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martes, 4 de marzo de 2014

Piqué, cómeme el coño con pan Bimbo El título de este post es el que me hubiese gustado leer en la prensa estos días para encabezar la noticia

 
 
 
El título de este post es el que me hubiese gustado leer en la prensa estos días para encabezar la noticia sobre los presuntos malos tratos psicológicos que Piqué ejerce sobre Shakira, según las declaraciones de ella misma para la revista Smoda (El País). Pero no pido tanto, me habría conformado con “Piqué prohíbe la aparición de hombres en los vídeos de su compañera” o “Piqué, presunto maltratador psicológico” o “Piqué, presunto acosador machista”. Por desgracia, la realidad ha sido bastante más triste, he aquí algunos ejemplos:

-SMODA (El País): 
 
“Shakira y el síndrome de la famosa sumisa”, titula Noelia Ramírez, centrando la atención en la maltratada y, de camino, haciéndola parecer una enferma.
 
 
http://smoda.elpais.com/articulos/shakira-y-el-sindrome-de-la-famosa-sumisa/4535 
 
 
-INFOBAE:
“Shakira ya no grabará videos con hombres por pedido de Gerard Piqué” informa Carolina Croci, haciendo de nuevo el sujeto de la acción a la maltratada y denominando “pedido” una situación de acoso. No, querida Carolina, el maltrato psicológico y el control sobre las vidas de las mujeres no se ejerce a través de “pedidos” sino a través de amenazas, chantajes emocionales y gritos.
 
 
 
 
-EL MUNDO:
“Shakira: Piqué es celoso y territorial”. De nuevo es ella el sujeto activo, que habla y afirma (coño, nunca nos dejan aparecer en la prensa ni ocupar titulares y ahora parece que sí, que para mostrarnos sumisas sí que nos ceden todo el espacio que sea necesario).
 
 
 
 
 
 
-GOAL:
“Shakira reconoce que Gerard Piqué no le deja grabar vídeos con hombres” ¿Ella lo “reconoce”? A ver si lo he entendido: él es el presunto agresor pero es ella la que “reconoce” la situación, como si tuviese culpa de lo que ocurre. Y sí, porque la opinión pública de este país, ante las violencias machistas, ha pasado del “algo habrá hecho” al “si está con él es porque quiere, después que no se queje”. Las maltratadas siguen siento culpables de las situaciones, ellas son las cuestionadas y ellos los invisibilizados.
 
 
 
 
 

Otro detalle escalofriante de este asunto es la total ausencia de la palabra “presunto” en los titulares. No es que yo me preocupe lo más mínimo por la imagen pública de un machirulo como Piqué, es más bien que me alarma ver que esta situación en ningún caso nos ha sido planteada como “delito”, sino más bien como “cotilleo de la vida personal de dos personas famosas”. De ahí que la noticia no aparezca más que en secciones como “sociedad”, “deportes” o “famosos” en lugar de “política”. Sí, he dicho “política”, porque las violencias patriarcales son un asunto político, hostia, ya.
 
 

Por si todo esto fuera poco, las imágenes que acompañaban estas noticias no eran fotografías en primer plano del presunto agresor, no, eran imágenes de la maltratada en posiciones eróticas o abrazada a Piqué o, peor aún, sonriente, brazos estirados, ofreciendo a su hijo-precioso-fruto-del-amor (vestido de futbolista) al maromo (sudado y también vestido del Barça). Qué asco todo.
 
 

Pero una de las cosas que más desolada me ha dejado es la falta de sororidad que he presenciado en las redes. Las mujeres… ¡También han centrado las críticas en Shakira! ¡Incluso en los círculos feministas! Es como si, en el fondo, se pensase: “¿Esta Barbie qué pretende? Primero se hace rica cumpliendo los cánones de belleza patriarcales, tiene un hijo con un machirulo y además acaba de grabar un vídeo lesbófobo a más no poder… ¡Que se apañe sola! Tiene recursos económicos suficientes para dejar al gilipollas ese, si está con él es porque quiere”. 
 
 

Esa es en realidad la historia, Shakira es una colaboracionista del patriarcado y el capitalismo, una mujer famosa, rica y poderosa (¡imperdonable!), delgada (¡imperdonable!) y encima rubia (no me digas más). No, definitivamente no entra en los cánones de mujer maltratada víctima del machismo que está en nuestro imaginario. Para que una mujer maltratada dé pena primero tiene que llorar (y Shakira sonríe mucho… o pone morritos y eso tampoco es llorar). Además, una mujer maltratada como Dios manda no tiene que tener donde caerse muerta, a ser posible debe ser gorda, sin estudios y, si además tiene la piel oscura, ya será una maltratada de pata negra, high quality, maltratada deluxe. Es realmente perverso… no perdonamos el éxito en las mujeres y nos volvemos implacables con las que lo consiguen. 
 

No soy tonta, me doy cuenta de las jugadas machistas de Shakira para escalar, pero es que no se me ocurriría jamás juzgar a una mujer por abrirse camino en una sociedad como esta ¿De pronto nos olvidamos de todas las imperfecciones que tenemos como feministas? Me refiero a que muchas nos depilamos, que otras se enganchan emocionalmente a sus amantes de forma constante, tienen hijxs con machirulos peores que Piqué, me refiero a que a menudo acaparamos los trabajos de cuidado y no dejamos participar a los hombres con el “deja que ya lo hago yo”, a que sentimos celos cuando nuestra pareja (sea hombre o mujer) folla con otras personas, aunque hayamos llegado a acuerdos polyamorosos… Olvidamos todas esas cosas con las que, con profunda humildad (¿cristiana?), nos declaramos “feministas imperfectas”, con las que reclamamos tiempo para reeducarnos porque el patriarcado lo llevamos muy dentro y no es fácil superar ciertas cosas y nos lanzamos implacables al cuello de Shakira porque esta delgada y su vídeo es lesbófobo, como si su falta fuese peor que la nuestra. 
 

¿Pero es esto coherente con nuestros discursos? No me refiero ya al alegato de “soy feminista imperfecta y basta de presiones, faltaría más, ni que ahora yo tuviese que sacarme el patriarcado de encima en dos días”, aunque a eso también. Me refiero a que, mientras criticamos a Shakira, las feministas prosex o proregulación defendemos a las putas o actrices porno, cuyas webs están llenas de fotografías de mujeres en lencería de encaje y sin pelos en las piernas que sonríen como Shakira.
 
 
 Ellas también sonríen a los machirulos, al patriarcado, como sonreímos todas, las no-putas también, en una entrevista de trabajo a un jefe cincuentón o en la barra de un bar al cliente plasta. Pero las cinturas estrechas, las sonrisas y los sobacos lisos de las putas y los nuestros propios no nos molestan porque nosotras somos las mujeres precarias de esta sociedad y las putas y actrices porno son las estigmatizadas (aunque sean ricas muchas de ellas da igual, pagan el precio de la misericordia con la exclusión social). Shakira en cambio no, Shakira no es una mártir, no es ni pobre ni excluida, así que ella que se apañe sola. No perdonamos que una mujer sea exitosa, rica y famosa, esa es la verdad. 
 
 

Y por último… ¿Dónde están los/as jueces/zas en este país? ¿Realmente la prensa puede hacerse eco de una situación de acoso y violencia psicológica como esa sin que haya respuesta de la ley? Eso es para meter un paquete a Piqué y otro a los medios, por apología del terrorismo machista. Y ahora llamadme feminazi.


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