“Para mí Cuba fue la luz de esperanza más importante que se encendió en Latinoamérica y tal vez en el mundo, en el Siglo XX. Los primeros 20 o 25 años fueron de una ejemplaridad absoluta, y ahora creo que ha envejecido un poco, como todas las cosas en la vida, porque los sueños también envejecen. Pero mi corazón sigue siendo muy cubano y estoy seguro de que aquel fuego que encendió la Revolución Cubana, renacerá y ya jamás se apagará”.
Desde aquí le decimos a ese cantante tan universal que actúa incluso en Estados nazis como Israel, que se olvide de Cuba y sus problemas que son asuntos a resolver por los cubanos dentro, eso sí (es en lo único en lo que entramos como internacionalistas), del marco de la revolución.
Más le valdría manifestar públicamente su preocupación por la situación que atraviesan los presos políticos que envecejen en las carceles de exterminio del Estado español. Ellos envejecen físicamente, pero sus sueños de conseguir una sociedad justa nunca lo harán, porque están más vigentes que nunca.
Vete a la mierda, Joaquín Sabina.
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