentario, cada palabra escrita o pronunciada. Se mueven entre mesas y ordenadores, vigilan el coto privado de los que piensan que todavía debe existir la esclavitud.
Tantos años de luchas obreras en todo el planeta para acabar así, luchas implacables desde los años en que los héroes de Chicago entregaron sus vidas por la jornada de 8 horas. Siglos de consecuciones históricas que parecen desaparecer en una nueva legislación laboral diseñada a la medida de una patronal cada día más siniestra, conchabada con un gobierno que está imponiendo un nuevo régimen de terror dirigido desde una Europa manchada de miles de suicidios de personas desesperadas, de reformas y recortes sociales a los sectores más desfavorecidos, los que pagan el pato de un sistema abocado a su propia destrucción, la que viene de la respuesta combativa de los pueblos alzados.
Éste será inevitablemente el camino.
Nota: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
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