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martes, 9 de abril de 2013

Adiós Sampedro: Humanista universal * Que no me lloren, que luchen

1308261666949sampedrodnCon dos días de retraso nos hemos enterado de que José Luis Sampedro se ha ido. Quiso irse sin ruido y en la intimidad. Seguro que entre hoy y mañana aparecerán en todos los medios obituarios y noticias sobre lo que fue su intensa vida. No, no voy a hablar de todo lo que fue y consiguió, eso lo podrá leer todo el mundo en otros medios. Quiero, desde aquí, hablar de sensaciones, de mis sensaciones sobre este hombre. De las que él y su obra me han producido.

Este hombre, al que por edad se esperaba su final, ha sido un renacentista en el siglo XX. Libre y sensible hizo lo que quiso y le dejaron hacer. Ya desde su nacimiento estaba marcado para ser un hombre de mundo. Su padre había nacido en La Habana, su abuelo en Manila, su madre en Argelia y su abuela en Lugano, Suiza italiana. Y con un año su familia fue a vivir a Tánger, donde estuvo hasta los trece años.


Su formación universitaria le dio los conocimientos necesarios para poder hablar sagazmente sobre los problemas económicos que vivimos, y siempre, siempre lo hizo desde un horizonte humanista. Su objetivo fue siempre intentar vivir momentos felices y poder ayudar a encontrar caminos para que la justicia, la libertad y la igualdad pudieran encontrarse en el ser humano.


Fue catedrático dentro y fuera de España, fue un escritor de primera magnitud, obtuvo muchos premios aquí y en el extranjero, pero nunca abandonó a su gran compañera, la humildad. Siempre que habló lo hizo con sencillez, para que todos le entendieran, expresando conceptos complejos con palabras fáciles, entendibles. Y siempre preocupado por los más necesitados, por los desheredados, por los que desgraciadamente sufren más las consecuencias de este capitalismo salvaje.


He leído casi todas sus novelas, y no puedo dejar de citar algunas que me atraparon: Octubre, octubre, El río que nos lleva, La Sonrisa etrusca y El amante lesbiano. Con una prosa ágil y cuidada, fue capaz de articular historias distintas, unas localistas, otras íntimas, todas universales. Siempre puso la cabeza y el corazón en todas sus obras, también las técnicas tienen un sello característico: la búsqueda del humanismo. El ser humano y su dignidad como centro de sus trabajos.


Recuerdo que una vez, en la feria del libro de Madrid, en el Retiro, hará unos quince años, hable con él para que participara en un programa cultural de Radio Rivas, que conducíamos desde el Grupo Frida. Me miró, con esa mirada profunda y sincera que tenía y me dijo que él siempre estaba dispuesto a hablar de temas políticos y culturales, y más en una ciudad como Rivas. Desgraciadamente no pudo ser, cuando estaba previsto, el profesor enfermó y la entrevista no pudo celebrarse. Sin embargo, todavía recuerdo su disposición positiva para llevarla a cabo.


Siempre que le he escuchado, he encontrado que dice cosas que me llegan, con las
 que estoy de acuerdo y que cuando las oigo, son esas cuestiones que siempre me han preocupado. Firme en sus convicciones y tolerante con todos, conseguía decir lo que muchos pensábamos.





Tenía que llegar y llegó, ya sé que decir de una persona desaparecida que ha sido una gran persona es común y parece un tópico. Lo que ocurre es que en el caso de Sampedro, sin duda hay documentos que lo acreditan. Para unos un economista, para otros un filósofo progresista, para mí, sobre todo un hombre vitalista y solidario.


Se fue un hombre lleno de cariño, de compromiso con los débiles, de indignación profunda ante las injusticias. Recuerdo como dividía a los economistas, los que hacían más ricos a los ricos y los que hacían menos pobres a los pobres. Él se sentía de los segundos.


Siento su pérdida, aunque su edad anunciaba que no estaba lejana, pero haberle oído hace poco decir que es lo que tocaba y que no le asustaba, da idea de la fortaleza de este hombre. Un hombre que jamás se acomodó al poder, pudiendo haberlo hecho, que luchó con su palabra y sus obras contra las injusticias y que antepuso siempre la dignidad a la rivalidad, la solidaridad al éxito, la felicidad a la riqueza y la protesta al miedo.

 Un humanista y vitalista cuyos valores le han convertido en icono
universal.

Adiós maestro, sin duda te añoraremos. Nunca olvidaré una de tus frases:


Que no me lloren, que luchen
Salud y República







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