-Tengo hambre, mamá.´
-Ya queda poco, hijo -la cola de aquel comedor social se hacía interminable. Mientras, un anciano observaba al niño y la madre.
-¿Por qué no puedo comer en el colegio, mamá? -la madre guardó un silencio doloroso mientras acariciaba a su vástago.
El menor, miró de un lado a otro. Luego cogió una salchicha y un pan e introdujo todo en el interior de los bolsillos de su pantalón.
El viejo, habiendo visto aquella escena, se acercó al niño y preguntó:
-Cómo te llamas.
-Jorge -contestó el párvulo sorprendido por el hombre.
-¿Cuántos años tienes?
-Siete.
-Dime, Jorge. ¿Por qué te llevas comida a escondidas? Si quieres más sólo tienes que pedirla -las palabras de aquel hombre fueron amables y provocaron la respuesta del niño.
-Es para mi abuelo. Está enfermo en casa y no ha comido nada en todo el día.
Esta escena no pertenece a la ficción. Ocurrió recientemente en España. El padre Ángel, creador del banco solidario desde su ONG "Mensajeros de la paz" con una vida entera dedicada a los pobres, relataba esta experiencia vivida, en un medio de comunicación, reflejando en su rostro el sufrimiento de quien convive diariamente con la pobreza y la exclusión social.
En España, 2.2 millones de niños viven bajo el umbral de la pobreza, según un informe de Unicef. Sin embargo, observamos la desidia de los responsables políticos y la clase capitalista que lo sustenta. Sus intereses están en otro lado. No hay más que ver lo que hacen por los bancos.
Ni un solo niño merece sufrir el hambre, la falta de un hogar estable, carencias dañinas, el desconsuelo y la ausencia de una infancia feliz, por la impudicia de los que desde el poder económico y político pretenden perpetuar sus inmorales privilegios. El padre Ángel quizá no pueda decirlo, pero yo sí: ¡malditos sean!
Publicado en Opinión
-¿Por qué no puedo comer en el colegio, mamá? -la madre guardó un silencio doloroso mientras acariciaba a su vástago.
El menor, miró de un lado a otro. Luego cogió una salchicha y un pan e introdujo todo en el interior de los bolsillos de su pantalón.
El viejo, habiendo visto aquella escena, se acercó al niño y preguntó:
-Cómo te llamas.
-Jorge -contestó el párvulo sorprendido por el hombre.
-¿Cuántos años tienes?
-Siete.
-Dime, Jorge. ¿Por qué te llevas comida a escondidas? Si quieres más sólo tienes que pedirla -las palabras de aquel hombre fueron amables y provocaron la respuesta del niño.
-Es para mi abuelo. Está enfermo en casa y no ha comido nada en todo el día.
Esta escena no pertenece a la ficción. Ocurrió recientemente en España. El padre Ángel, creador del banco solidario desde su ONG "Mensajeros de la paz" con una vida entera dedicada a los pobres, relataba esta experiencia vivida, en un medio de comunicación, reflejando en su rostro el sufrimiento de quien convive diariamente con la pobreza y la exclusión social.
En España, 2.2 millones de niños viven bajo el umbral de la pobreza, según un informe de Unicef. Sin embargo, observamos la desidia de los responsables políticos y la clase capitalista que lo sustenta. Sus intereses están en otro lado. No hay más que ver lo que hacen por los bancos.
Ni un solo niño merece sufrir el hambre, la falta de un hogar estable, carencias dañinas, el desconsuelo y la ausencia de una infancia feliz, por la impudicia de los que desde el poder económico y político pretenden perpetuar sus inmorales privilegios. El padre Ángel quizá no pueda decirlo, pero yo sí: ¡malditos sean!
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