Cuentan que el triangulo de las Bermudas es una zona en la que numerosos barcos y aviones han desaparecido de forma misteriosa, se esfumaron sin dejar rastro.
España desde hace algún tiempo se ha contagiado de este raro síndrome y poco a poco como por arte de magia, sin dejar huella está desapareciendo lo divino y lo humano:
- Están desaparecidos, para ocultar sus vergüenzas, quienes votaron a los Hijos de G-Petto, ya que estos tras ganar las elecciones se muestran como tronquitos protagonistas de un cuento sin sentido.
- Ha desaparecido la paga que formaba parte del salario de muchos trabajadores, los ladrones ya no respetan ni la navidad.
- Han desaparecido derechos intrínsecamente ligados a la dignidad humana, proclamados en de la Constitución como el trabajo y la vivienda.
- Han desaparecido los ahorros de quienes confiaron en bancos y cajas su futuro con depósitos “preferentes”, administrados por personas incapaces de interpretar un balance pero sin remilgos para disfrutar sueldos escandalosos.
- Está la justicia pendiente de mostrarse realmente implacable con los causantes de las miserias ciudadanas.
- Están desapareciendo uno tras otro los derechos conseguidos en convenios por trabajadores a lo largo de los años.
- Está desaparecida la democracia, usurpada años atrás con un golpe conocido por “Tamayazo” y, aún sin investigar más allá de una comisión manipulada y torticera que pusiera de manifiesto desmanes de políticos y justicia, verdadero motor de la herencia que ahora pasa factura en Madrid y padecen los trabajadores de su TV autonómica, Caja de ahorros y ciudadanos en general paganos de la avaricia de sus gestores y la inmunidad de quienes les nombraron.
- Está desaparecida la ilusión de muchos ciudadanos a los que quieren robar la alegría y el derecho a ser felices, imponiendo unos recortes que absuelven a quienes por tener más menos necesitan.
- Están desaparecidas las promesas electorales de quienes proponían desde la oposición unas soluciones y desde el poder aplican las contrarias.
- Está desaparecida una oposición parlamentaria incapaz de organizarse con criterio y asumir la obligación moral de ofrecer una alternativa al ciudadano.
¿Imaginan como terminarían los tronquitos de madera protagonistas de este cuento si la justicia actuara sin contemplaciones?.
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