Bronce histórico en el tapiz
Maider Unda tras conseguir el bronce.
- Maider Unda logra la primera medalla en la historia de la lucha libre olímpica para España
Artzai Gazta es el nombre del queso que Maider Unda saca de las 300 ovejas que cuida desde que se levanta cada día, a las seis de la mañana. No le ha hecho falta madrugar tanto este jueves para lograr la primera medalla en la historia de la lucha libre olímpica para España. Es de bronce, y sabe a gloria para quien hoy ha dicho adiós a los Juegos Olímpicos, pues con 35 años Río de Janeiro llegará muy tarde para ella.
Maider se impuso en el combate por ese tercer escalón del podio -en esta especialidad hay dos bronces- a la bielorrusa Vasilisa Marzalyuk, la misma a la que este mismo año le ganó, también el bronce, en el Campeonato de Europa. Ganó por 1-0 los dos primeros asaltos y luego bailó como una loca, se abrazó con su entrenador, Luis Crespo -electricista de profesión-, bajó del tapiz y se secó un poco de sangre que tenía en el labio antes de irse a por su familia, que la esperaba y la felicitó por el mayor logro de su carrera deportiva. Los miembros de la peña que lleva su nombre le pusieron una txapela y celebraron con ella el mayor triunfo de Maider, una luchadora que ya ha hecho historia para el deporte español.
Nacida en Vitoria en 1977, se inició en la lucha a los nueve años y desde entonces ha sido 13 veces campeona de España, una vez subcampeona mundial (2009) y otra bronce europeo, este mismo curso. Sin embargo, ningún éxito similar al logrado este jueves en el Excel, una especie de Ifema -varios pabellones enormes entre los que conviene moverse en autobús- que vibra al ritmo de las luchadoras y de la música de discoteca, llegando a hacer pesado el Born this way de Lady Gaga.
Se impuso en primera ronda a la colombiana Betancourt, y posteriormente se deshizo, en un gran combate, de la representante de Mongolia, Ochirbat, actual subcampeona del mundo.
Sin embargo, en las semifinales, ante la búlgara Hristova, terminó cediendo y tuvo que esperar una rival por el bronce que apareciese desde la repesca. Unda, en su retirada, podrá ofrecerles a sus ovejas, desde este jueves, una medalla de bronce. Puede que ellas no lo entiendan mucho, pero seguro que a Maider es un recuerdo que le dura toda la vida. Ella, una luchadora en un país de espaldas a la lucha, con 2.500 fichas, con apenas 10 o 15 atletas de élite que apuesten por una disciplina que, sin embargo, en los países del este cuenta con infraestructuras inimaginables en España.
Maider se impuso en el combate por ese tercer escalón del podio -en esta especialidad hay dos bronces- a la bielorrusa Vasilisa Marzalyuk, la misma a la que este mismo año le ganó, también el bronce, en el Campeonato de Europa. Ganó por 1-0 los dos primeros asaltos y luego bailó como una loca, se abrazó con su entrenador, Luis Crespo -electricista de profesión-, bajó del tapiz y se secó un poco de sangre que tenía en el labio antes de irse a por su familia, que la esperaba y la felicitó por el mayor logro de su carrera deportiva. Los miembros de la peña que lleva su nombre le pusieron una txapela y celebraron con ella el mayor triunfo de Maider, una luchadora que ya ha hecho historia para el deporte español.
Nacida en Vitoria en 1977, se inició en la lucha a los nueve años y desde entonces ha sido 13 veces campeona de España, una vez subcampeona mundial (2009) y otra bronce europeo, este mismo curso. Sin embargo, ningún éxito similar al logrado este jueves en el Excel, una especie de Ifema -varios pabellones enormes entre los que conviene moverse en autobús- que vibra al ritmo de las luchadoras y de la música de discoteca, llegando a hacer pesado el Born this way de Lady Gaga.
Se impuso en primera ronda a la colombiana Betancourt, y posteriormente se deshizo, en un gran combate, de la representante de Mongolia, Ochirbat, actual subcampeona del mundo.
Sin embargo, en las semifinales, ante la búlgara Hristova, terminó cediendo y tuvo que esperar una rival por el bronce que apareciese desde la repesca. Unda, en su retirada, podrá ofrecerles a sus ovejas, desde este jueves, una medalla de bronce. Puede que ellas no lo entiendan mucho, pero seguro que a Maider es un recuerdo que le dura toda la vida. Ella, una luchadora en un país de espaldas a la lucha, con 2.500 fichas, con apenas 10 o 15 atletas de élite que apuesten por una disciplina que, sin embargo, en los países del este cuenta con infraestructuras inimaginables en España.
Fue un segundo, pero yo lo ví: Ikurriña bai, española ez
Fue un segundo, pero yo lo ví: Ikurriña bai, española ez
Maider Unda, deportista vasca, ganó ayer la medalla de bronce en la modalidad de lucha libre, categoría de menos de 72 kilos, "la primera que consigue un deportista español en esta disciplina", dijeron las agencias del régimen y repitieron como papagayos el resto de siervos de la pluma.
Española... Desde las gradas, sus amigos y familiares portaban ikurriñas (banderas nacionales vascas) y algún funcionario del régimen le metía por los ojos a la vencedora del combate el pendón neofranquista español, intentando, deseperadamente, que lo cogiera porque las cámaras de televisión retransmitían el momento para medio mundo.
Maider Unda se fue hacia ellos, se puso una chapela (para los amigos de América: boina vasca) y pese a la insistencia del funcionario, que seguía metiéndole por la cara la banderita franquista, ella escogió la Ikurriña, la de su gente, la de su país. En ese instante, la televisión española (TVE) cortó la imagen y en las repeticiones posteriores no sacaron el detalle en cuestión.
Ignoro ("gracias" a TVE) lo que pasaría después, pero en ese segundo, pude ver su gesto de gallardía y orgullo. No se imaginan cómo disfruté: Ikurriña bai, española ez (Ikurriña sí, española, no)


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