Conmuévanse con la historia de la cultura vista por los cuatro de siempre. Ésta es su vida.
30 años después del artefacto que se conoce como Cultura de la Transición (CT), la tarea de reconstrucción de puentes se ve alterada cada vez que una de nuestras amistades nos dice que Boyero es un tío que se moja. No hay puentes.
Ni olvido ni perdón. La historia se está escribiendo este momento en las páginas de El País Semanal. Sirva una modesta historieta desde la esquina de un periódico marginal para denunciar el colaboracionismo, cuando no directamente la militancia, de los últimos bastiones de la Cultura de la Transición; aquellas figuras que mantienen la ficción de que “este país es así”; les hablan con gesto grave de la crisis de valores y les piden una adhesión automática a su causa, que básicamente consiste en que todo se mantenga como está.
En que todo vaya como tiene que ir. Nombres, los que quieran, muchos asociados a Prisa, pero déjennos que nos quedemos con Imanol Arias, protagonista de un inolvidable anuncio de Brandy.
“Escucha con nosotros la vida”
De lunes a viernes, el principal bastión de la Cultura de la Transición en el sigloXXI es, sin ninguna duda, la Cadena SER. Se debe reconocer que el faro de Gran Vía 32 se ha adaptado a cada circunstancia con esmero: ¿que el rey ya no mola porque caza elefantes? Carles Francino, que caza perdices, pondera el fino sentido del humor del príncipe Felipe. ¿Que se lleva lo oriental? Jesús Ruiz Mantilla habla sobre el placer de orientarse bien. ¿Que alguien se muere? Ahí sale Juan Cruz con su voz de pajarito carpintero.
Viernes por la noche. ¿Qué hace alguien imbuido en el cicloCT del que le estamos hablando? Lo primero, consulta en SModa cómo viste un nimileurista. Después tiene dos opciones: o se marca una noche de Callejeros (no añadimos una coma al artículo del último Mondo Brutto) o se rinde a José Mota, el amo, el puto amo: el nexo entre la vida metropolitana y los pueblos de la meseta a los que tendremos que volver si acontece el amanecer postnuclear. Vencedor de la carrera de ratas que fue la sucesión de Martes y 13, Mota fue el principal ausente del anuncio de Campofrío, que terminaba con una frase que resume esto de lo que hablamos: Josema Yuste pregunta en la tumba de Gila: “Maestro, ¿se puede sacar cada día la parte buena de la vida con la que está cayendo?”.
Chuta, remata y ¡gol!
La Marca España, ese concepto tan deliciosamente siniestro, no hubiera sido concebible sin las gestas, minigestas, nobles derrotas o sonadas decepciones de los incontables fines de semana del deporte español. La ruptura del equipo de Carrusel Deportivo y el ocaso de deportes minoritarios elevados a entretenimiento demasas como la Fórmula 1 parecen los primeros síntomas de un decrecimiento forzoso de la fiebre del fútbol. Una crisis que hasta ahora sólo ha sido sorteada por el boom mediático de la trama Guardiola-Mourinho.
Pero, si se cansan de deporte, pueden disfrutar del fin de semana escuchando en su coche las gotas del flamenquito que sale de los dedos gordezuelos de Lucas, de Andy e ídem. Si ya no tienen para gasolina, opten por bajarse una peli del internet (cualquier maestro echa un borrón). Perdonen que no le digamos cuál, es que no nos gusta el cine español.
Dejamos para el final ese lado oscuro de la CT que se define como TDT Party, Carajillo Party o Cultura Brunete. Es, lo han adivinado, el mal rollo de la Cultura de la Transición, el necesario yang nacional católico del ying que dieron a luz los pactos de la Moncloa. Muertos Fraga y Mingote, descarrilado Aznar y terminada ETA, el PP de Mariano ha asumido un look enterrador que no tiene que ver con aquella primavera fachosa de hace sólo año y medio. La deriva que adquieran los acontecimientos la podrán seguir ustedes en su radio amiga, pero quédense con un detalle que nos preocupa, ¿se atreverá el Gobierno a acabar con Cuéntame?Creemos que la sangre no llegará al río, pero si se atreven... Ay, si se atreven
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