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domingo, 27 de abril de 2014

Elpidio Superstar * Elpidio Silva es un personaje sacado de un cómic.

Elpidio

Elpidio Silva es un personaje sacado de un cómic.


 Un superhéroe con traje de plástico, errático, que está viviendo estos días en las páginas por las que tarde o temprano pasan todos los superhéroes: esas páginas en las que los malos ponen contra las cuerdas al protagonista.


 Le pasó a Batman, les pasó a Superman y a Spiderman, y ahora le pasa a Elpidio José Silva. 


Como todos los superhéroes, Elpidio Silvman tiene un lado humano.


 En su caso, más que lado humano tiene un lado humanista.


 Humanista nivel ratón de biblioteca. Juez, doctor, profesor universitario, conferenciante, escritor de poesía cosmológica, de ensayo, de novela, e incluso de haikus, el típico tío insoportable, según dice sobre él la entrada de Wikipedia, quién sabe si escrita por él mismo en unas primarias de edición a las que sólo él se presentó.



El origen del superhéroe de plástico se remonta a un buen día de hace unos años, cuando el todavía juez se da de frente contra uno de los mayores escándalos de nuestra historia: Bankia. Elpidio estudió el caso.


 La compra del Banco de Florida, los créditos al delincuente de la CEOE y los famosos correos. 


Y ante los indicios y la gravedad del asunto, decidió mandar a la cárcel al principal responsable. Confundido por tantas horas de biblioteca, por tanto mundo interior y teórico y tanto haiku, el juez pasó por alto un detalle fundamental: estaba mandando a prisión a un banquero.


 Y tenía motivos para hacerlo, pero lo decidió con la misma ligereza con la que sospechamos que nos hubieran encarcelado a cualquiera de nosotros ante una situación similar.


 Y, al contrario de lo que pasa cuando el acusado es uno de nosotros, el peso de la justicia, de la que Elpidio había formado parte hasta ese momento, cayó a la velocidad de la luz, sobre él. Típico giro en el guion de cómic de superhéroes.



A partir de este momento todo cambia. En una carrera a contrarreloj el juez de biblioteca se puso las mallas, obligatorias para todo superhéroe, y decidió montar su propio movimiento ciudadano.


 Obligado por la fuerza de las circunstancias y el peso de la herencia del 15M, su partido político express debía ser un partido abierto, con primarias, en red…


 Conceptos a los que el recién autonombrado superhéroe, había llegado de manera forzada y accidental. Disfrazó de movimiento democrático lo que en realidad era el clásico y legítimo “me habéis tocado los cojones, os vais a cagar” de toda la vida.


Enloquecido por lo que consideraba una situación injusta, por los correos de Blesa, por lo que él sabe que pasó en ese banco de Florida (pero no puede contar por falta de pruebas), por la politización de la Justicia, cansado de tantas cosas como todos nosotros, o tal vez simplemente sufriendo un ataque de megalomanía, el superhéroe Elpidio Silvman inauguró una nueva era en el mundo del cómic. 


Superados ya en el tiempo Batman, Superman y Spiderman, atrás se quedan las apariciones escalando edificios o volando con la capa. Ahora comienzan las apariciones en televisión. 


Actitud mesiánica. Porque yo, porque me, porque a mí, porque yo lo cuento en mi libro.


 Hace unos días, dejó en El País una entrevista sobre su partido político, Movimiento RED, digna de un Celebrities de Muchachada Nui, con perlas como:Eran (unas primarias) abiertas, pero no se presentó ningún otro candidato. Es como una habitación abierta, en ella puede entrar cualquier persona, pero solo entra una, en este caso solo entré yo.



Justo hoy me contaba un amigo cercano a Elpidio, alguien que tuvo acceso a todo el proceso contra él, alguien cuya versión considero muy válida, cómo la Justicia se abalanzó contra este juez que sí, que cometió errores de forma, pero errores de forma que no justifican en ningún caso todo el proceso montado a su alrededor. 


La misma persona, sin embargo, me reconocía al mismo tiempo el cambio de actitud del magistrado, un tío inteligente y preparado, que se metió en el charco de meter en la cárcel al impresentable Blesa, y que salió de ese charco enfangado y con esa actitud mesiánica que ahora nadie entiende.


Y en esas estamos. Con un juez al que creíamos Superman, que nos dio la alegría de encarcelar a los malos, pero que lo hizo de forma torpe según reconocen en su propio entorno y que ahora, lejos de ser Superman, lo sufrimos convertido en un españolísimo Mortadelo que nos intenta vender su libro.


Además de escasas, y de lo poco que duran, qué extrañas son las alegrías en la casa de los pobres…








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