- Aumenta el número de personas que se congregan al cierre de los supermercados para recoger alimentos de los contenedores
- Los gerentes admiten que tiran gran cantidad de comida en perfecto estado
- La Red Europea de Lucha contra la Pobreza calcula sólo en Madrid 1'4 millones de personas en riesgo de exclusión
No queda mucho para la medianoche cuando Pedro, un jubilado de 70 años, se acerca a un Carrefour Market en el centro de Madrid y deja discretamente su carro de dos ruedas frente a la puerta. El establecimiento lleva un rato cerrado y sólo queda un par de empleados dentro. Pedro se aleja del carro, mira a la puerta, se distancia un poco más y permanece a la espera.
Unas semanas antes, el gerente dio la orden a los trabajadores de sacar la basura justo cuando pase el camión de recogida, de modo que nadie pueda llevarse nada de los contenedores. "La cantidad de personas que se acercaba a por comida era ya demasiado grande", asegura el jefe del establecimiento. Por eso, Pedro no quiere llamar la atención y espera que, como cada semana, los empleados hagan la vista gorda y le permitan coger algo de la comida "que hay por arriba, sin rebuscar demasiado".
"Vengo una vez por semana, y cojo sobre todo fruta y verduras", explica con media sonrisa este mecánico retirado que no llega a fin de mes con sus 400 euros de pensión. "Tengo cuidado de que estén empaquetadas, poco dañadas, y que luego se puedan pelar", añade, y asegura que con la cantidad que recoge semanalmente consigue sobrellevar su situación económica.
Poco después de la llegada de Pedro, se acerca una mujer de piel oscura con dos bolsas de plástico y ambos entablan una conversación distendida. En las noches más tranquilas, el goteo de personas que se acercan a buscar lo que el supermercado desecha es incesante y Maira, dominicana de 34 años y madre de un hijo, es otra de ellas. "Vengo a coger fruta, leche y otros alimentos que no estén muy dañados y se encuentren dentro de fecha", cuenta.
Unas semanas antes, el gerente dio la orden a los trabajadores de sacar la basura justo cuando pase el camión de recogida, de modo que nadie pueda llevarse nada de los contenedores. "La cantidad de personas que se acercaba a por comida era ya demasiado grande", asegura el jefe del establecimiento. Por eso, Pedro no quiere llamar la atención y espera que, como cada semana, los empleados hagan la vista gorda y le permitan coger algo de la comida "que hay por arriba, sin rebuscar demasiado".
"Vengo una vez por semana, y cojo sobre todo fruta y verduras", explica con media sonrisa este mecánico retirado que no llega a fin de mes con sus 400 euros de pensión. "Tengo cuidado de que estén empaquetadas, poco dañadas, y que luego se puedan pelar", añade, y asegura que con la cantidad que recoge semanalmente consigue sobrellevar su situación económica.
En las noches más tranquilas el goteo de gente que se acerca a buscar comida es incesante
La joven, que ha trabajado durante años como cuidadora de niños y que ahora está en paro, asegura que ha acudido en varias ocasiones a comedores sociales y a iglesias para pedir ayuda, pero la comida que le suministran no es suficiente. "Tengo que sacar adelante a mi hijo y, aunque tengo el apoyo de mis hermanos, la cosa está demasiado mal, necesito hacer esto", afirma. Maira es aún una novata. "Es la primera vez que vengo sola, pero ya vine la semana pasada con una amiga ecuatoriana que también recoge comida. Ella fue la que me animó", comenta.
Lo cierto es que buena parte de los alimentos que diariamente se tiran en los supermercados se encuentran en condiciones aptas para el consumo. Así lo reconoce un gran número de gerentes de establecimientos consultados por Público, quienes indican que días antes de su fecha de caducidad —varía según la cadena de supermercados— los alimentos son arrojados al contenedor aunque estén en condiciones óptimas. En algunos de ellos, debido a "políticas de empresa", trituran la comida o abren las cajas de leche y zumos cuyos envases se hayan dañado, aunque no se haya visto perjudicada la calidad del producto, y, sobre todo, tratan de esperar a que pase el camión de la basura para sacar los contenedores del establecimiento.
Los gerentes de supermercados admiten que tiran gran cantidad de comida en perfecto estado
Mientras, a pocas calles de distancia Antonio, el gerente de un AhorraMás, entrega una bolsa con alimentos básicos a un hombre que lleva todo el día pidiendo una ayuda económica a los clientes al pasar por la puerta. "Normalmente, si se cae algún producto o se daña un poco el envase hay que tirarlo, así que de vez en cuando le doy algunos", explica, aunque reconoce que la mayor parte de la basura la tiran, después de triturarla para que nadie la recoja. "Me da mucha pena tirar tanta comida, pero es la política de la empresa", se justifica. Escenas como éstas se repiten en la mayoría de las calles de Madrid, una ciudad que cuenta, según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, con 1'4 millones de personas en riesgo de exclusión y casi un millón por debajo del umbral de pobreza, mientras que buscar en la basura puede acarrear una multa de 750 euros. Sin embargo, la decisión del alcalde de Girona de sellar los contenedores para evitar estas escenas evidencia que el fenómeno es común en otros lugares del país.
El despilfarro de comida, en el debate público
El Sindicato Andaluz de Trabajadores, que la semana pasada realizó una acción de "expropiación" de alimentos básicos en un Mercadona sevillano, ha colocado en el debate público las dificultades que atraviesan decenas de miles de familias tras las últimas oleadas de recortes. El alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, aprovechó la cobertura mediática para proponer que los productos de consumo de las grandes superficies fueran donados cinco días antes de su fecha de caducidad. "Hay 1.700.000 familias con todos sus miembros en paro y se les está acabando el subsidio por desempleo. ¿De qué van a comer ellos?", espetó.
Los supermercados tiran alimentos días antes de su fecha de caducidad
La entidades benéficas, colapsadas
Según un estudio elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, los supermercados no suelen donar a ONGs o bancos de alimentos, y sólo un 20% asegura realizar esta práctica. Sin embargo, ellos no son los únicos que tiran comida diariamente, sino también los restaurantes, que, según otro informe, elaborado esta vez por la Federación Española de Hostelería y Restauración, arrojan al año cerca de 63.000 toneladas a la basura.
Mientras tanto, los bancos de alimentos, que han visto cómo la demanda de comida ha crecido un 45% en el último año, no dan abasto en medio de una dura crisis que golpea a multitud de hogares españoles y ha obligado a muchos a recurrir a entidades sociales para obtener productos de primera necesidad. El Banco de Alimentos de Madrid, por ejemplo, tiene una lista de espera de unas 15 organizaciones. "Nos vemos obligados a rechazar muchas solicitudes porque no hay alimentos para todos", lamentaba Agustín Alberti, portavoz de la organización, hace un par de meses.
"Somos personas con alma y eso es muy bonito"
Aznar era políticamente una mala persona. Felipe González, un vanidoso descuidado. Zapatero, políticamente endeble. Pero Rajoy es simplemente un necio. Es asombroso que los españoles hayan elegido a este señor como presidente. Pero es aún más asombroso que una buena mayoría continúe sustentándole. A lo que se ve e intuye, los españoles somos de mala calidad democrática.
Porque es de necios decir, ni aun de pasada, que ‘nos preocupamos demasiado por lo material, y que al final los seres humanos somos sobre todo personas, con alma y con sentimientos, y esto es muy bonito y me reconforta mucho’.
¿De qué quiere el señor Rajoy que estén preocupados los cinco millones de parados, los millones de españoles que viven en la pobreza, los pensionistas que ni haciendo equilibrios pueden llevar una vida digna, los seiscientoeuristas o los funcionarios que ven amenazados sus puestos de trabajo, los mendigos en las puertas de los híper? No está el horno para sentimentalidades ni espiritualidades. Es insultante que quien lo dice, ni sus centauros, no esté preocupado por lo material al tenerlo asegurado con suficiencia y alevosía. Necio, cínico y consciente o inconscientemente cruel.
La crueldad, el gran pecado de los gobernantes poderosos. Se les va el impulso político en romerías, códices y plegarias. Con su sentimentalidad de plástico y cartón-piedra. La sentimentalidad de la mentira. Rajoy no ha dicho una verdad en su vida, ni cuando estaba en la oposición ni desde que está en el Gobierno. Siempre hace y dice lo contrario de lo que hizo y dijo. La sentimentalidad de machacar al débil. La espiritualidad de no llamar a las cosas por su nombre para desnaturalizarlas.
La espiritualidad de reprimir con dureza los actos cívicos y amenazar las libertades más esenciales. La espiritualidad de ceder ante los terroristas como si no cediera y antes tanto condenaba. La espiritualidad de impedir que las mujeres dispongan de su cuerpo. La espiritualidad del servilismo europeo. De la restricción brutal de la cultura y la enseñanza. La espiritualidad indecorosa del control obsceno de la televisión y la radio públicas. La espiritualidad de los niños con tartera.
La espiritualidad de su sumisión al Opus Dei. La espiritualidad de vender armas. La espiritualidad de condonar deudas y fraudes de los ricos. La espiritualidad de poner en peligro la salud de los españoles. Del estúpido intento de convertirlos en cómplices aprobadores de sus recortes. La espiritualidad de no tener la menor sensibilidad social. La espiritualidad de su zafiedad ideológica. La espiritualidad de la gran paradoja de los de su capa, casta o clase social. La espiritualidad de sentirse reconfortado con su alma y la necedad de sus sentimientos tan bonitos. Rajoy o la espiritualidad de la injusticia social que apadrina.
CATASTROIKA predice lo que ocurrirá, si el modelo impuesto en estas áreas es importado a un país bajo la tutela financiera internacional.
El 26 de Abril, 2012 los creadores de Debtocracy, un documental visto por millones de personas en todo el mundo, presentaron su nueva producción, llamada CATASTROIKA, documental que descubre los resultados de la actual venta de los recursos públicos de Grecia, exigidos a fin de afrontar la inmensa deuda soberana del país. Recordando los ejemplos de Londres, París, Berlín, Moscú y Roma, CATASTROIKA predice lo que ocurrirá, si el modelo impuesto en estas áreas es importado a un país bajo la tutela financiera internacional.
Slavoj Zizek, Naomi Klein, Luis Sepulveda, Ken Loach y Greg Palast hablan sobre las medidas de austeridad, el gobierno griego así como del ataque contra la Democracia en Europa, tras la propagación general de la crisis financiera. Académicos y especialistas como Dani Rodrik, Alex Callinicos, Ben Fine, Costas Douzinas, Dean Baker y Aditya Chakrabortty presentan aspectos desconocidos de los programas de privatización en Grecia y en el extranjero.
CATASTROIKA está coproducida por el público, que contribuyó financiera e ideológicamente en su creación. El documental esta disponible de forma gratuita bajo licencia Creative Commons.
Los responsables de la dirección y el texto del documental han sido los periodistas Aris Chatzistefanou y Katerina Kitidi, y Leonidas Vatikiotis asumió su edición científica. Active Member y Ermis Georgiadis compusieron la banda sonora de CATASTROIKA, mientras que la edición fue realizada por Aris Triantafyllou. Los responsables de la producción del film son Infowar Productions y Thanos Tsantas.
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