Botín recibió en mangas de camisa a Zapatero en su sede, lanzando una señal sobre su buena relación/ Bernardo Rodríguez (AP)
La estrecha, e indiscriminada, relación del principal banquero de
España con el poder ha sido una de sus principales características
Le acusaron de próximo al zapaterismo, pero ha acudido al rescate de Rajoy siempre que se lo ha pedido
Dos ministras de Zapatero se negaron a firmar el indulto para el consejero delegado del banco
Una
doctrina judicial lleva su nombre y la de su segundo de abordo, dejando
claro que no había poder del Estado que no se plegara a él
Hay dos ciudades Santander que amanecen hoy
sombrías. Una está arropada por una de las mejores bahías de España. La
otra, a cientos de kilómetros del mar, en Boadilla del Monte (Madrid) es
la ciudad de los olivos. Un árbol que con mucha dificultad podría haber
sobrevivido a los aires cántabros. Ambas lloran la muerte de Emilio
Botín, su alma mater y clave para entender su historia.
Botín falleció el 10 de septiembre repentinamente habiendo pactado una
sucesión ordenada.
El banquero no tenía intención de retirarse pero le
sobraba prudencia para haber forjado desde hacía años la carrera a su
propia sucesión. Su primogénita sería su heredera. La meritocracia en
las cotizadas españolas sigue anclada en este tipo de tradiciones que a
los británicos, uno de los mercados más importantes para Santander,
siguen sin entender.
Los que conocían a don Emilio, y conocen algo, aunque menos a Ana
Patricia, aseguran que la sucesión será totalmente continuista. No se
hereda solo el apellido, ni siquiera se hereda un banco. La nueva
presidenta de la mayor entidad financiera del euro comparte una forma de
pensar y de actuar muy similar a su padre. Su precipitado nombramiento
de urgencia garantiza a los inversores que los negocios siguen como
siempre.
De ser así, a Ana Patricia le
corresponde ahora estar al lado del poder. Esta era una de las
principales y más singulares características de su padre. “Fue el último
en defender a Zapatero y el primero en halagar a Rajoy”, resume Miguel
Ángel Revilla, expresidente de Cantabria y amigo del banquero. “Fue una
persona que estuvo con el poder, como estuvo su padre, uno de los pocos
banqueros que apoyó a Felipe González”, recuerda el político cántabro.
Botín sería “de derechas porque era banquero”,
dice su paisano pero su apoyo al Gobierno de cualquier color era
incondicional. Su preferencia por el rojo se circunscribía a los colores
corporativos. Y en parte, en buena parte, al que se ostenta en las dos
franjas de la bandera de España.
Aunque Botín
prácticamente no se ha dejado ver con Rajoy (o viceversa), el banquero
ha acudido presto a las llamadas de auxilio que se han hecho desde
Moncloa. La primera, invertir, a fondo perdido, cien millones de euros
en la salida a bolsa de Bankia. La pilotaba su amigo, y varias veces
consejero, Rodrigo Rato. También acudió de nuevo al rescate del
Ejecutivo en su aventura para crear el banco malo. Dos aventuras en las
que se negó a participar BBVA y don Emilio dejó claro su compromiso
irrenunciable con España.
En esta línea, una de
las últimas preocupaciones política de Botín era la independencia de
Catalunya.
No especialmente proclive a los exabruptos políticos en
público, Botín se
alineó con las tesis del Tribunal Constitucional y defendió la
ilegalidad de la independencia de Catalunya en plena Junta de
Accionistas. España no se podía romper para don Emilio.
Fuentes próximas a gobiernos anteriores aseguran que no fue Botín uno
de esos empresarios que llamara a La Moncloa para pedir favores como
otros, del Ibex 35, sí lo hacen. Don Emilio llevaba años ocupado en la
expansión exterior de la entidad financiera y su preocupación ha sido
que la imagen del país le acompañara. Pero cuando tuvo que levantar el
teléfono, no le tembló el pulso. El favor más relevante, el último que
concedió José Luis Rodríguez Zapatero en el Gobierno, fue el indulto al
consejero delegado de la entidad, Alfredo Sáenz.
El consejo de ministros que selló aquel perdón del Ejecutivo al
banquero corrupto no fue unánime. Dos ministras se levantaron de la mesa
y se negaron a firmar el decreto: Rosa Aguilar, ministra de Medio
Ambiente y Carme Chacón, ministra de Defensa.
Dicen sus allegados que Zapatero se sintió obligado a acceder al indulto
por el apoyo que Botín le había mostrado durante los primeros años de
la crisis. Un quid pro quo que para muchos resultó en un ´d ónde vas´ a Zapatero y que pocos progresistas le perdonan al expresidente.
El último presidente socialista estaba convencido de que el Partido
Popular no le concedería el indulto a Sáenz como castigo al apoyo del
cántabro a sus ocho años de Gobierno. Puede que no estuviera muy
equivocado. Aunque la relación con el Gobierno conservador ha sido
buena, lo cierto es que por la presión pública o por venganza, Rajoy sí
dejó caer a Sáenz.
Atrapado por el nuevo código
de conducta que Economía reescribió para evitar los desmanes de las
cajas, Sáenz tuvo que dimitir y con él, casi por primera vez, se
resquebrajó el poder omnímodo del banquero.
Y, es que, pocas empresas pueden presumir de que
su primer y segundo espada han bautizado sendas doctrinas judiciales.
Botín creó su propia historia jurídica al lograr zafarse de la Justicia
por el caso de las cesiones de crédito. Lo que fue un escándalo
financiero mayúsculo se convirtió en una mancha pasada en el currículo
del cántabro.
El caso que logró sentar efímeramente a Botín en el banquillo, lo
destapó Ruiz Mateos en 1991. El empresario levantó la alfombra del
supuesto uso de operaciones opacas a efectos fiscales en varias
entidades financieras.
Según trascendió en el curso de la investigación, Santander realizó
45.000 cesiones de crédito entre 1987 y 1991. En ellas captó unos
400.000 millones de pesetas (2.400 millones de euros), y los clientes normalizaron su situación con el fisco en torno a 1996. El juez constató que la cúpula de Santander se organizó para que el fisco no detectara los nombres de estos clientes.
La defensa de Botín alegó que una acusación popular sola, sin el apoyo
del Ministerio Público, no podía ser admitida a trámite. Esta opinión
fue admitida por el Supremo, y pasó a conocerse como la doctrina Botín.
Saénz, por su parte, pidió que no se ejecutara su condena hasta que el
Constitucional no fallara su recurso, algo que también se le concedió.
Con esta buena mano con el poder judicial, los Botín han demostrado
seducir a los cuatro poderes, el ejecutivo, el legislativo, el judicial y
el de los medios de comunicación. El banco cántabro ostenta la
propiedad del 5,382% del grupo Prisa. Por no hablar de los créditos
concedidos masivamente al grupo y a otros grandes medios.
Ahora le toca el turno a Ana Patricia de exhibir estas capacidades
negociadoras. Por lo pronto, Santander se enfrena de nuevo en la
Audiencia Nacional a un caso por venta masiva de un producto poco claro a
sus clientes. También tendrá que hacer olvidar a los contribuyentes
españoles que la familia Botín ha atesorado durante años parte de su
patrimonio en Suiza.
Botín sucede a Botín. Y el banco lo apuesta todo de nuevo al rojo. Pero
la banca siempre gana porque sienta las reglas del casino.
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