Todo intento de construir un estado social y laico en España ha sido contemplado por la Iglesia como un camino a la perdición, y consecuentemente reprimido por las vías más expeditivas.
Imitar el laicismo de los franceses, nos decían, era condenarse a la ruina y a la perdición moral.
Hoy, desde hace más de un siglo, Francia es - además de un país más culto y avanzado que el nuestro en todos los sentidos - un país laico, sin religión en las escuelas, y ello no ha acabado con el culto.
Hora es ya de acabar, de una vez por todas, con este nido de serpientes
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