Y es que los peperos van a lo suyo. No dejan títere con cabeza. Manejan, manipulan sin disimular para conseguir sus objetivos. Eso es lo que vemos a menudo. Siempre dando con el martillo al mismo clavo. El clavo de los débiles y el martillo de los poderosos.
Esta semana, el miércoles, se ha requerido la comparecencia del ministro Montoro en el Congreso para que dé explicaciones sobre lo ocurrido en la Agencia Tributaria, la semana pasada. Ya verán como Montoro volverá a intentar dar lecciones a los diputados oponentes y repetirá esa risita que siempre emite cuando engaña o da malas noticias. La famosa risa que con gran suficiencia exhibe cual hiena cazando a su presa.
Porque en la Agencia Tributaria, en la delegación de grandes contribuyentes, ha sucedido algo que huele muy mal. Fatal. Y es que ante una negación de un recurso interpuesto por la empresa mexicana Cemex –una importantísima multinacional del cemento—, una inspectora se ha visto desautorizada y, a pesar de cumplir con los protocolos correspondientes, destituida. Algo absolutamente inusual.
Esta destitución ha provocado la dimisión de una cadena de inspectores de Hacienda que se han solidarizado con esa compañera cesada, en la creencia de que no han sido cuestiones técnicas las que han originado dicha destitución, sino que existen motivos políticos.
La empresa Cemex tiene abierto un expediente por el que debería pagar 450 millones de euros a Hacienda, ante el cual ha presentado un recurso que fue denegado por la inspectora cesada. La Agencia Tributaria, cuyo director fue nombrado hace cuatro meses y se ha cargado a la inspectora, dice que la destitución se ha debido a un “proceso normal de relevo” en este ente. Mientras que desde Gestha, el sindicato de técnicos de Hacienda, se habla de interferencia política.
Conociendo el paño, creo que Gestha tiene razón y apuesto por una nueva intromisión política desde Hacienda para ayudar y defender a una empresa importante, es muy propio de este gobierno, siempre dispuesto a defender a los poderosos, como ha demostrado en todas las decisiones económicas tomadas.
Recordemos, por ejemplo, la amnistía fiscal.
Curiosamente, el embajador de México anunció, hace poco tiempo, la pretensión de Cemex de convertir a España en su centro de exportación a Europa. Y, como el mundo está lleno de gente malpensada, hay quien dice que este gobierno, agradecido, quiere favorecer a esta multinacional, cuyo expediente abierto con Hacienda le haría pagar 450 millones de euros.
Por otro lado, también curioso, los asesores financieros de Cemex, coinciden –pura casualidad— con los que tenía Montoro en su despacho antes de ser ministro. Pero no piensen mal, es pura coincidencia.
La Agencia Tributaria se está convirtiendo en parte de la Administración que el gobierno pepero hace suyo, desde donde impone su ley, y mientras trata de pillar a autónomos, a parados o trabajadores que cometen alguna falta, ayuda a las grandes fortunas y a las grandes empresas, a las que apenas persigue y con las que está dispuesta a pactar cualquier arreglo beneficioso para ellas. Todo ello, cuando se sabe y así lo ratifica el mismo gobierno que cerca del 80% del fraude fiscal es cometido por grandes contribuyentes.
Hay casos palmarios que demuestran cómo actúa la Agencia Tributaria. Por ejemplo, en el caso Urdangarín, donde el juez Castro espera todavía informes importantes para decidir si imputa a la Infanta Cristina o la misma Agencia elabora un informe a favor de dicha infanta. O en el caso Bárcenas, donde los informes pedidos por Ruz le llegan tarde o no le llegan.
En fin, otra muestra ejemplar de cómo actúa este gobierno, que está encantado dividiendo al país en dos: los que sufrimos la crisis –la gran mayoría— y los que se benefician de la misma, las empresas importantes, las grandes fortunas y ellos mismos.
Salud y República
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