Nos dijeron en su momento (y nos lo siguen diciendo ahora en contra de
la evidencia más absoluta) que la Transición fue modélica. Que los
mismos que ayer se acostaron siendo fascistas hoy se habían levantado
"demócratas de toda la vida". Que ya estábamos en una democracia
avanzada, una democracia que nos trajeron el Rey Juan Carlos y Adolfo
Suárez. Que la revolución era cosa del pasado. Que la lucha de clases no
existe. Que los "pactos" entre burguesía-clase trabajadora era el
camino. Más tarde nos dijeron que pertenecer a la Unión Europea era
sinónimo de prosperidad. Que la Europa nacida del Tratado de Maastrich
era "lo moderno", que no podíamos perder ese tren hacia el futuro. Nos
dijeron que debíamos desmantelar nuestro sector primario, nuestra
industria y nuestro tejido productivo para poder entrar en ese selecto
club europeo. Nos dijeron que las privatizaciones eran inevitables,
que la gestión privada era más eficaz, que creaba más y mejor empleo.
Que seríamos más competitivos. Que si a los ricos les iba bien nos iría
bien a todos. Después nos dijeron que el Comunismo había fracasado
definitivamente, que sólo había un sistema político y socioeconómico
posible, el capitalismo y su modelo de libre mercado. Que todo se vende y
se compra, y que los propios "mercados" se auto-regulaban. Que había
que desregular los mercados financieros, favorecer el "libre" comercio
exterior, la libre circulación de los capitales y de las empresas. Que
la "globalización" consistía en extender derechos y desarrollo
económico a todos los rincones del mundo. Después nos dijeron que había
que entrar en el Euro para desarrollar nuestras economías. Que había que
perder soberanía monetaria, política y económica, pero a cambio Europa
sería una sola voz, un bloque cohesionado, el paradigma de la defensa de
las libertades, de los derechos sociales y laborales, del respeto por
los Derechos Humanos.
También nos dijeron que España era el "milagro económico" de Europa. Que
el ladrillo y la especulación urbanística era el camino. Que quien no
comprara un piso con terraza, un coche de gama alta, quien no se fuera
al caribe... era un fracasado. Que construir y comprar viviendas cada
vez más caras era consecuencia de nuestro éxito económico: "España va
bien" (PP), "Estamos en la Champions League de la economía mundial"
(PSOE). Nos dijeron que todos podíamos hacernos ricos de la noche a la
mañana, que todos podíamos convertirnos en empresarios, en pequeño
burgueses, en propietarios. Que quien era pobre era porque no se
esforzaba, porque no quería prosperar. Que ser obrero era un fracaso,
una deshonra. Que todos éramos "clase media", y de ahí a hacerse rico
sólo había un paso. Sólo teníamos que endeudarnos para toda la vida.
Consumir sin conocimiento aunque nuestros salarios fueran de miseria y
nuestros contratos fueran temporales y precarios.
Nos dijeron que el
capitalismo, al contrario que el Comunismo o el Socialismo, consistía en
hacernos ricos a todos. Y por supuesto, nos dijeron que no nos
metiéramos en política. Que dejáramos la economía en manos de "los
expertos". Que las ideologías habían muerto. Que no había derechas ni
izquierdas. Que sólo se trataba de "gestionar" bien el país, como si
fuera una empresa privada. Que Venezuela era una "dictadura" y Chávez un
"caudillo", mientras que el PP era "centro" y el PSOE y el grupo PRISA
eran "de izquierdas". Nos dijeron todo esto y mucho más. Y nosotros nos
lo tragamos sin oponer resistencia intelectual alguna. Era más fácil
someterse que pensar. Era más cómodo seguir soñando.
Hoy en día estamos asistiendo al derrumbe de esta "gran mentira" construida por las oligarquías dominantes y las élites políticas a su servicio para someternos a sus intereses particulares. Una gran mentira difundida masivamente por las grandes empresas de comunicación de su propiedad. Hoy su gran mentira se derrumba pero su ideología sigue siendo dominante. Las mismas élites políticas, económicas y mediáticas que construyeron este modelo fracasado, los mismos que defendieron e impusieron este sistema como el único posible, son los mismos que ahora nos están imponiendo las recetas para "salir de la crisis". Pero además, sus recetas son las mismas que nos han llevado a la actual situación de desastre social y político en el que estamos.
Ahora nos dicen que
"todos" hemos vivido por encima de nuestras posibilidades,
que tuvimos un gasto público y social desmesurado, un Estado del
Bienestar insostenible, unos salarios y unas pensiones muy elevados....
y, por lo tanto, nos dicen que debemos continuar por el camino de las
privatizaciones, de la reducción del gasto público y social, por la
reducción de los salarios, de las pensiones, que tenemos que "trabajar
más y ganar menos".... Es decir, que debemos continuar con el mismo
modelo económico, bajo el mismo sistema capitalista, con las mismas
reglas del juego, bajo los mismos tratados internacionales, bajo la
misma dictadura de los mercados... aplicando las mismas políticas
neoliberales que nos han llevado a la ruina social y económica actual.
Nos siguen diciendo que no hay alternativas. O peor aún, que ellos
mismos son la alternativa.
Si todo esto no lo estuviéramos viendo y sufriendo parecería increíble.
Y sin embargo seguimos tragando y tragando. Seguimos sin querer pensar.
Seguimos sin meternos en política. Seguimos esperando que nuestros
verdugos nos lo solucionen. Seguimos sin querer asumir nuestra
responsabilidad colectiva por haber mirado para otro lado, por haber
asumido el discurso de la burguesía que nos explota. Por haber
abandonado el orgullo de ser clase obrera y trabajadora. Por haber
tratado al compañero como un rival. Seguimos soñando con ser ricos, con
pasar de ser los explotados a ser los explotadores. Seguimos siendo
egoístas, individualistas.
Seguimos creyendo en la gran mentira
capitalista aunque nos estemos muriendo de hambre.
Y todavía hay
demasiados que no quieren escucharlo.
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