El ex tesorero del PP tuvo un trato preferente
“Con este preso no hay que jugársela. Si pasa algo, se lía; mejor llevarlo al hospital”
Los funcionarios de prisiones explican la intrahistoria del
traslado e ingreso de Luis Bárcenas en el Gregorio Marañón. Citan el
precedente de Jesús Gil
Según ha sabido El Confidencial Digital,
Bárcenas fue trasladado a la enfermería de la prisión después de
quejarse de un gran picor. Se le diagnosticó una urticaria alérgica y un
fuerte catarro. Desde que ingresó en la cárcel, ya había precisado en dos ocasiones de asistencia médica por esta misma causa antes de la noche del 30 de diciembre.
En esta ocasión, sin embargo, no se encontraba el equipo sanitario de prisión al completo, y el médico de guardia no estaba cerca de Soto del Real. El ex tesorero del PP, por tanto, no fue atendido en las mismas condiciones que las dos ocasiones anteriores.
Ante las quejas de Bárcenas, y la falta del personal médico habitual, desde enfermería hicieron saber a la dirección de la cárcel la necesidad de tomar medidas. La decisión no se hizo esperar: una ambulancia llevó al paciente al Hospital Gregorio Marañón.
Las fuentes consultadas por ECD explican que, en circunstancias normales, no se hubiese realizado un traslado hospitalario de este tipo. Sin embargo, los trabajadores de Soto del Real llegaron a la siguiente conclusión con Luis Bárcenas: “Con este preso no hay que jugársela. Si pasa algo, se lía un escándalo. Mejor llevarlo al hospital”.
Pese a que la vida de Luis Bárcenas no corrió riesgo en ningún momento, el ex tesorero del PP recibió, desde la enfermería de la cárcel primero y en el hospital después, el tratamiento de un paciente cuya enfermedad podía ocasionarle un gran daño vital.
Según testigos presenciales, Bárcenas llegó al Gregorio Marañón escoltado por diez guardias civiles, y accedió al centro no por la entrada de Urgencias, como el resto de pacientes, sino por el llamado “cuarto del shok”, en el que solo son atendidos los enfermos que presentan cuadros con elevado riesgo vital.
Además, el ex tesorero del PP fue recibido por el jefe de hospital de guardia. Después de aplicársele un tratamiento de corticoides, pasó a observación. El ingreso, sin embargo, no se realizó en la llamada “unidad de custodiados”, donde pasan la noche los pacientes comunes, sino en la “unidad de alta dependencia”, en la que se ingresan a los enfermos más graves.
Los funcionarios más veteranos de la administración penitenciaria aseguran que decisiones como la adoptada en Soto del Real con Luis Bárcenas se han tomado con anterioridad en presos cuyo ingreso en la cárcel trajo consigo un gran ruido mediático: “Cuando el ingresado es muy conocido, toda precaución es poca, aunque no tenga ninguna enfermedad grave”.
El caso que muchos recuerdan es el de Jesús Gil, ex alcalde de Marbella y ex presidente del Atlético de Madrid.
En enero de 1999, Gil ingresó en la prisión malagueña de Alhaurín de la Torre acusado de prevaricación y malversación de caudales públicos por el llamado ‘caso de las camisetas’. Se investigaron las irregularidades en el pago de la publicidad de Marbella en las elásticas del club rojiblanco.
Cuatro días después de llegar a la cárcel, el ex edil sufrió lo que se denominó un “desajuste cardiaco” que obligó a los médicos de prisión a ordenar su traslado al Hospital Clínico de Málaga.
Los médicos determinaron que la dolencia de Gil había sido provocada por no tomar su medicación habitual.
La estratagema sirvió al preso para quedar en libertad, bajo fianza de 600.000 euros, por el “riesgo vital para la salud del querellado”, tal y como dictó el juez instructor, Santiago Torres.
En esta ocasión, sin embargo, no se encontraba el equipo sanitario de prisión al completo, y el médico de guardia no estaba cerca de Soto del Real. El ex tesorero del PP, por tanto, no fue atendido en las mismas condiciones que las dos ocasiones anteriores.
Ante las quejas de Bárcenas, y la falta del personal médico habitual, desde enfermería hicieron saber a la dirección de la cárcel la necesidad de tomar medidas. La decisión no se hizo esperar: una ambulancia llevó al paciente al Hospital Gregorio Marañón.
Las fuentes consultadas por ECD explican que, en circunstancias normales, no se hubiese realizado un traslado hospitalario de este tipo. Sin embargo, los trabajadores de Soto del Real llegaron a la siguiente conclusión con Luis Bárcenas: “Con este preso no hay que jugársela. Si pasa algo, se lía un escándalo. Mejor llevarlo al hospital”.
Fue tratado como un paciente con “riesgo vital”
Pese a que la vida de Luis Bárcenas no corrió riesgo en ningún momento, el ex tesorero del PP recibió, desde la enfermería de la cárcel primero y en el hospital después, el tratamiento de un paciente cuya enfermedad podía ocasionarle un gran daño vital.
Según testigos presenciales, Bárcenas llegó al Gregorio Marañón escoltado por diez guardias civiles, y accedió al centro no por la entrada de Urgencias, como el resto de pacientes, sino por el llamado “cuarto del shok”, en el que solo son atendidos los enfermos que presentan cuadros con elevado riesgo vital.
Además, el ex tesorero del PP fue recibido por el jefe de hospital de guardia. Después de aplicársele un tratamiento de corticoides, pasó a observación. El ingreso, sin embargo, no se realizó en la llamada “unidad de custodiados”, donde pasan la noche los pacientes comunes, sino en la “unidad de alta dependencia”, en la que se ingresan a los enfermos más graves.
Se repitió la ‘experiencia Jesús Gil’
Los funcionarios más veteranos de la administración penitenciaria aseguran que decisiones como la adoptada en Soto del Real con Luis Bárcenas se han tomado con anterioridad en presos cuyo ingreso en la cárcel trajo consigo un gran ruido mediático: “Cuando el ingresado es muy conocido, toda precaución es poca, aunque no tenga ninguna enfermedad grave”.
El caso que muchos recuerdan es el de Jesús Gil, ex alcalde de Marbella y ex presidente del Atlético de Madrid.
En enero de 1999, Gil ingresó en la prisión malagueña de Alhaurín de la Torre acusado de prevaricación y malversación de caudales públicos por el llamado ‘caso de las camisetas’. Se investigaron las irregularidades en el pago de la publicidad de Marbella en las elásticas del club rojiblanco.
Cuatro días después de llegar a la cárcel, el ex edil sufrió lo que se denominó un “desajuste cardiaco” que obligó a los médicos de prisión a ordenar su traslado al Hospital Clínico de Málaga.
Los médicos determinaron que la dolencia de Gil había sido provocada por no tomar su medicación habitual.
La estratagema sirvió al preso para quedar en libertad, bajo fianza de 600.000 euros, por el “riesgo vital para la salud del querellado”, tal y como dictó el juez instructor, Santiago Torres.
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