Están como locos los cortesanos, los monárquicos, los juancarlistas y los mirones y mironas con la entronización de un Sr. llamado Guillermo de Orange como rey de Holanda. También siguieron embobados la boda de Cristina e Iñaki Urdangarin y ahora lo linchan a modo. La plebe es voluble. Ya lo decía Cromwell. "Los que hoy te aplauden piden mañana tu cabeza".
Pero hay diferencias. Y además éstas son sustanciales.
Sin gustarme nada que una sociedad seria como la holandesa tenga tan poco sentido crítico hacia una institución medieval, las diferencias con la monarquía española son evidentes.
A esta entronización han ido Felipe y Letizia. Ésta con aire altivo y con la tiara que Franco, con dinero robado, se la regaló a la madre de Felipe, Sofía cuando ésta se casó en Grecia con la hija del rey Pablo, cuyo hijo Constantino, por haber hecho menos y ser menos responsable que Juan Carlos en el 23 F, lo mandaron al exilio.
El hecho de usar semejante tiara muestra la sensibilidad democrática de los Borbones que padecemos. Un dato.
Si a esto se le añade lo que dijo la ya ex reina Beatriz el lunes a la noche en su despedida de que la monarquía en el siglo XXI solo se entiende como servicio a la Comunidad frente a la monarquía española que solo ha servido a su bolsillo, a sus amantes, a sus caprichos y a su opacidad, está dicho todo.
Todavía hay clases. Sobre todo en Europa. Desgraciadamente España sigue siendo en esto de la monarquía franquista, como Obiang en Guinea. Intocables, opacos, caprichosos, y creyéndose inmortales.
Y con casi siete millones de parados.
Fuente***Iñaki Anasagasti
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