Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


lunes, 11 de marzo de 2013

TRAS LO VISTO EL 10 DE MARZO, HAY QUE CAMBIAR DE ESTRATEGIA

 
Sólo se necesita hacer un repaso por los grandes medios de comunicación, televisiones, radios y prensa, para comprobar que las grandes manifestaciones están perdiendo protagonismo, no solo en los medios sino en la agenda política diaria. Las manifestaciones celebradas ayer domingo por toda España bajo el lema Contra el paro, seis millones de razones, convocadas por la "Cumbre Social" que engloba a 150 organizaciones entre sindicatos, colectivos y movimientos sociales, sacó a las calles de 60 ciudades españolas a unas 300.000 personas, según los propios convocantes. ¡300.000 personas!.
 
 
No hace falta recordar que en España hay 6 millones de parados y 13 millones de personas en riesgo de exclusión social y pobreza, entre ellos 2 millones de niños, además de otros muchos dramas. Está claro que pasa algo, y no precisamente positivo. Las manifestaciones de ayer ocuparon un papel secundario en los medios, por detrás del monumental ridículo de Rubalcaba y el PSOE en León; o las escandalosas dietas que cobraban en Caja Navarra la presidenta del Gobierno de Navarra, Yolanda Barcina, el ex presidente Miguel Sanz, y otros miembros de UPN; o los negocios del Rey y su "amiga entrañable" Corinna (cada día hay más indicios que indican que el Jefe del Estado y sus amistades peligrosas cobraban comisiones por sus gestiones en favor de grandes empresas).  
 
 
Nos estamos acostumbrando a ver diariamente protestas y manifestaciones en todas partes del país. Las manifestaciones están empezando a formar parte del paisaje. El gobierno de Rajoy ni se da por aludido ni se siente incómodo con las protestas. De una forma cínica y paternalista dicen entender las protestas porque la situación del país es grave, por culpa eso sí de la "herencia recibida" del gobierno anterior, y piden a los ciudadanos un acto de fe en sus políticas de "ajuste" y "reformas" para "salir de la crisis". Las "grandes" manifestaciones tal y como se están desarrollando no son efectivas. No incomodan al poder. Sólo ocupan espacio en los medios o en el debate político cuando se producen escenas de violencia por parte de la Policía represora que carga brutalmente contra los manifestantes.
 
 
Tengo la sensación de que la "indignación" se ha estancado y que la apatía está ganando terreno: "para qué vamos a salir a la calle si no sirve de nada". Esta lapidaria frase se oye muy a menudo, incluso entre las personas que acuden a las manifestaciones. No ayuda mucho el hecho de ver a los mismos sindicatos que convocan y encabezan estas manifestaciones agarrar la pancarta con las mismas manos con las que firman pactos o acuerdos para despedir a miles de trabajadores o para reducir salarios y derechos. Eso no ayuda compañeros. No ayudan tampoco los medios de comunicación del régimen turnista que manipulan y, sobre todo, ocultan cualquier información que pueda ayudar a las clases populares a encontrar una salida diferente a la que ofrece el capitalismo imperante.
 
 
 Tampoco ayuda el hecho de no ver una alternativa política real con posibilidades de ocupar el poder y transformar radicalmente la sociedad, al menos en el corto plazo. Ahora bien, no ayuda en nada nuestra absoluta falta de conciencia de clase. Nada nos impide salir a la calle. Ninguno de los gobiernos que hemos sufrido desde la "Transición" (transición de la dictadura a la plutocracia) llegó al poder sacando los militares a la calle, sino que fueron votados por millones de trabajadores y ciudadanos de a pie, con la complicidad de otros tantos millones que se quedan en casa o dan la espalda a la política. Si dejamos el poder, nuestra soberanía popular, nuestras vidas, en manos de unas élites que nada tienen que ver con la clase trabajadora ni con nuestros intereses no debemos sorprendernos después de que ocurran las cosas que ocurren en estos momentos.
 
La cuestión es que hay que mover ficha. Estas grandes manifestaciones que se anuncian como si cada una de ellas fuera la definitiva, no tienen el efecto y la respuesta que de ellas se espera. No quiero decir con esto que no haya que convocar estas manifestaciones y no acudir a ellas, en absoluto, sino que hay que llevar a cabo también otro tipo de movilizaciones más efectivas, que tengan más repercusión mediática, que hagan daño a la clase política e incomoden a la burguesía dominante. Acciones locales encadenadas y continuas que tengan consecuencias y repercusión a nivel nacional. Una "guerra de guerrillas", se podría definir así, teniendo en cuenta el contexto de "guerra de clases" en el que nos encontramos. Algo parecido, aunque diferente, a la filosofía que aplica el movimiento antidesahucios, que siguiendo una misma estrategia, de forma organizada, actuando a nivel local en cientos de puntos de España, han conseguido llevar el problema de los desahucios al Parlamento.
 
 
 Una filosofía parecida es la que aplica también el Sindicato Andaluz de Trabajadores SAT, ocupando fincas, Bancos, propiedades públicas y privadas que incomodan a la burguesía. Aunque los grandes medios lo silencien, Diego Cañamero está encabezando una huelga de limpieza en el municipio de El Coronil desde hace dos meses que está poniendo en serios aprietos al alcalde "socialista" y sus correligionarios en la Junta de Andalucía, incluida IU. Dos meses de huelga en el sector; tomen nota señores sindicalistas de salón. Si estas huelgas indefinidas sectoriales y otras muchas acciones, como las que llevaron a cabo los mineros hace unos meses, se extendieran por todo el territorio español la situación sería insostenible para los gobiernos locales y autonómicos, y por extensión para el gobierno central. Claro que para ello se necesita tener, entre otras cosas, una conciencia de clase por parte de todos los trabajadores y clases populares que parece estar en peligro de extinción en nuestra sociedad.
 
 
En esta misma línea termino con una pregunta: ¿cómo es posible que hayamos llegado a los 6 millones de parados tras miles de ERES aplicados, y no estemos todavía los trabajadores ocupando las fábricas y las empresas de media España como mecanismo de presión y de protesta, tal y como hicieron, por ejemplo, hace una década los trabajadores en Argentina?   
 
 
 
 
 
 

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