Día de la Mujer
Incluso en un país que ha desterrado ya la dictadura asistimos a una constante discriminación de la mujer
Nací en un país y en una época en que para abrir una
cuenta corriente donde ingresar el primer sueldo de mi primer trabajo,
tenía que ir armada de la venia marital. Un país donde una mujer se
quedaba sin hijos si osaba separarse de su marido, ya fuera porque su
amor se había acabado o incluso porque recibía constantes malos tratos.
La justicia no protegía nunca a la mujer y la religión le aconsejaba
paciencia, «aguanta hija mía aguanta, lo importante es mantener la
familia unida». Esto ocurría en las clases sociales llamadas 'elevadas'
porque la falta de libertad, el trato despótico y sobre todo el olvido a
que la justicia sometía a quienes vivían en condiciones infinitamente
más precarias, se asemejaba mucho más a una situación de esclavitud.
Son solo unos ejemplos de lo que podía ser la vida de la
mujer en una dictadura, del mismo modo que podríamos hablar del trato
que sufren las mujeres en sociedades que las consideran inferiores al
hombre, incluso por ley. Pero tal vez para hacer más comprensibles los
tormentos a los que ha estado sometida la mujer desde el principio de
los tiempos, lo más fácil no sea buscar ejemplos sino mostrar la
denigración que supone la desigualdad que en distinto grado nos alcanza a
todas, tanto bajo despóticas dictaduras como protegidas por el yugo
celestial de religiones y tradiciones.
«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos», reza la Declaración Universal de los Derechos
Humanos aplicable a todos los habitantes de la Tierra, sea cual sea su
sexo, raza, credo, riqueza o tradición.
Y es esta igualdad la que reconocemos y queremos recordar
al mundo entero el próximo martes, día 8 de marzo, en la celebración
del Día Internacional de la Mujer. Porque incluso los que vivimos en un
país que ha desterrado ya la dictadura, asistimos a una constante
discriminación de la mujer que es juzgada por el hombre cavernícola, y
también por el tradicional, como digna de críticas soeces que ofenden su
dignidad y se llevan por delante la de quien las emite.
Falta de
igualdad en el trato social y profesional pero también en el laboral que
permite que sean miles las mujeres que por el mismo trabajo que los
hombres reciban sueldos inferiores a ellos. Y falta de igualdad en el
trato familiar con el triste y macabro ejemplo que nos golpea cada mes, o
cada semana, de mujeres asesinadas por sus maridos, amantes, exmaridos o
examantes porque no se doblegaron a su voluntad.
Un día para recordar y reconocer esa lacra que nos
invade; un día para intentar tomar conciencia de su ominosa gravedad y
para cambiar en nosotros lo que ayuda a perpetuarla, y un día para
pensar quién será capaz de luchar, cuando ocupe responsabilidades
políticas, sociales y educativas, para erradicarla de una sociedad
manchada hoy por tanta perfidia.
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