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lunes, 18 de febrero de 2013

Por qué los odiamos con tanto ahínco (El extraño caso de Beatriz Talegón)

Beatriz pensando: ¡Que vienen los bárbaros!
 
Beatriz pensando: ¡Que vienen los bárbaros!
 
 
Beatriz Talegón. El nombre de moda estos días. Los periódicos le dedican sesudas editoriales y la televisión nos la muestra en primerísimos planos. La gente no se pone de acuerdo. Unos a favor y otros en contra.
 
 
Primero se hizo mundialmente famosa cuando la vimos por televisión abroncando a la gente de la Internacional Socialista. Después, fue ella la abroncada en la manifestación de Madrid que la PAH convocó el pasado sábado por la tarde. La pobre chica no encuentra una explicación convincente sobre por qué un grupo de individuos se acercó hasta ella, que iba acompañada, nada más y nada menos que por el exministro de justicia de ZP, Fernando López Aguilar, y empezaron a insultarlos y a abroncarlos. A ellos, que habían ido a la mani a mostrar su apoyo a los desahuciados; a ellos, que no son como los otros; a ellos, que son socialistas.


No sé si por su juventud o porque es un subproducto del nefasto sistema educativo español, la pobre Beatriz no es capaz de ver lo que todos los demás vemos con meridiana claridad. Los españoles, sin distinción de raza, religión, sexo o comunidad autónoma donde hayamos nacido o residamos, odiamos con todas nuestras fuerzas a los políticos profesionales. Y los odiamos porque los políticos profesionales, principalmente los del PP y los del PSOE, pero también los de CIU, PNV, Coalición Canaria, UPD, y en menor proporción los de IU, son los culpables de la mayoría de los males que asolan este país. Ellos son el problema. Porque los políticos profesionales nos han robado, nos han estafado, nos han mentido, nos han ninguneado, nos han menospreciado, han arruinado nuestros ayuntamientos y diputaciones, se han reído en nuestras jetas de nosotros, nos han dado por el culo por activa y por pasiva, nos han puteado hasta la extenuación. ¿Lo captas ahora, querida Beatriz?



En cuanto a su partido, ¿qué podemos añadir a todo lo que ya se ha dicho? Le voy a poner sólo dos ejemplos, aunque hay muchos más. Seguro que Beatriz, pese a su juventud, ha oído hablar de un individuo llamado Felipe González, y de todo lo que hizo por desarmar ideológicamente a la clase obrera, de todo lo que hizo porque los ricos de este país fuesen más ricos, de cómo miles y miles de personas confiaron en él, y de cómo las ilusiones de toda esas gentes quedaron en agua de borrajas. Y Beatriz también conocerá a un tal Zapatero, que hasta antesdeayer fue Presidente del Gobierno de España, y conocerá su extraordinario currículum de tropelías, sus ataques indiscriminados contra los trabajadores de este país, su apoyo ciego a la banca, su sumisión ante los poderes fácticos del mundo globalizado, etc., etc.


Dice Beatriz en unas declaraciones al diario El País que, de repente, se vio rodeada en plena manifestación por un grupo de violentos que la insultaron y la zarandearon. Me gustaría que Beatriz entendiera lo que realmente significa la palabra violencia.


Violencia, amiga Beatriz, no es que unas cuantas personas te insulten y coreen consignas contra ti en una manifestación. La violencia es algo mucho más serio. Por ejemplo, violencia es echar a la gente de sus hogares, sin importar que sean octogenarios o bebés; violencia es dejar sin trabajo a un padre de familia y privarlo de sus derechos con una maldita reforma laboral hecha para contentar a la CEOE; violencia es desmantelar el sistema público sanitario y el educativo; violencia es que los escolares no puedan comer en los comedores escolares porque los políticos profesionales se han llevado el dinero; violencia es dejarnos sin cultura; violencia es que la policía te eche afuera un ojo en una manifestación y que encima estés indefensa contra tal agresión; violencia es que te bajen el sueldo y que te congelen la pensión; violencia es malvivir con 426 euros al mes; violencia es seis millones de parados.



Violencia es, en definitiva, que nos dejen de un plumazo sin futuro. Y a todo esto, amiga Beatriz, tu partido, el Partido Socialista Obrero Español (“¿Es socialista, es obrero? / ¿O es español solamente? / Pues tampoco cien por cien. / Si americano también. / Gringo ser muy absorbente” Javier Krahe dixit)  ha contribuido muy activamente. ¿Entiendes ahora por qué los odiamos con tanto ahínco?


De todas maneras, amiga Beatriz, no te preocupes. En las próximas elecciones generales, los jerifaltes de tu partido te reservarán un silloncito en el Congreso de los Diputados, cobrarás tus cuatro mil euritos, levantarás la mano cuando se te diga, y lo del sábado quedará en una simple anécdota. ¿Qué no?





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