El gobierno del Partido Popular miente, lo hace de forma consciente y constante desde que se inició la campaña electoral en noviembre de 2011 y hasta hoy. La lista sería interminable, pero sólo en los últimos días hemos comprobado cómo miente la ministra de "Trabajo", Fátima Báñez, cuando afirma en sede parlamentaria que el gobierno nunca dijo que la reforma laboral buscaba crear empleo. Miente el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cuando nos presenta las cifras manipuladas del déficit público de 2012; ahora la Comisión Europea le obliga a rectificar y a decir la verdad. O que miente el ministro de Economía Luis de Guindos cuando presenta sus previsiones de crecimiento para el año 2013 y 2014; el Banco de España le obliga ahora a revisar sus previsiones.
La mentira forma parte de la estrategia diaria del gobierno Rajoy. Si dijeran la verdad tendrían que irse, puesto que no sólo no tienen la solución para los problemas que afectan a los ciudadanos sino que son sus políticas neoliberales las que empobrecen y empeoran las condiciones de vida de millones de españoles. La única esperanza del gobierno para mantenerse en el poder y seguir aplicando la hoja de ruta impuesta por el poder financiero, es difundir entre la población la ilusión de que el futuro que nos espera, como resultado de sus "reformas" y "ajustes", será mucho mejor que nuestro presente, y entonces volveremos a la situación económica y social anterior a la crisis.
Y quizás una de sus mentiras más eficaces para justificar sus criminales políticas de recortes sociales y que se ha convertido en un mantra indiscutible, es que el Estado no tiene recursos para mantener el Estado del Bienestar y los servicios públicos, que "no hay dinero". Esta enorme falacia, que ha calado en el argumentario colectivo gracias a su enorme difusión a través de los grandes medios de "desinformación" del régimen, no se sostiene con los datos en la mano. Hay recursos más que suficientes. España sigue siendo un país rico en recursos económicos, pero el Estado no recoge dichos recursos y además transfiere el dinero público de los ciudadanos a los bolsillos de una oligarquía financiera y empresarial minoritaria que es quien detenta el poder realmente en España y en Europa.
Hoy mismo leíamos una noticia que confirma por enésima vez este hecho: Defensa destinará 1.000 millones de euros a pagar armamento. Ya en 2012 el gobierno concedió un crédito extraordinario de 1.783 millones de euros para pagar a los proveedores de armamento. El ministerio de Defensa es el único que incrementa su partida presupuestaria este año ( un 28,21% más). Pero ¿con quién estamos en guerra para que el armamento sea más importante que la vida y la salud de las personas? ¿qué país o qué ejército nos está atacando para priorizar el pago de armas al pago de nuestras medicinas, por ejemplo? ¿cómo que no hay dinero? ¿quién dice que el Estado no tiene recursos?
Se trasvasa nuestro dinero público a las empresas de armamento, la deuda del ministerio de Defensa asciende a 27.000 millones de euros, la "deuda" del Estado con las empresas eléctricas se acerca a los 30.000 millones, se "rescata" a las empresas que gestionan las autopistas, se "rescata" a los Bancos y Cajas (52.000 millones), se regalan exenciones y bonificaciones fiscales a las grandes empresas, se permite el fraude fiscal a las grandes fortunas y grandes empresas (66.000 millones al año), la multimillonaria fuga de capitales de España, etc... Por supuesto que hay recursos, es sólo una cuestión de prioridades; no es un problema económico, sino político; no es una "crisis", es una estafa; no es un fenómeno natural inevitable, es pura ideología. Una lucha o guerra de clases en toda regla que los "tecnócratas" neoliberales pretenden ocultar tras el manto de la "ciencia económica".
La prioridad del gobierno Rajoy, al igual que los anteriores gobiernos del PSOE-PP, no está en empoderar a las clases populares y fortalecer la democracia sino en facilitar a la burguesía el expolio público del Estado, la misma burguesía empresarial y financiera que a su vez financia al bipartidismo que los sostiene y a la monarquía que los representa. Los hechos que lo demuestran están a la vista de todos.
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