Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


martes, 1 de mayo de 2012

LO QUE DEBE PREOCUPARNOS DE LAS BANDAS LATINAS. (PARTE 1)

La vida es, sobre todo, emoción. Y lo emocional está presente, de un modo u otro, en todas nuestras acciones. No soy psicólogo (Dios me libre) pero sé lo que son las necesidades emocionales porque las tengo, porque me sorprende lo que son capaces de condicionar mis acciones a pesar de que, torpemente, la vida te enseña a contenerte y alejarte de ellas. Y la adolescencia es la emocionalidad en mayúsculas.


Que nadie me malinterprete. No me emocionan las bandas. Solo trato de empatizar con sus miembros para averiguar en qué estamos fallando, qué pilares están resquebrajados para que menores de edad de este país se sumerjan en relaciones de amigos tan estructuradas, tan territoriales y tan violentas


Son muchos los cuentos que nos han soltado acerca de las bandas latinas. Existe un relato macrodelincuencial, que es el que habla del origen de las bandas en cárceles de Estados Unidos y países centroamericanos. Todo eso me interesa poco. Quienes defienden esas tesis para explicar la peligrosidad de un menor de Villaverde, Vallecas o San Sebastián de los Reyes, lo hace siendo completamente ajeno a cuáles son las razones que les llevan a integrarse en uno de estos grupos. Cuando en 2003 o 2004 se comenzó a hablar de bandas, y se cometieron los primeros asesinatos entorno a las mismas, la policía y la guardia civil estaban tan despistadas que comenzaron a confundir los rasgos distintivos de pertenencia a unas u otras con las ropas anchas de moda en el momento. Estas imágenes dan cuenta de ello. La prensa, en su labor de confusión habitual, contribuyó negativamente al incremento de la sensación de peligro y miedo social. Solo un dato. Toda la trayectoria de asesinatos entre bandas en España reúne la misma cantidad de cadáveres que el número de suicidios que se producen en este país al día (entre 8 y 10) sin que nadie diga ni mú. Espero que sirva este ejemplo.


Esta explicación fue criminógena, invitó a muchos adolescentes a sentirse fuertes y malos en el seno de una banda. Pero, más allá de eso, fue un razonamiento puramente xenófobo. Salieron a la palestra ministros de la ciencia (de su ciencia) a explicar, en plena eclosión migratoria, que aquellos menores reagrupados que habían vivido su primera adolescencia en países "violentos" (República Dominicana, Ecuador, Colombia, etc.) imitaban los patrones de conducta aprendidos, aplicándolos en una sociedad en la que no acababan de integrarse. 


La presión mediática surtió efecto y los malos políticos obraron en consecuencia. Reformaron la Ley del Menor en el año 2006, incorporando el delito de Asociación Ilícita que ha sido aplicable a muy pocos casos porque resulta harto difícil de demostrar. Por su parte, la policía se puso las pilas, y en numerosas ocasiones, apoyados por mandatos judiciales de disolución de esas bandas (Latin King, Ñetas y Dominican Don´t Play principalmente) desmantelaron buena parte de las estructuras de estos grupos. En concreto, en Madrid, el trabajo del Grupo encargado de ello ha sido muy eficiente, demostrando un amplísimo conocimiento de los grupos y sus reuniones. 


En 2009, un Trinitario mató a un Dominican Don´t Play en Madrid. Desde entonces, nada de nada hasta hace unos días, primero en Barcelona y después en Vallecas. 


¿Qué ha ocurrido ahora? Los pocos expertos sobre el tema hablan del repliegue necesario de estos grupos, del descenso de los migrantes a nuestro país, de que la violencia ejercida se había reducido mucho, había pasado a ser de baja intensidad. Más amenazas y menos agresiones, un gran número de detenidos, el endurecimiento de las penas, de bla, bla, bla. 


Un inciso. En Francia o Reino Unido saben, desde hace mucho tiempo, que los riesgos con su población inmigrante no residían fundamentalmente en los primeros, sino en los segundos (inmigrantes de segunda generación), en aquellos que, habiendo incluso nacido en París o Londres, se sentían discriminados por el color de su piel o por la religión que profesaban, residían en suburbios y no tenían las mismas oportunidades que el resto. Los argelinos que, siendo franceses, no se sentían como tales y para conseguir una identidad, reafirmaban la de su procedencia, exaltando de ella desafortunadamente todo lo negativo, todo lo que les permitiera mantener una postura defensiva, de fuerza. Protagonizaron, por ejemplo, grandes disturbios en 2007 cuya represión dio fama y gloria a un Ministro de nombre Sarkozy. Quienes saben de terrorismo islamista entenderán a qué me refiero. Los autores de los atentados de Londres, el francés Mohammed Merah, todos inmigrantes de segunda generación envueltos en sociedades a las que no podían acceder, fanatizando sus planteamientos entorno a sus orígenes culturales o religiosos.


¿Y Ustedes piensan que lo que ocurre en Francia o Reino Unido nos queda muy lejos? Había una diferencia grande, sí. Que nuestra inmigración era más joven, más reciente. En los próximos años nos iremos encontrando con las segundas generaciones en un contexto socioeconómico gravísimo para perjudicar una adecuada integración. Cuando leí los primeros datos de la víctima del asesinato de Vallecas, me quedé con ese: español, nacido en Zaragoza, de procedencia dominicana. 


No. No estamos ante unos españolitos de distintos orígenes que son terroristas o asesinos en potencia. Estamos ante el riesgo de no integración de una generación entera, que incluye a adolescentes y jóvenes, sea cual sea su origen o el de sus padres, que adopta patrones de identidad comunes tal y como lo hacían en los años 80 o 90 las tribus urbanas. Esos patrones,  ahora con menor carga ideológica, están más asociados a los del entorno de las bandas latinas, porque sus códigos y orígenes se complementan mejor con la situación de los chicos




  • Sentimiento identitario, 
  • Referentes normativos 
  • Entorno afectivo
Las tres grandes carencias de los adolescentes más desfavorecidos. 


Y así emprendemos el camino de retorno. Los datos de las detenciones del asesinato de Vallecas hablaba de un grupo compuesto por varios dominicanos, un español, un rumano y un peruano. Las bandas latinas es el actual sobrenombre de los grupos violentos. Y los grupos violentos son heterogéneos, cada vez más. 


¿Qué hace un español en Dominican Don´t Play? ¿Cómo se llega a formar parte de uno de estos grupos? 


Odio los post extensos. Es sobre lo que trataré de hablar en la siguiente entrada. 



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