Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


lunes, 25 de noviembre de 2013

Violencia contra la mujer


 
Sin duda por cada mujer que sube en la escala social hay cuatro o cinco hombres que para llegar al mismo puesto que ella lo han tenido todo mucho más fácil, por no decir que todo hecho, por la mera circunstancia de haber nacido bajo el signo del sexo masculino. Un hombre no tiene que enfrentarse cada día desde que sale de su casa con los prejuicios a los que hemos cargado históricamente a la condición de la mujer.
 
 
 Ellas tiene que poner buena cara a auténticos cretinos que flirtean con ellas porque si los ponen en su sitio son unas estrechas, tienen que recibir los escupitajos verbales de hombres que se creen en el derecho divino a piropearlas en cualquier momento del día y la noche, tienen que demostrar en todo momento que saben conducir mejor que nosotros cuando las estadísticas las avalan o que, sean guapas o las consideren feas, hay muchas más cosas detrás del cuerpo al que las miramos.
 
 Un cuerpo que, de facto, la mayoría de las veces no les pertenece porque somos los hombres los que les imponemos el ideal de belleza, su peso, la ropa que deben llevar o no y hasta unos sinvergüenzas con sotana, que se supone que han renunciado voluntariamente a la sexualidad aunque después son más sucios que nadie, les dicen lo que deben hacer y no hacer con el feto que estén gestando en su interior. Hasta el ministro de Justicia, el falangista Alberto Ruiz-Gallardón, se ha creído últimamente con este derecho.
 
Yo soy de una generación que se tomó con alegría que hubiera un poco de libertad en este país, que el machismo de estado del régimen fascista de Franco se considerara cavernario y que nos sentimos con el deber y la ilusión de ser la semilla que sentara las bases de una nueva sociedad donde imperara la igualdad entre géneros y que, por lo menos en nuestra sociedad, fuéramos los últimos criados en la desigualdad, la humillación hacia el género femenino y la falta de respeto hacia el simple hecho de ser mujer.
 
 Cuando ahora leemos que hay jóvenes adolescentes, incluso en plena preadolescencia, que reciben insultos, humillaciones y hasta amenazas físicas de sus compañeros masculinos en porcentajes muy altos, el ministerio de Igualdad habla de hasta un sesenta por ciento según un estudio, nos damos cuenta que hace tiempo que perdimos la lucha de la igualdad de géneros por pensar que el objetivo era fácil y pensar que la lucha no tenía importancia.
 
 Nada más lejos de toda la realidad y hasta hay un partido, que aglutina a la misma falange que Franco amamantó, como es UPyD que mantiene a un completo cretino como Toni Cantó en la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados que no le dolieron prendas para decir que las mujeres denuncian mucho más de la cuenta cuando cada pocos días hay un cadáver de una nueva mujer asesinada y que se la reconoce por este signo: un excompañero resentido que la mata y una ausencia total de denuncia hacia la violencia largamente desatada por éste desgraciado.
 
La proliferación de las redes sociales y los dispositivos electrónicos de las nuevas tecnologías están siendo un campo abonado a que esta violencia sobre la mujer se extienda desde la sociedad adulta hasta la adolescencia y el final de la infancia. Si nosotros mismos no sabemos cuál es el uso más adecuado que se le puede dar a una cuenta de Facebook o a un teléfono con una aplicación de mensajería, mucho menos podemos enseñar como debe ser este uso a los más jóvenes.
 
 Somos el modelo en el que ellos se fijan y así imitan nuestro comportamiento, el más salvaje y animal, cuando difundimos un vídeo o una foto con carga erótica de una mujer como le pasó a aquella concejala del PSOE que, por cierto, acabó presentado programas picantes en Telecinco porque le valió la pena mandar a la mierda su condición femenina si había dinero por medio. Con qué autoridad moral les vamos a enseñar a que no hagan las mismas cosas que nosotros hacemos de una manera descarada, notoria y además con el aplauso y la risa de una buena parte de esta sociedad que no siente el más mínimo rubor por estas cosas.
 
 
En las sociedades que todavía se consideran primitivas es el grupo social entero el que se desvive por la educación de sus jóvenes porque saben que el futuro y la supervivencia social de éste depende de que la existencia de individuos adaptados. Nosotros, mientras, echamos toda esta carga en el sistema educativo llenándolo, muchas veces, de una responsabilidad que la mayoría de las veces es imposible de asumir.
 
 Si el objetivo último de una sociedad que se considera avanzada es someter y denigrar a la mujer porque esto es lo que se ha hecho en los últimos dos mil años de cultura judeocristiana, sin sentir que se debe reflexionar sobre esta costumbre, esto va a suceder ya sea con un viejo garrote o con el mejor móvil dotado de la última versión de Android, la 4.4. De nada nos servirá contar con las últimas tecnologías que hacen todo por nosotros si nuestra mentalidad todavía está en las tinieblas.

Este 25 de noviembre se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Como siempre este día habrá manifestaciones, políticos de turno que se hacen la foto en ellas y una suerte de buena voluntad transitoria con la que muchos nos iremos a la cama para levantarnos al día siguiente y seguir con los mismos hábitos de sociedad machista que tan terrible es con la condición de la mujer. Esperemos que alguna vez podamos pasar de la buena voluntad temporal hacia un cambio radical en igualdad que esta sociedad necesita.
 
 

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