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Me voy.
Os dejo mi silla
y me voy.
No hay bastantes zapatos para todos
y me voy a los surcos.
Me encontraréis mañana
en la avena
y en la rumia del buey
dando vuelta a la ronda.
Seguidme la pista, detectives,
dadme la pista como Hamlet al César.
Anotad:
El poeta murió.
El poeta fue enterrado,
el poeta se transformó en estiércol,
el estiércol abonó la avena,
la avena se la comió el buey,
el buey fue sacrificado,
con su piel labraron el cuero,
del cuero salieron los zapatos...
Y con estos zapatos en que se ha convertido el poeta
¿hasta cuándo - yo pregunto, detectives -
hasta cuándo seguirá negociando
el traficante de calzado?
¿Por qué no hay ya zapatos para todos?
Ni todos los poetas son iguales, ni tampoco los gustos. Lo que cada uno entendemos por poesía es
diferente. De joven lo tenía muy claro,
me creía poeta, pero en realidad no me daba cuenta de que la poesía, no es solo
hacer rimar palabras de una manera más o menos armoniosa, sino un estado de ánimo,
sentimientos de amor, de deseo, de libertad, de justicia, añoranza o vaya usted
a saber.
Hay personas que
tienen un don especial, por ejemplo mi amigo José Vicente Navarro Rubio o
mi también amigo Salvador Fernández Cava, otras que intentamos
expresar lo que tal vez no somos
capaces de decir en prosa, esas sensaciones difíciles de explicar, pero
tan
fáciles de sentir.
Yo me siento cómodo
escribiendo prosa, me sale sola, como si mis dedos formasen parte de mi
mente,
sin necesidad de pensar, tal vez por ello en ocasiones sale lo que
sale. Sin embargo la poesía necesito sentirla, la
siento cuando la leo, cuando la pienso o cuando intento escribirla.
La poesía, por decirlo de una manera comprensible, es como
hacer el amor estando enamorado, sino se está enamorado no es hacer el
amor, es follar, solo sexo, lo cual es bueno para el cuerpo y la mente,
pero no sublime.
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