Angela Merkel, canciller de Alemania
La canciller alemana, que ha impuesto una edad de jubilación mínima de
67 años en varios países europeos, se ve obligada a conceder a sus
socios de gobierno, los socialdemócratas, esta medida.
El mismo país que ha presionado al resto de sus socios europeos a no permitir por más tiempo las jubilaciones antes de los 67 años realiza ahora una reforma de sus propias pensiones que reabre la jubilación a los 63 años y que será aprobada en el Consejo de Ministros del próximo 29 de febrero para inmediatamente ser redirigida al Parlamento en forma de proyecto de ley.
El vicecanciller socialdemócrata y gran socio de Merkel, Sigmar Gabriel, ha defendido la reforma alegando que "las personas de las que estamos hablando han rendido extraordinariamente a lo largo de su vida. Han trabajado en condiciones durísimas, han conocido la semana laboral de 6 días y mucho más que 40 horas". "Para mi generación y para los alemanes más jóvenes que yo se trata de una obligación moral", subrayaba este político, que ha sido, a la postre, quien ha forzado a la canciller a aceptar.
Según ha informado Rosalía Sánchez, enviada especial de El Mundo a Berlín en su crónica, esta imposición del Partido Socialdemócrata (SPD) tendrá un coste cercano a los 60.000 millones de euros hasta 2020. La ministra de Trabajo, la también socialdemócrata Andrea Nahles, ha incluido además mejoras para las madres con hijos nacidos antes de 1992, y subidas en las pensiones de invalidez.
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