LA
VOZ
Dice la Biblia que al principio estaba el verbo. De allí los antiguos
kabalistas pensaban que el sonido de la voz podía crear o destruir cosas. Los
antiguos egipcios ocultaban su verdadero nombre porque creían que diciéndolo al
revés, se podía destruir a una persona. Todo por ese sonido.
¿Se habrá creado
el universo con la sola palabra? ¿Se podrá destruir mediante ella? No lo sé,
pero es seguro que lo mejor que hay en el mundo es la palabra hablada, la que
permitió que los clanes se unieran formando baserris, pueblos, naciones.
Lo
que permitió que se trasmitieran sentimientos. Con la palabra convencemos, nos
acercamos, nos alejamos, acariciamos, seducimos…...
La palabra
hablada, es la expresión de nuestros pensamientos, de nuestras convicciones, de
nuestros sentimientos.
Pero… ¡Cuidado! También es cierto aquello que la
palabra puede ser mas filosa que las espadas.
La palabra una vez arrojada… No
vuelve, dicen los árabes. Peor que una piedra, que puedes errar, pero no con
algo dicho.
Los vascos, somos esclavos de la euskaldun hitza, la palabra
dada…
Pero también está la voz, que la hace posible. Y puede ser de lo mas
seductora… Asi, bajito, cerca del oído, un “te amo” puede llegar mas
lejos.
Dicho con franqueza… Un “cuenta contigo”, puede animar a
cualquiera.
¿Recuerdan cuando nuestras amatxos nos bendecían al partir? Esa
bendición llegaba mas alla de la religión, porque estaba dicha con amor, con
convicción…
De igual modo… ¿Llegaran las maldiciones que salen con ese odio
total? Tal vez…
En esta línea de pensamiento, recordando que un tono mas
bajo, en la mayoría de las veces, hace que nuestro interlocutor también tenga
que bajarlo… Que como decía un librepensador. “una respuesta suave y humilde
quebranta la ira”.
Podemos emplear nuestra voz para lo que queramos, pero
recordemos que estamos manejando un arma que, bien usada, es imposible de
vencer. ¿No les parece?
Qué difícil debe ser encontrar su voz en el silencio, su ropa, sus zapatos.
Que difícil debe ser mirarte sin sus ojos, pensar, dudar, hasta rascarse sin que ella esté a tu lado.
Qué difícil la compra, los papeles, la comida, el genio a lomos del llanto.
La noche, la noche, la noche que golpea las retinas para imponerte vigilias feroces
El día, los días, su nombre.
El día, los días, su presencia en las flores.
La calle, los amigos, el calendario.
Los secretos, la memoria, el horizonte.
La casa, las canciones, el pan, la mesa puesta.
Que difícil recorrer con solo dos pies un camino que es de cuatro.
Que difícil es, hermano, pensar en tu corazón latiendo a media asta.
Viñeta de Kalvellido Texto de Silvia Delgado



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