Krugman explica en el diario El País que “lo realmente sorprendente del debate es que la derecha parece incapaz de organizar ninguna clase de contraataque significativo a la tesis de Piketty”.
Y es que, el Premio Nobel cree que “los conservadores están aterrorizados con El Capital en el siglo XXI y con Piketty, porque echa por tierra el más preciado de los mitos conservadores: el empeño en que vivimos en una meritocracia en la que las grandes fortunas se ganan y son merecidas”.
“Durante el último par de décadas, la respuesta conservadora a los intentos por hacer del espectacular aumento de las rentas de las clases altas una cuestión política ha comprendido dos líneas defensivas: en primer lugar, negar que a los ricos realmente les vaya tan bien y al resto tan mal como les va, y si esta negación falla, afirmar que el incremento de las rentas de las clases altas es la justa recompensa por los servicios prestados“, manifiesta Paul Krugman.
Ahora, con la aportación de Piketty todos estos argumentos quedan obsoletos y, por lo que parece, ningún conservador puede rebatir lo que El Capital del siglo XXI argumenta, de modo que “el pánico a Piketty muestra que la derecha se le han acabado las ideas”, culmina Krugman su análisis.
El economista francés Piketty se ha convertido en las últimas semanas en uno de los personajes más mencionados en los medios especializados en economía. La traducción al inglés de su libro ‘El Capital en el Siglo XXI’ ha permitido difundir un trabajo muy extenso de recopilación de datos sobre la desigualdad económica, tendencia al alza en los países desarrollados.
El premio Nobel de Economía Paul Krugman ha llegado a decir que “Piketty ha transformado nuestro discurso económico. Nunca más volveremos a hablar de la riqueza y la desigualdad de la misma forma. Su libro es el más importante del año y, tal vez, del decenio”, subraya el economista norteamericano.
En su libro o informe, Piketty sentencia que el capitalismo es un buen sistema en términos de crear riqueza y lograr un avance continuo, pero no logra corregir los aumentos de la desigualdad.
Si nada cambia el funcionamiento económico del mundo en la actualidad, el autor francés augura un aumento de la desigualdad que podría volver a alcanzar los niveles del siglo XIX. Piketty argumenta, como bien señalan en FEDEA, que un aumento del capital en la economía podría conllevar a un aumento del peso de las rentas del capital.
La clave de este argumento reside en la elasticidad de sustitución entre capital y trabajo, es decir, en cómo de fácil es sustituir el capital por el trabajo. Si la elasticidad es superior a uno, quizás gracias a las nuevas tecnologías que facilitan la sustitución de la mano de obra por máquinas, la cantidad de capital en la economía podría crecer a un ritmo mayor del que disminuye la productividad marginal del capital, de forma que el peso de las rentas del capital en la economía aumente, señala Manuel Bagues en FEDEA.
De hecho, esto es lo que ha sucedido en las economías occidentales desde los años 70. Las rentas del capital han crecido más que las salariales, provocando un aumento destacado de la desigualdad en los países desarrollados.
Las rentas del capital tienden a estar mucho menos repartidas que las rentas del trabajo, por lo que estas variaciones tienen un efecto directo sobre el grado de desigualdad de una sociedad.
Como explica Bagues, el futuro de la desigualdad dependerá de cómo evolucione la tasa de retorno del capital (neta de impuestos) y del crecimiento de la economía. En las últimas décadas la tasa de retorno del capital ha superado de nuevo la tasa de crecimiento.
Si no hacemos nada para evitarlo, en el siglo XXI la desigualdad seguirá aumentando y podría volver a situarse en los niveles del siglo XIX, asegura Piketty.
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