Viernes, 30 de mayo del 2014
Están inquietos, parece que incluso
irritados. Por eso han puesto en marcha toda la maquinaria. La que se
ve, lee y escucha pero, probablemente también, la que se mueve en la
zona oscura, la que busca en las cloacas. Habrán dado órdenes de
revolver donde sea para dar con cualquier debilidad. Con poca cosa se
construye una buena calumnia. ¡Es tan vulnerable la reputación, tan
sencillo acabar con ella!
Sí, señores y señoras: ha empezado la caza de Pablo Iglesias, el coletas, el telepredicador, ególatra, amigo de ayatolás, populista y chavista. No un rogelio dócil -como llaman los pijos de Madrid a los socialistas- sino un demonio de izquierdas.
Seamos comprensivos con el instinto cinegético que se ha despertado en la clase política convencional: acaban de robarle la cartera
delante de sus narices. Un millón doscientos mil españoles que ellos
creían abstencionistas (esa bendición para el statu quo), se levantaron
del sofá con ganas de dar un grito en la urna. Y el establishment no se lo explica aún. Nadie ha contado con mayor sinceridad que Marta Ferrusola la extrañeza que el poder siente cuando es desafiado. Le ocurrió cuando Maragall, Carod y Saura
se unieron para desalojar a CiU del Govern, un «robo» dijo ella
entonces, «como cuando alguien entra en tu casa».
Así están muchos esta
semana. Pablo Iglesias y el grupo de profesores universitarios
del núcleo duro de Podemos, bregados en los movimientos sociales, hijos
de su tiempo, usuarios naturales de las redes sociales, se han
convertido en una amenaza para los arriolas de los partidos convencionales. Resultó especialmente patético, por eso, escuchar al asesor mejor pagado de España calificar de frikis a los triunfadores de las elecciones.
Esa maldita televisión
También es humana la irritación de Arriola:
en cuatro meses y con un presupuesto de campaña inferior a lo que él
cobra en medio año por aconsejar comparecencias en plasma, van a sentar
cinco eurodiputados en Bruselas. La casta -término en alza- está que
muerde y sus arietes mediáticos trasmiten que todo es por la maldita
televisión que crea monstruos. Y lo dicen unos ejemplares que viven en
la tele, en una tertulia sin fin. Tanta coherencia, agota.
Es
pronto para saber si Podemos es el caballo de Troya en el corazón del
sistema o un visitante que pronto se desarmará. Hoy y ahora, sin
embargo, es un tábano que muerde en todas las cuadras y que actuará como
un revulsivo. Y esto, como dice el hashtag de Podemos,
#EsSoloElPrincipio. ¿Alguien duda que el próximo intento sea un Syriza
español? Habría que jubilar a algunos dinosaurios de IU, sumar con
ecologistas y movimientos sociales como la PAH... y buscar un buen
cabeza de lista. Pongamos una Ada Colau.
Mientras, los socialistas deshojan margaritas a punto de convertirse en Los otros. En Catalunya, ya lo son.
Julia Otero
Periodista
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